Entrevista | Santiago Muñoz Machado Director de la Real Academia Española (RAE)

"Estamos intentando evitar que la inteligencia artificial invente sus propios dialectos"

"Cuando el lenguaje afecta a los derechos de los ciudadanos es necesario que las comunicaciones sean claras"

Santiago Muñoz Machado.

Santiago Muñoz Machado. / S. Pérez

Elena Fernández-Pello

Elena Fernández-Pello

El director de la Real Academia Española y presidente de la Asociación de Academias de la Lengua Española, Santiago Muñoz Machado, preside el jurado del premio "Princesa de Asturias" de las Letras. Ayer, en Oviedo, charló sobre la I Convención de la Red Panhispánica de Lenguaje Claro, celebrada en Madrid y clausurada el pasado martes por el Rey.

–"Las leyes están en deuda con la lengua", dijo en la clausura de la convención.

–Esa afirmación hay que situarla en el contexto. La lengua está en deuda con las leyes porque cuando se formó el castellano como lengua romance se difundió al adoptarla, en sustitución del latín, por la cancillería regia; lo mismo ocurrió en el traslado a América, que la lengua viajó con las leyes. Ahora son las leyes las que están en deuda con la lengua, porque es necesario que usen el lenguaje mejor de lo que lo hacen.

–¿A qué se refieren con claridad en el lenguaje?

–Ese es un concepto que afecta a la justicia, de la que siempre se ha dicho que es oscura; a la legislación, con normas que hay que cumplir y que son difíciles de entender –aunque no entenderlas no exime de su cumplimiento– y a la Administración, que es el poder que más ha crecido y que no usa el lenguaje de la calle. El problema apareció cuando los poderes públicos empezaron a usar un lenguaje abigarrado, arcaico, difícil de comprender, y se ha ido extendiendo a la medicina, la educación, los medios de comunicación, hasta llegar a la inteligencia artificial.

–¿Cómo es el lenguaje claro?

–Inteligible, que se entienda a la primera, con una formación media, que no haya que releer el texto. Hay otra cosa, que es el lenguaje accesible que precisan personas con discapacidad o por razón de la edad.

–¿Hay intencionalidad en la opacidad lingüística?

–Se dice que los juristas usan un lenguaje oscuro para que nadie entienda la jerga y así, si se quiere pleitear, hay que recurrir a ellos. Yo no creo que sea así. Es un tecnolenguaje. No pretendemos eliminar el lenguaje técnico, pero cuando el lenguaje afecta a los derechos de los ciudadanos es necesario que las comunicaciones sean claras.

–¿Quiénes forman la red?

–Más de 200 instituciones de todo el mundo hispánico: todas las academias, la mayor parte de los tribunales supremos, parlamentos, defensores del pueblo, ayuntamientos, comunidades autónomas... No es un movimiento de profesionales de la lengua, sino institucional. Esta abierta y creciendo mucho.

–El académico asturiano Salvador Gutiérrez presentó en la convención el borrador de "La Guía panhispánica de lenguaje claro y accesible".

–Primero, no pueden proliferar guías y recomendaciones que no tengan en cuenta el canon de hace 300 años, no podemos fragmentar la lengua, y, segundo, la Academia pone a disposición una guía de lenguaje claro en la que se pueden basar todas las guías que las instituciones hagan luego. Pronto la presentaremos.

–¿La inteligencia artificial es peligrosa para la lengua? ¿No podría contribuir a mejorar su claridad?

–Nos conformamos con que hable como usted y yo. Lo que esperamos de las máquinas que usan la inteligencia artificial es que se atengan a las normas básicas que aprueban las academias, que al programar los algoritmos no se inventen su propio dialecto, algo que ha empezado a suceder. La Academia ha conseguido pararlo hablando con los fabricantes, pidiéndoles que entrenen las máquinas con nuestros materiales y que nos dejen corroborar la calidad lingüística de los corpus que utiliza la inteligencia artificial. Se habla mucho de los sesgos de la inteligencia artificial, de género, económicos, sociales, medioambientales..., pero mucho menos del sesgo lingüístico.

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