NATURALEZA

La osa 'Lechuguina' se pasa de la raya en sus incursiones a los pueblos de León y se valora capturarla y ponerla en cautividad

Esta hembra de oso pardo trae de cabeza a los habitantes del Alto Sil con su entrada frecuente a núcleos urbanos en busca de comida

Ni las bolas de caucho que le disparan ni otras medidas de aversión funcionan con el ejemplar, al que se le colocó un GPS

La osa Lechuguina pasea por las calles de Villarino de Sil, en León, como Pedro por su casa.

La osa Lechuguina pasea por las calles de Villarino de Sil, en León, como Pedro por su casa. / EPE

Roberto Bécares

La osa ‘Lechuguina’, de unos nueve años de edad y 100 kilos de peso, se ha vuelto a pasar de la raya por enésima vez. Sus incursiones en los pueblos del Alto Sil leonés son frecuentes desde hace tiempo, pero últimamente se han intensificado. Entra a los núcleos urbanos en busca de comida, principalmente manzanas y cerezas, aunque también le pega a la lechuga -de ahí su nombre- o a lo que encuentre rebuscando en la basura. No es el único ejemplar de oso pardo que campa a sus anchas por los pueblos de esta comarca al noroeste de León, provocando malestar y temor en los vecinos, pero desde luego si el que más quebraderos de cabeza genera. 

Tanto como para que el pasado miércoles se convocara una reunión extraordinaria de técnicos de la Dirección General de Patrimonio Natural y Política Forestal de la Consejería de Medio Ambiente de Castilla y León, del Servicio Territorial de Medio Ambiente de León, y de las Patrullas Oso de la Junta, con representantes de ayuntamientos de la zona para estudiar como poner freno al ímpetu del animal. 

Los antecedentes de 'Lechuguina' vienen de tiempo atrás. Ya en septiembre de 2021, ante su particular querencia a visitar pueblos, se le colocó un emisor GPS, convirtiéndose en el primer ejemplar radiomarcado de Castilla y León, lo que permitió monitorizar su aproximación en busca de recursos en huertas y frutales a Tejedo y Villarino del Sil sobre todo.

Bolas de caucho

Según determina el protocolo de intervención con osos en la Cordillera Cantábrica, aprobado por la Comisión Estatal de Patrimonio Natural y Biodiversidad el 24 de enero de 2019, los agentes de las Patrullas Oso comenzaron a dispararle bolas de caucho (en las partes traseras para hacerle menos daño) o aplicarle métodos de condicionamiento negativo con perros de rastro o con emisiones de fuertes sonidos para evitar su entrada a núcleos urbanos, pero no ha habido manera. “Las intervenciones han sido infructuosas”, admiten en la Junta de Castilla y León. 

Labores de radiomarcaje realizada a la osa 'Lechugina', a la que se atrapó y sedó para realizar la intervención.

Labores de radiomarcaje realizada a la osa 'Lechuguina', a la que se atrapó y sedó para realizar la intervención. / JUNTA DE CASTILLA Y LEÓN

Los vecinos de la zona incluso llegaron a retirar la fruta y verdura de las huertas y árboles y los piensos de los corrales para tratar de que no encontrara alimento a su paso. Pero nada. Desde la pasada primavera las visitas se repitieron con frecuencia, lo que llevó a capturarle de nuevo y colocarle un collar emisor GPS para hacerle un seguimiento diario y poder actuar así de forma inmediata para evitar sus incursiones. 

Traslado a cautividad

“A la vista de la persistencia del comportamiento de habituación de esta osa, de especial intensidad durante estas dos últimas semanas, desde la Junta de Castilla y León se solicitó al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico la convocatoria extraordinaria con carácter de urgencia del grupo de trabajo oso pardo enmarcado en el Comité de Flora y Fauna”, señaló la semana pasado en un comunicado La Junta, que valora, dentro del protocolo la posible retirada del ejemplar para capturar y trasladar a cautividad el animal.

La reunión, según explicaron ayer desde la Fundación Oso Pardo, uno de los miembros de ese comité, tendrá lugar en breve. Lo cierto es que las labores de conservación del oso pardo han hecho que ahora mismo este ejemplar propiamente ibérico goce de buena salud. Según los últimos recuentos desarrollados por las comunidades donde se enclava la Cordillera Cantábrica (Asturias, Castilla y León, Galicia y Cantabria)hay 370 individuos que se mueven a lo largo de cientos de kilómetros. 

Mapa de la zona donde se encuentra el oso pardo en la Cordilla Cantábrica.

Mapa de la zona donde se encuentra el oso pardo en la Cordilla Cantábrica. / NACHO GARCÍA

Mientras en las Fuentes del Narcea y el Parque Natural de Somiedo, en Asturias, la convivencia con los habitantes de la zona es buena, y hay mucho turismo de observación, en la Comarca del Sil no lo es tanto. Vecinos del valle protestan por su frecuente presencia en busca de comida. “Causan destrozos en las huertas”, aseguran los vecinos, que denuncian además que las ayudas que les da la Junta en compensación no son suficientes.

A todo ello se suma el temor de que se pudiera producir un ataque del animal en un momento dado, algo, sin embargo, altamente improbable. "Excepcionalmente puede haber ataques, pero siempre ha sido por una mala actuación de los humanos", razonan en la Fundación Oso pardo. 

Ataques

 “El oso es un animal salvaje que no nos quiere hacer daño, pero si se siente amenazado puede defenderse. Excepcionalmente puede haber ataques de oso, pero siempre ha sido por una mala actuación de los humanos. Hay que aprender a coexistir. La convivencia es necesaria y posible”, asegura Guillermo Palomero, presidente de la Fundación.

De acuerdo a los alcaldes de la zona, puede haber unos 150 osos en las montañas del Alto Sil, donde comienzan a abrirse y planearse negocios de ecoturismo para la observación del oso, como ocurre en zonas asturianas. “Es un turismo creciente”, admiten desde el Ayuntamiento del Páramo. Un estudio reciente de la Fundación Oso desveló que el oso ayudó a generar 20 millones de euros de ingresos en el tejido productivo rural de 26 municipios oseros de varias provincias y a crear o sostener de forma directa 350 empleos, mayoritariamente residentes en la misma localidad del negocio. 

“El oso es un activo económico, atrae a muchos visitantes que quieren verle en plena naturaleza. Ha generado empresas locales en las zonas donde están. Vienen muchos anglosajones, por ejemplo, a ver los osos, los lobos y los linces. Contribuyen a generar economía y fijar población”, concluye Palomero.