Escritores y editores asturianos atacan «la censura» a los libros infantiles de Dahl

La decisión de la editorial británica de cambiar palabras como "gordo" o "fea" es "algo inmoral" y un "atentado contra la idiosincrasia del creador"

Roald Dahl.

Roald Dahl. / Tino PertierraT. P.

Tino Pertierra

Tino Pertierra

El escándalo literario del año ha levantado una polvareda entre lectores, escritores y editores. Los libros del novelista británico Roald Dahl, autor de clásicos infantiles como "Matilda", "Charlie y la fábrica de chocolate" y "James y el melocotón gigante", se han reescrito para despojarlos del lenguaje que la editorial Puffin considera "ofensivo". Fuera adjetivos como "gordo" o "feo" y menciones a la salud mental, a la violencia, al género y la raza. No es un caso nuevo surgido al calor de lo políticamente correcto: las novelas juveniles de Enid Blyton y los tebeos de Tintín también sufrieron sus mordiscos.

Los autores y editores de Asturias se rebelan. La escritora ovetense Ana García–Siñeriz, creadora de la saga "La banda de Zoe", opina que "hay que contextualizar los libros en la época en que se escribieron, pero leerlos respetando la creación, la obra del autor. Cambiarlos me parece un atentado a la propiedad intelectual, algo inmoral, y una falta de ética y de respeto a la creatividad de un autor; no se puede transformar una obra sin el consentimiento de quien la creó. Parece que en el caso de Roal Dahl, un autor venerado por todos los que amamos los libros para niños y jóvenes, y que escribimos para ellos, hay un aspecto económico de trasfondo: adaptar sus libros para que lleguen a la mayor parte de la tarta lectora. Lo siento, pero yo prefiero las versiones originales siempre".

"Cambiar los textos me parece un atentado a la propiedad intelectual, algo inmoral, y una falta de ética y de respeto a la creatividad de un autor"

Ana García-Siñeriz

— Escritora

El escritor gijonés Ricardo Menéndez Salmón enlaza "la visión de creador y padre. No sólo es un atentado contra la idiosincrasia de un creador, que debería ser inalienable la compartamos o no, sino que sienta un precedente peligroso, porque ¿quién nos dice que mañana no sentiremos la tentación de reescribir a Pound por antisemita o a Genet por pederasta?"

"Es un atentado contra la idiosincrasia de un creador, que debería ser inalienable la compartamos o no; ¿no sentiremos la tentación de reescribir a Pound por antisemita o a Genet por pederasta?"

Ricardo Menéndez-Salmón

— Escritor

El profesor y ensayista Eduardo Infante recuerda: "Platón fue el primero que, en la República, propuso modificar los textos que leían los niños griegos, eliminando todo aquello que, a sus ojos, pudiera parecer ofensivo, desagradable, feo o poco virtuoso. Así que, habría que recordar que en ese mismo diálogo, Platón propone el primer proyecto político totalitario de la historia. Con esta noticia también me vino a la mente la novela de ‘Fahrenheit 451’, llegará un día en que la cultura de la cancelación sea tan poderosa y las ondas de ofendidos tan numerosas, que nos tocará a los amantes de la cultura memorizar las grandes obras para salvarlas de las hogueras del actual neopuritanismo. Lo que más me extraña es que esto se haga bajo el paraguas del progresismo".

"Llegará un día en que la cultura de la cancelación sea tan poderosa y las ondas de ofendidos tan numerosas, que nos tocará a los amantes de la cultura memorizar las grandes obras para salvarlas de las hogueras""

Eduardo Infante

— Profesor

La editora Ester Sanchez, de "Pintar-Pintar", habla de "censura que solo conlleva empobrecimiento del espíritu crítico. Vamos para atrás en todo. Cada vez mentes más cuadriculadas. En ‘Pintar-Pintar’ resistiremos y siempre apostaremos por el respeto a la libertad tanto de los creadores como de los destinatarios de nuestras publicaciones".

"Vamos para atrás en todo. Cada vez hay mentes más cuadriculadas".

Ester Sánchez

— Editora

Editora y autora, la ovetense Ana Galán asegura que "me parece aún peor añadir párrafos que Roahl Dahl no incluyó. En lugar de poner palabras en boca del autor, podrían añadir un pie de página con explicaciones sin adulterar el contenido del texto. ¿Qué es lo siguiente que se censurará? ¿Habrá que ponerle calzoncillos al David de Miguel Ángel? ¿Habrá que pintar ropa en los cuadros donde aparecen personas desnudas? ¿Quiénes somos nosotros para decidir cambiar la obra original de un artista sin su permiso? Es normal que los padres de niños y niñas preadolescentes controlen lo que leen sus hijos, pero hay una medida muy sencilla que siempre pueden tomar: si no les gusta el contenido de un libro o cómo está escrito, no hace falta que lo compren. Es así de fácil".

"¿Qué es lo siguiente que se censurará? ¿Habrá que ponerle calzoncillos al David de Miguel Ángel?"

Ana Galán

— Escritora

La escritora Fátima Fernández está en contra de todo lo que implique "vendar los ojos" a los lectores. Dahl, explica, "es un escritor carismático que escribía para niños, es decir: siempre les concedió la respetabilidad y la inteligencia de los adultos. El hueco que ha tenido en la historia de la literatura no es casual, tuvo una capacidad especial para entender el mundo de los niños, además de una poderosa imaginación y un negrísimo humor. Ojalá de toda esta polémica de los retoques políticamente correctos sean muchos los lectores que se animen a conocerlo en su estado puro. Con pocos libros me he reído tanto como con los escritos por él. Como autora de literatura infantil me gusta especialmente escribir sobre temas que aún no hay escritos, que son tabúes o no son atractivos comercialmente, aunque en mi opinión sí son necesarios".

"Dahl es un escritor carismático que escribía para niños, es decir: siempre les concedió la respetabilidad y la inteligencia de los adultos"

Fátima Fernández

— Escritora

Según Gonzalo Moure, "el problema real no es la reescritura, que sin duda es un aberración, sino la presión, editorial y en centros escolares, para no escribir hoy cosas que puedan resultar ofensivas para tal o cual colectivo. Dicho de otra manera: Roald Dahl, al menos en España, no será reescrito, pero si viviera y escribiera hoy como escribía entonces, no sería publicado. ¿Autocensura? Sería hipócrita si dijera que no. No de una manera consciente, ni con una plantilla de lo que se puede escribir y lo que no, pero sí instintivamente. Igual que cuando conduces, y sin decírtelo a cada momento, tus manos corrigen por sí solas el rumbo para no salirte del carril correcto. Hoy, incluso Roald Dahl se autocensuraría".

"El problema real no es la reescritura, que sin duda es un aberración, sino la presión, editorial y en centros escolares, para no escribir hoy cosas que puedan resultar ofensivas para tal o cual colectivo"

Gonzalo Moure

— Escritor

Lorenzo Silva: "Querían quitarme la palabra idiota de un libro, pero tengo tres hijas y un hijo y nunca les he oído llamarse de otro modo cuando se pelean"

Jordi Sierra ha vendido 30 millones de libros. Y lleva 30 años "peleando contra la censura y advirtiendo de que llegaríamos a esto. Creo en la libertad y en la educación, no en la preservacíon que solo hace niños tontos sin capacidad de pensar. Jamás me he autocensurado, sería inadmisible. Odio la expresión ‘políticamente correcto’", afirma a LA NUEVA ESPAÑA. "En arte es inadmisible. Todo tipo de arte ha de sacudirte. Es más, cuando mando un libro a un editor, saben que solo me pueden decir sí o no. Si es sí, el libro no se toca ni una coma. Cuando se reescribió a Mark Twain no hace mucho, también dije que los próximos serían los clásicos muertos, entre los que algún día estaré yo".

Otro escritor con muy buena acogida entre el público juvenil es Lorenzo Silva: "De mis novelas juveniles, la más exitosa y apreciada es ‘El cazador del desierto’, cuyo protagonista es un chaval poco recomendable que se ríe de los profes, roba cedés en el hipermercado y tiene un algo oscuro en el fondo de su alma. Entre mis álbumes infantiles, ‘Pablo y los malos’ habla de un niño al que le fascinan los personajes malvados de los cuentos y que les arranca la cabeza a mordiscos a las muñecas de su hermana, que se cabrea y lo llama idiota (esto tuve que pelearlo, me lo querían quitar, pero tengo tres hijas y un hijo y nunca les he oído llamarse de otro modo cuando se peleaban, poco por fortuna). Y hace poco he publicado una versión resumida de ‘La isla del tesoro’ en la que mi objetivo era doble: hacerla más legible a los niños, y no ocultarles la maldad, la mendacidad y la crueldad de John Silver, que son las que junto a su simpatía e inteligencia hacen de él un inmenso personaje".

En fin, explica a este diario, "esto me parece una maniobra propia de personas ignorantes, que no creo que tenga mucho futuro, y que en la historia de la literatura estas versiones edulcoradas no se le acreditarán a Roald Dahl sino al Obtuso Equipo Censor y Tergiversador de Roald Dahl a partir de textos del autor. Los niños deben saber de la oscuridad del mundo. La misión de los narradores no es desde luego hundirlos en ella, pero tampoco ocultársela. Además de estúpido, sería desleal".

Ni «gordo» ni «fea» ni «hombres pequeños»

Portadas de «Charlie y la fábrica de chocolate» y «Matilda».

Portada de «Charlie y la fábrica de chocolate». / Tino PertierraT. P.

Los populares "Oompa Loompas", que ayudaban al magnate Willy Wonka en "Charlie y la fábrica de chocolate" –especialmente famosa es la adaptación al cine de Tim Burton–, ya no son "hombres pequeños" sino "personas pequeñas". El género neutro al poder. Y el niño August Gloop ya no es "gordo", sino "enorme". En "Los cretinos", la señora Twit ya no es "fea y bestial", solo "bestial".

Matilda ya no lee a Kipling, sino a Austen

Matilda ya no lee a Kipling, sino a Austen

Portada de «Matilda». / Tino PertierraT. P.

Matilda ya no lee a Rudyard Kipling, el autor de "El libro de la Selva", acusado de racismo, sino que lo hace con Jane Austen ("Sentido y sensibilidad"). En "Las Brujas", cuando el protagonista dice que va a tirar del pelo a las mujeres para saber si llevan pelucas como las brujas, la abuela pasa de decir "no puedes andar tirando del cabello de cada dama que conoces" a lo siguiente: "Hay muchas otras razones por las que las mujeres pueden usar pelucas y ciertamente no hay nada de malo en eso". Además, una de las protagonistas ha dejado de hacerse pasar por "cajera de supermercado o secretaria" y es "científica de alto nivel".

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