"Estuvo una noche muy guapa". En otro escenario, el comentario de Ángel García sería el típico de un hombre de 72 años. A los pies de El Molinón, significa lo que parece. Ángel García tiene buen aspecto para haber pasado la noche al raso, junto a su hija Cristina. Son los primeros de la fila y, después de 13 horas de espera, viven con nerviosismo los minutos previos a la apertura de las taquillas. "Llegamos a las nueve de la noche de ayer. Pasamos la noche aquí cinco personas. A la una de la madrugada llegó más gente, pero la cola no se animó hasta las seis de la mañana", relata Cristina.

Parece una locura de la que padre e hija (también la madre, que espera ya sentada en el coche) son reincidentes. "Contra el Madrid también lo hicimos, pero fue más llevadero porque era agosto", explica Ángel García.

La conversación se corta porque se acerca un posible reventa, que les ofrece dinero por comprarle una entrada. La opción se rechaza de plano. La pregunta de si merece la pena, es obligada. La respuesta, es obvia: "Por ver a Messi y a Neymar, merece la pena". Cristina se confiesa culé, aunque en este caso va claramente con el Sporting porque "le hacen más falta los puntos".

El Sporting puso ayer a la venta las entradas para ver al Barcelona en El Molinón, el miércoles 17 de febrero a las 18.30 horas, un partido que finalmente no será día de ayuda al club. Más de medio millar de aficionados esperaba la apertura de las taquillas. La cola alcanzaba la puerta 13 del campo gijonés. Al cierre de las taquillas en la jornada de ayer ya sólo quedaban disponibles localidades para las tribunas norte y oeste, con un precio de salida de 90 y 110 euros respectivamente. La venta está restringida a cuatro entradas por aficionado y el que las compre tiene que identificarse con su carnet de identidad.

Unos puestos más atrás, pero aún en la cabecera de la cola, un grupo de tres chicas sonríe, inquietas por la presencia de las cámaras. Paula López, Iliana Martínez y Xiara Rodríguez acabaron su turno en el hospital de Cruz Roja en Gijón a las cinco de la mañana. Se tomaron un pincho y se pusieron a la cola en El Molinón. La mera posibilidad de ver a Neymar de cerca, les provoca una sonrisa. Tienen buen humor pese a la noche en vela, de intenso trabajo para este personal sanitario. Su labor bien merece la alegría de un partido grande.