La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Crítica

Crítica de "Don Giovanni" en Oviedo: un escándalo de saldo

La anunciada revisión operística se queda en fiasco en cuanto a escenografía y coreografía, mientras que la gran defensa de esta ópera universal la hizo el reparto, con una Donna Elvira imponente

La segunda función de "Don Giovanni", retransmitida | FUNDACIÓN ÓPERA DE OVIEDO

Una de las técnicas clásicas de marketing para reactivar la venta de un espectáculo consiste en generar una gran escandalera previa al estreno. Se anuncian grandes transgresiones de todo tipo y casi siempre acaba por funcionar y se llenan las arcas de los organizadores. Sólo hay un problema: cuando se hincha una burbuja demasiado y luego de aquellas anunciadas hecatombes poco hay o queda la sospecha de que tanto barullo buscaba enmascarar otras carencias. Entonces el pinchazo es morrocotudo y se ve la trampa del señuelo.

Algo así ha pasado con esta nueva producción del "Don Giovanni" mozartiano de la Ópera de Oviedo. Desde hace unas semanas se abrieron los ensayos para dar testimonio de un nuevo paradigma dramatúrgico sobre la obra, reportajes y artículos se dedicaron a calentar el estreno mezclando el #MeToo, el heteropatriarcado, y otros elementos asociados, en una lectura pretendidamente feminista.

Esperaba, ante estos anuncios, mucho de esta versión de uno de los títulos esenciales de la historia de la ópera. ¡Por fin una directora de escena entraba "a navaja" en la obra de Wolfgang Amadeus Mozart y Lorenzo Da Ponte! –modo ironía–. Mi ingenuidad se desvaneció rápido en la velada del domingo. La burbuja de expectación se desintegró de manera vertiginosa, con la vergonzosa sensación de asistir a un saldillo de lo previamente prometido y sí abundantes boutades manidas pensadas para "épater le bourgeois". Nada de la resignificación prometida y un abundante catálogo –nunca mejor dicho– de ocurrencias que, más que escandalizar, provocaban el efecto contrario, el de la hilaridad.

Es verdad que "Don Giovanni" es un título complejo escénicamente hablando –conviene leer al maestro Strehler en sus reflexiones al respecto de la obra– pero mi sensación es que Marta Eguilior, directora de escena "y también responsable de la premeditadamente feísta escenografía low cost, con varias calaveras omnipresentes en escenario único convertido en un desolado cementerio terroso que podría ser asimismo como antesala del Averno– se quedó sólo con una parte de la obra y no profundizó en la ironía con la que los propios Mozart y Da Ponte destrozan al protagonista; aquí no se fue más allá de un continuo encadenamiento de hitos que tuvieron su cenit en la escena final con una especie de nantaimori ridículo con un Don Juan que empezaba violando al inicio de la sesión para acabar desquiciado, y entre medias convertido en una especie de marioneta compulsiva.

Presenciamos, por tanto, mucha violencia sexual y una sucesión de pasajes gratuitos que emborronaron lo que pudiera haber sido una propuesta de la obra de cierto interés e incluso con alguna idea brillante que acabó diluida en la ciénaga demoniaca por la que se escurrió una trama envalentonada y alejada para mal del "dramma giocoso", del espíritu original con el que fue concebida por sus autores.

A favor del trabajo de Marta Eguilior hay que decir que la obra se lee bien, sin estorbos. Las escenas son fluidas y se aprecia compromiso interpretativo en el elenco, algo esencial en una propuesta que se pretende de ruptura.

Pero esto no aparta la sensación de que, a los personajes, en este caso, les faltó profundidad dramatúrgica más allá de la construcción de arquetipos marcados por la búsqueda, insisto, de la provocación facilona –violaciones, embarazos bien explicitados, criados que son siervos perrunos, estética de bondage, sexting, etcétera– que aún tienen su efecto en parte del público. Nada, por otra parte, que no se haya mostrado hace treinta años en escenarios de medio mundo. Por lo tanto, más que un "Don Giovanni" de nuestro tiempo, todo tenía un aire "fin de siècle", del XX, claro está. Original fue el vestuario de Betitxe Saitua y un despropósito la coreografía de la fiesta creada por Inma Sáenz que empezó en el "Vogue" de Madonna y terminó en Locomía. Al final, en la ópera, como en la vida todo es muy sencillo. Si al público le gusta ovaciona, si le desagrada protesta y patea. En el estreno el enfado contra la puesta en escena fue mayoritario.

En el foso la Ópera de Oviedo apostó por poner al frente a Elena Mitrevska, directora que fue del antiguo coro de la ópera. Siempre es de agradecer la apuesta por el talento emergente –en este caso sí que coinciden el de Eguilior y Mitrevska–. Este riesgo posiciona una línea de trabajo que busca impulsar nuevas generaciones de artistas que merecen una oportunidad. Luego ya queda en la mano de cada uno el acierto o el error.

Mitrevska no lo tenía fácil porque este es un título de exigencia suprema al que muchos maestros llegaron como meta, en madurez creativa, y no como línea de partida. En este sentido, ha sido valiente en aceptar el encargo. Demostró conocimiento exhaustivo de la obra, acompañando muy bien a los cantantes, respirando con ellos. Su versión fue trepidante, con unos tempi ágiles, vivaces, que siempre funcionan, aunque no consiguiese extraer de Oviedo Filarmonía la rica paleta de colores que encierra la partitura. Tampoco logró uniformidad estilística en el elenco en el que convivieron voces muy adaptadas en este aspecto con otras menos acertadas. Sobrios los recitativos –muy bien Borja Mariño al clave– y cumplidor el coro Intermezzo.

El título encontró, como decía anteriormente, buena defensa en el reparto, algo básico cuando se pretende no transitar por una visión historicista. La gran triunfadora de "Don Giovanni" no fue, curiosamente, el protagonista, sino la soprano Vanessa Goikoetxea, espectacular Donna Elvira, primus inter pares: su prestación vocal fue impecable de principio a fin y su "Mi tradirti quell alma ingrata" imponente. Ha sido una verdadera revelación en una cantante que está, con justicia, haciendo gran carrera internacional. También hay que destacar muy positivamente el Leporello de Rubén Amoretti. Pese a que se le marcó un carácter siniestro y servil como un perro rastrero, Amoretti hizo brillar al rol con eficacia total y vocalidad de enorme solvencia. No logró rematar la faena Jacques Imbrailo como Don Giovanni. A favor, sin duda, su entrega dramática, pero su perfil vocal se quedaba un tanto atrás y tampoco le benefició una dicción del italiano muy deficiente por momentos –un repaso a la pronunciación de "le consonante doppie" le ayudaría bastante– y, además, desenvoltura escénica que se pretendía agresiva acabó resultando forzada y estereotipada. Está lejos del carácter ambivalente que el personaje exige. María Rey-Joly fue una correcta Donna Anna –un pelín "calante" en algunas notas– pero que fue haciendo crecer su prestación hasta llegar a un tramo final ya más asentada y cuajar una intervención bien ponderada. Joel Prieto cantó un Don Ottavio de fuerte y decidida presencia vocal, superando con inteligencia algunos apuros en las agilidades en "Il mio tesoro intanto". Estupenda Laura Brasó, Zerlina resuelta y con presencia escénica contundente David Lagares, Masetto de buen porte vocal. En una correcta discreción se movió el Comendador de Fernando Latorre. Al final, fueron los cantantes los que consiguieron sacar adelante la siniestra velada en la que se decidió asimismo meter tijera y eliminar la moraleja final, sin el sexteto. En esta ocasión Viena pudo sobre Praga, curiosamente con el remate preferido en la época romántica, tan pasional y no precisamente feminista. No hay problema, bien sabemos que cabalgar las contradicciones también es un arte en la vida y en la escena.

La segunda función de "Don Giovanni", retransmitida

El teatro Campoamor acoge esta tarde, a partir de las 19.30 horas, la segunda función de "Don Giovanni". La ópera se retransmitirá en directro en la Casa de Cultura de Cangas de Onís, en el Teatro Riera de Villaviciosa, en el Auditorio José Barrera de Pravia, en la Casa de Cultura de Pola de Laviana y en el Nuevo Teatro de La Felguera (Langreo). En la imagen, en primer término, la soprano Vanessa Goikoetxea, que encarna a "Donna Elvira", durante el ensayo general de la ópera.

Compartir el artículo

stats