Entrevista | Luis Pizarro Director ejecutivo de la Iniciativa Medicamentos para Enfermedades Desatendidas

"Los políticos deben poner reglas para que la distribución de la ciencia sea equitativa"

"Conseguir un medicamento contra el VIH con sabor a fresa para que lo tomaran los niños sin sufrir cambió la vida de los doctores en África"

Luis Pizarro.

Luis Pizarro. / Muel de Dios

Tino Pertierra

Tino Pertierra

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El médico chileno-francés Luis Pizarro lidera la iniciativa Medicamentos para Enfermedades Desatendidas desde septiembre de 2022. Es fundador y miembro del grupo de expertos Global Health 2030. Después de haber liderado proyectos médicos en África Occidental, fue nombrado primer director general de la ONG Solthis, de 2007 a 2019, desarrollando la organización internacional de salud y solidaridad hasta ser uno de los líderes en salud en África Occidental y Central. Nacido en Chile se formó como médico en la Universidad de París.

Luis Pizarro es la amabilidad personificada. Y, también, un ejemplo de pasión por un trabajo volcado en ayudar a los más desfavorecidos. Y, además, alguien empeñado como director ejecutivo de la Iniciativa Medicamentos para Enfermedades Desatendidas (DNDI) de dar visibilidad a un problema de salud que causa una mortandad devastadora. El premio «Princesa de Asturias de Cooperación Internacional» es una gran ayuda para remediarlo.

–En los últimos meses ha hecho docenas de entrevistas. ¿A qué le gustaría responder?

–(Sonríe) Esa pregunta no me la habían hecho... Espérate... Sí, algo que me llamó la atención es que no me han preguntado mucho acerca de las nuevas tecnologías. Cómo ayudan al trabajo que estamos haciendo. Y es algo súper interesante.

–Me alegra hacerle esa pregunta...

–Veámoslo de dos maneras. Primera, cómo la investigación está tratando de encontrar mecanismos para potenciar la respuesta del sistema inmunitario en los organismos. Estamos viendo cómo puede ser una alternativa en términos de tratamiento para las enfermedades desatendidas. No solo tener una molécula que destruya al parásito o al virus, sino tener un medicamento que también potencie las capacidades del organismo y el sistema inmunitario para responder y destruir a la infección. Por otro lado, la inteligencia artificial. Se utilizó mucho para poder avanzar rápido con la vacuna y los tratamientos contra el covid. Y nos gustaría poder utilizarlo para la enfermedad desatendida. Un problema importante es que la enfermedad desatendida, por serlo, tiene poco dato y la inteligencia artificial funciona bien cuando hay mucho. Estamos explorando con organizaciones como IBM, Telefónica, y otros socios para ver de qué manera, poniendo en común los datos a nivel del planeta, conseguir masa crítica para hacer funcionar luego la inteligencia artificial y sacar más rápido los nuevos tratamientos. La mayoría de las investigaciones de desarrollo para tratamiento de los países de alto recurso han integrado ya a la inteligencia artificial y la están utilizando. La idea sería cómo poder hacer que sirva también para las personas más desatendidas.

–¿Es paradójico que haya tantos móviles en una África con tantos problemas de salud?

–Lo que vemos en las regiones más pobres y más aisladas es que las personas pueden hoy día tener más acceso a un teléfono celular y conectarse, pero esto no implica que los servicios de salud hayan llegado al nivel de esa persona. Estamos hablando de países que muchas veces tienen pocos recursos y la manera en que refuerzan su sistema de salud tiende a concentrarse en las capitales o en los lugares, de más alta población. Y esas personas necesitadas, aunque tengan un teléfono celular, necesitan encontrar algún medio de transporte para ir donde están los centros de salud, donde pueden recibir un tratamiento. y eso, a veces, pueden ser 48 horas. Imagínate cuando el tratamiento lo tienes que tomar varias veces a la semana, durante meses. Simplemente dejan de ir porque no tienen los recursos ni el tiempo para hacerlo y eso tiene repercusiones muy fuertes en el acceso a salud.

–¿Qué quería ser de niño?

–Tenía claro que quería ser doctor. Mi familia viene de un pueblo del norte de Chile donde estos temas de acceso a salud eran muy importantes. Y luego, ya en Europa, había todo este movimiento de las ONG como Médicos sin Frontera, y me sensibilicé. Lo que me interesa mucho de DNDI es decir: no podemos seguir funcionando con médicos europeos que van cuando hay un problema a África, a Asia o América Latina. Tenemos que encontrar un sistema en el cual si mañana hay un problema en América Latina, entre latinoamericano lo resolvemos porque las capacidades locales tienen que ser fuertes para poder resolverlo. Cuando DNDI se crea hace 20 años es realmente una iniciativa que responde a realidades de todos los continentes y moviliza a científicos y personas de todos ellos.

–¿Recuerda alguna gratitud que le quedara grabada?

–Estuve en la República Democrática del Congo el año pasado, donde habíamos empezado a distribuir un medicamento VIH/Sida para los niños. DNDI trabajó con un laboratorio indio y con otros socios y hoy existe una cápsula que abres y cae un polvito con gusto a fresa que puedes poner en la leche o en la sopita y se lo toman sin problemas. Un doctor me dijo que cuando le dábamos los remedios a los niños lloraban, escupían, vomitaban, sufrían, y es lo peor que le pudo ocurrir a un doctor, es ver sufrir a la persona que uno está tratando de sanar. Me dijo que le cambió la vida cuando pudimos darle este remedio y ver que el niño sonreía porque le gustaba y que tenía ganas de tomarlo .

–Uno de los problemas es la visibilización de las enfermedades desatendidas. Quizá podría convencer a Meryl Streep de hacer una película sobre ello...

–Si tenemos la posibilidad de conversar con ella y tratar de embarcarla, lo intentaremos.

–¿Las farmacéuticas son las malas de la película?

–No totalmente, todo lo que nosotros hemos hecho si no hubiese habido industrias farmacéuticas comprometidas no habría funcionado. Para que esto funcione, la industria farmacéutica tiene que ser parte de la solución. Que algunas personas ganen dinero está bien pero no puede se impedir que los más pobres no tengan acceso a los tratamiento. Es una responsabilidad de la farmacéutica pero también de los gestores políticos para poner reglas y que la distribución de la ciencia sea lo más equitativo posible. Cuando todo el mundo se pone a trabajar se puede en un tiempo récord encontrar medicamentos o vacunas como se hizo con el covid, así que no hay razón alguna que no lo podamos hacer para la enfermedad desatendida.

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