Relaciones sexuales

Cuando la llama del sexo se apaga

Una de cada cinco personas pierde el interés por las relaciones en algún momento de su vida

La mayoría de casos de deseo sexual hipoactivo se pueden tratar con terapia

Una de cada cinco personas pierde el interés por el sexo en algún momento de su vida.

Una de cada cinco personas pierde el interés por el sexo en algún momento de su vida. / Shutterstock

M. González

Falta de cercanía emocional con la pareja, depresión, enfermedades (como artritis, cáncer, diabetes, presión arterial alta o trastornos neurológicos...), algunos medicamentos (sobre todo los antidepresivos) o el consumo de drogas o alcohol pueden llegar a provocar un trastorno del deseo sexual hipoactivo (TDSH). Se estima, de hecho, que una de cada cinco personas pierde el interés por el sexo en algún momento de su vida; en las mujeres el problema es aún más pronunciado (3 de cada 10), según el Servicio de salud de Reino Unido.

“El TDSH es un trastorno del espectro sexual en el que las personas manifiestan una ausencia casi total y persistente de erotismo, fantasías sexuales y, sobre todo, motivación para iniciar una relación sexual”, explica la psicóloga y sexóloga Emma Placer (www.saludplacer.com). “Esta definición es independiente del género de la persona, pero no se puede generalizar o diagnosticar por una etapa concreta en la que no sientas deseo, ha de ser permanente en el tiempo y, sobre todo, persistente”, puntualiza.

“Se utiliza la expresión ‘deseo sexual hipoactivo’ para referirse, generalmente, a la disminución del deseo sexual”, indica Claudia Carvalho, especialista en sexología y terapia sexual y autora del libro “No la invadas, haz que ella quiera”: “Muchos pacientes llegan a la consulta con la misma preocupación: no tienen ganas de tener actividad sexual con su pareja o que a su pareja no le gusta el sexo porque lo hacen una vez a la semana”. Pero la sexóloga, creadora de Sexclas (primera escuela de sexo en Galicia), apunta que para entender el significado de la bajada de la libido es interesante plantearnos las siguientes preguntas: “Cuando hablo sobre “tener ganas”, ¿hago referencia a algo cuantitativo?, ¿existe una cantidad de deseo adecuada?, ¿el deseo son las “ganas” de tener encuentros?, ¿lo que despierta el deseo sexual es igual para hombres y mujeres?”.

“Las causas del TDSH son diversas”, prosigue Carvalho. “Depende de cada persona, del contexto, de la dinámica de vida y de la relación. También influyen factores físicos y psicológicos”, pero, lo cierto es que este trastorno puede afectar a la pareja. “Cuando la falta de libido molesta es importante buscar ayuda de un especialista para saber qué está sucediendo individualmente”, apunta.

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Emma Placer - Psicóloga y sexóloga

“En la pareja afecta y en muchos casos es motivo de malestar, a veces incluso de ruptura”

“En la pareja afecta y en muchos casos es motivo de malestar, a veces incluso de ruptura o separación”, afirma Emma Placer. “Se convierte en “disritmia sexual” ya que una parte de la pareja sí siente deseo y ganas de iniciar las relaciones y en la otra parte es inexistente o muy escaso”. En este caso, “la emoción más común que encontramos en consulta con estos problemas es la frustración; a partir de ahí, la falta de autoestima, el clásico “ya no te gusto”... va minando la percepción emocional de las dos partes, por lo que hay que incorporar un lenguaje cálido y poner solución al problema para evitar males mayores”, subraya.

Emma Placer apunta también que “a nivel individual el TDSH no se suele tratar”: “Es como que si no tenemos pareja no le damos importancia o no percibimos que esto pueda ser un problema, ya que la masturbación no está tan incorporada a nuestro lenguaje y diversidad sexual, por eso la mayoría de las personas que tratan este trastorno tienen pareja”.

Dos tipos

También es importante destacar que “existen dos tipos de TDSH: uno es primario: la persona lleva toda la vida con el problema y no desarrolla deseo ni motivación sexual; y, el más común, el secundario, que aparece en una situación o tiempo concreto”, subraya la sexóloga. “También tenemos que tratar de distinguirlo de otros problemas como los relacionados con la excitación, que son más fisiológicos (pérdida de erección de clítoris o pene, por ejemplo)”.

La manifestación más concluyente es la falta de ganas de iniciar o mantener relaciones sexuales. “Es una tendencia normalizar esta falta de deseo y, en muchas ocasiones, las personas acuden a consulta cuando ya el problema se ha amplificado y generado otros asociados, sobre todo unos altos niveles de ansiedad”, expone.

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Claudia Carvalho - Sexóloga y teóloga

“El TDSH puede llevar a ver la relación sexual como algo desagradable”

En cuanto a sus manifestaciones más significativas, Claudia Carvalho apunta que el TDSH puede llevar “a ver la relación sexual como un hecho desagradable, también aumentan los nervios en la medida que se dilata el encuentro, puede llevar a poner excusas para evitar una relación sexual con su pareja –casi nunca se acuestan a la vez, por ejemplo–, o puede provocar menos disfrute sexual”.

“Aunque afortunadamente existen excepciones –en el tema sexual estudiar la individualidad es esencial– la realidad es que una de las causas principales de este problema es la edad”, apunta Emma Placer. “A partir de los 40 años, y acompañado de un descenso importante de las hormonas sexuales, añadido al inevitable paso del tiempo y la fatiga, el hecho de padecer enfermedades, sufrir ansiedad, estrés, depresión, entre otras, tienen como sintomatología asociada la pérdida del deseo sexual”, prosigue. “Otras disfunciones sexuales como la anorgasmia, la dispareunia (dolor durante las relaciones sexuales), o la disfunción eréctil también traen asociado el descenso en el deseo sexual. Otro factor influyente son los problemas de pareja, junto con la baja autoestima”, subraya.

Nuestra forma de vida también influye”, añade: “Estamos muy sobreestimulados, pantallas, móvil entretenimiento y dopamina constantemente en acción, por lo que el proceso activador del deseo sexual se ve mermado, es como si estuviera en estado de hibernación o letargo”.

Las estadísticas apuntan a una incidencia de alrededor de un 12% en hombres y un 36% en mujeres, aunque Emma Placer tiene la sensación de que “esto está cambiando”. “Observo en consulta una demanda de los hombres en este trastorno”. Aunque “tiene mayor prevalencia en mujeres, crece el número de hombres con falta de deseo”, coincide Carvalho, que opina que “las mujeres ‘sufren’ más con la baja del deseo sexual, porque les falta educación sexual adecuada”. “Yo no puedo querer aumentar mi deseo si no sé qué tipo de deseo tengo (espontáneo o receptivo) o si no sé las causas que están provocando dicha disminución”, subraya.

"A veces el deseo se bloquea por pura rutina y con nuevas herramientas obtenemos nuevos resultados"

En cuanto al tratamiento para este trastorno, Emma Placer afirma que existen diversas intervenciones, aunque “quizá según la literatura científica consultada en la última década la menos exitosa para mujeres y hombres ha sido la farmacológica”. “No existe una pastilla mágica para recuperar el deseo, en el caso de los hombres se puede pensar que el sildenafilo (Viagra) está pensado para este trastorno, pero el deseo sexual es una variante psicológica y no tan dependiente de lo que pase en los genitales, por este motivo los tratamientos más exitosos tienen que ver con los tratamientos integrales que se aplican en sexología, con terapia cognitivo-conductual, con un enfoque de promoción de la salud sexual, eliminación de los constructos y aprendizajes basados en los mitos, y el crecimiento erótico y personal que ayuda a las personas a ampliar su repertorio sexual”. La sexóloga indica que “a veces el deseo se bloquea por pura rutina y con nuevas herramientas obtenemos nuevos resultados. Cualquiera de los modelos que usamos en sexología con una buena adherencia del paciente a los mismos se han mostrado como exitosos en más del 90% de los casos”.

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