El Sporting sigue al dedillo el manual de las grandes gestas deportivas. El baño de realidad que ha supuesto la caída del equipo a puestos de descenso, tras un ilusionante inicio de temporada, ha terminado por dar la razón al discurso mantenido por Abelardo durante todo el curso. Quizá el Pitu lo lleva demasiado lejos cuando le da el estatus de milagro, pero no cabe duda de que para un equipo como el Sporting supone una gesta defender la categoría. Con nueve finales por disputar, la permanencia está a tiro de un partido. Ésta es, a día de hoy, la mejor noticia para el Sporting.
Tocar fondo y diagnosticar las causas. Parece evidente que el Sporting es un equipo en trayectoria descendente. Al equipo le ha pasado factura el elevado nivel de exigencia de una competición que no da tregua. Al contrario que la temporada anterior, han menudeado las lesiones y las sanciones, porque los futbolistas se han visto obligados a ir al límite. También se ha reducido el margen de error. Cada equivocación es duramente penaliza por el alto nivel de los rivales. Lo que sí se mantiene de la campaña pasada es el maltrato arbitral que ha sufrido el equipo. La juventud y la inexperiencia explican también los picos de forma de algunos futbolistas, que no han sido capaces de mantener una línea regular de rendimiento.
Tomar conciencia de la realidad. Con ocho partidos sin ganar y cuatro derrotas consecutivas, el Sporting (todos sus estamentos) y su entorno han tomado conciencia de la realidad del equipo. La reacción ha sido inmediata y todos han cerrado filas en torno al equipo. Por esta vía, ha llegado el coach Ricardo Serrés, la comida de confraternización, llegará una prima adicional por bloques de partidos (la reunión está prevista para hoy mismo), la concentración de hoy y todo tipo de mensajes de apoyo. El sportinguismo también ha cerrado filas en torno al equipo, aunque los asuntos extradeportivos siguen desviando la atención a las protestas hacia el palco de autoridades. La respuesta de la afición ha sido ejemplar y mañana se rozará el lleno en El Molinón para la dura batalla ante el Atlético. El primer objetivo de levantar el ánimo parece logrado.
Mejorar la seguridad y evitar el error. En realidad, son dos cuestiones íntimamente relacionadas y prioritarias para el cuerpo técnico. Desde siempre, a Abelardo le ha preocupado que el Sporting sea un equipo competitivo. Y lo ha sido en la mayoría de los partidos, en los que siempre ha estado en disposición de disputar el resultado. Sin embargo, el equipo ha perdido prestaciones defensivas. La lesión de Bernardo, la de Sergio, las bajas de Sanabria o Ndi son factores que han limitado al equipo. La sensación es que los rivales hacen gol con muy poca producción. El equipo también ha cometido errores, como sucedió en Málaga, que han sido duramente penalizados. Una solución que maneja Abelardo para aumentar la seguridad es jugar con tres centrocampistas, una vez recuperado Nacho Cases. La presencia del gijonés tiene un efecto revitalizador.
Aprovechar la caldera y ganar las finales a domicilio. Sin lugar a dudas, la gran asignatura pendiente del Sporting este año ha sido El Molinón. Los rojiblancos son el peor equipo local de la categoría. El Sporting ha fallado en casa especialmente ante sus rivales directos. Ahora tendrá un calendario exigente ante un público que siempre ha estado con el equipo. Todos los puntos son importantes, pero los partidos más trascendentes son los que se disputarán lejos de Gijón. El Sporting debe visitar a Levante, Las Palmas y Getafe.
Aumentar la producción. El equipo está ofreciendo poco. Le falta fútbol, crea pocas ocasiones y se está mostrando poco certero. Una cuenta a medias entre los futbolistas y los planteamientos tácticos.
