Monteserín: "Me gusta escribir de lo que no sé, de lo que sé me aburre muchísimo"
El praviano presenta su libro "Donde convergen las paralelas", premio "Eurostars" de narrativa, y revela algunos tics literarios
A Pepe Monteserín (Pravia, 1952) le obsesiona llamar a cada cosa por su nombre, hasta tal punto que la elección de una palabra puede llevarle algunos minutos de reflexión, consultas a tres o cuatro diccionarios y a alguna enciclopedia. "Me gusta escribir de lo que no sé, de lo que sé me aburre muchísimo", se confesó ayer, durante la charla que mantuvo con el periodista de LA NUEVA ESPAÑA, Chus Neira, en el hotel de la Reconquista, ante un concurrido auditorio y a propósito de su último libro, "Donde convergen las paralelas", con el que ha ganado el premio "Eurostars Hotels" de narrativa de viajes de 2022.
Pepe Monteserín contó que, por esa curiosidad que alienta sus libros, se matriculó en un curso de lavandería industrial, para escribir el libro "La lavandería", y se formó en aeronáutica, para hacer volar el avión del protagonista de "Se detuvo el mundo", con la que ganó el Premio Internacional "Emilio Alarcos" de novela. Escribir "Donde convergen las paralelas" no le exigió tanta preparación previa. El libro es el diario de un crucero familiar, que emprendió por su jubilación junto a su esposa Raquel y su hijo Andrés por los países del Báltico. "Un viaje de esta envergadura hay que contarlo", comentó Monteserín ayer, durante la conversación con Neira. "El 99 por ciento es real y hay un uno por ciento de imaginación", reveló sobre un libro que se nutre de sus anotaciones personales –"Siempre lo apunto todo", confesó– y que, como enganche para el lector, también sigue la pista de algunos personajes ficticios.
Monteserín conecta "Donde convergen las paralelas", editado por RBA, con algunas lecturas de referencia para él, como "El cuaderno gris" de Josep Pla; también con "De profundis", de Oscar Wilde, e incluso con la obra de Aleksandr Pushkin. Explicó que empezó a escribir de niño, rellenando un diario, "algo muy proustiano" y una costumbre que abandonó con el tiempo. La ha retomado ahora y le ha sido muy útil en esta crónica de su viaje por el Báltico.
El autor praviano explicó que su literatura es el resultado de un doble proceso, de "condensación" y de "rehidratación". "Yo de un tornillo puedo escribir una novela", prometió, una capacidad que agradeció haber podido entrenar durante casi 20 años, en las páginas de LA NUEVA ESPAÑA, con su artículo diario y con reportajes más extensos como los de sus crónicas de la Vuelta ciclista a Asturias. De aquellas colaboraciones periodísticas recordó que "era un trabajo guapísimo, al que dedicaba todos los días las mejores horas, al empezar el día".
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