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Susana Fernández

Juventud y machismo

Pese a riesgo de caer en el pesimismo, la sociedad se empeña en mostrarnos cómo los adolescentes aplican conductas machistas que creíamos relegadas a hombres adultos, criados y educados en el patriarcado. Y yo me hago siempre la misma pregunta: ¿en qué estamos fallando? Vivimos en la sociedad del exceso de información, del acceso ilimitado a internet. Un mundo en el que prima más la velocidad que la reflexión, donde lo que se considera buena política es gobernar a golpe de Tweet.

En el terreno político acumulamos leyes contra la violencia de género, necesarias, pero no suficientes, porque lo que está fallando es la educación en valores. Intentamos educar a nuestros hijos en hogares respetuosos, pero les estamos haciendo creer, de forma equivocada, que su mundo está plagado de derechos y no de obligaciones. Que son el centro del universo, que el placer se obtiene de forma inmediata porque queremos evitarles el sufrimiento y por encima del individualismo y el hedonismo nos olvidamos del bien común.

La sexualidad no debería tener sesgos políticos, es algo inherente al ser humano que trasciende ideologías, al igual que los valores de empatía, solidaridad o el respeto, de los que nos estamos olvidando. La violencia de género no solo se produce en hogares donde los hombres siguen considerándose los patriarcas autoritarios, sino que también aumentan cada vez más las agresiones hacia las mujeres, a veces amigas que confían en ellos.

En esta nueva sociedad que hemos generado está claro que hemos fallado por la base: La educación. Y tal como va no parece que haya buenas perspectivas porque se utiliza la educación de forma partidista e ideológica cuando los buenos principios no tienen ideología.

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