El Sporting ya suma fuera de casa ante rivales directos. Lo consiguió en Vallecas, con mucho sufrimiento. El de un equipo que se adelantó a los seis minutos y desapareció tras el descanso, pero que aún así dispuso de las mejores ocasiones del encuentro para llevarse el triunfo. El fútbol es así de caprichoso, y el conjunto gijonés empieza a cogerle el truco a la traicionera Segunda División. No tiene pudor a sentirse acosado, tampoco lo tiene Herrerra en montar una defensa de cinco para poner freno a un Rayo que demostró tener uno de los mejores ataques de la categoría.

El Sporting empieza a sacarle provecho a sufrir. Partidos como el jugado en Vallecas hubieran terminado, en otras ocasiones, en derrota. Los rojiblancos, esta vez de azul marino y verde, en el día del estreno de la tercera equipación, fueron de más a menos, desinflándose hasta acabar a merced del Rayo. Lo bueno es que terminó alcanzando para sumar un valioso punto, que permite cerrar la jornada en el tercer puesto. Incluso cuando peor lo pasó tuvo las ocasiones más claras para llevarse el partido. En el debe se quedan las dudas mostradas tras recibir el empate, las mismas que nublaron la oportunidad de materializar el segundo, alimentadas por los cambios realizados por Herrera en la segunda parte. No se entiende que Scepovic se quede sin participar en este tipo de partidos. Ni siquiera, como hombre de refresco.

El empate debe ser valorado como un paso más del equipo en una de las visitas más exigentes de la temporada. Porque Vallecas, guiada por cada amago de Trejo y la astucia de Embarba, será esta campaña una de las plazas más difíciles. Ver el resultado y las ocasiones de los gijoneses, en comparación con los encuentros en Soria y Pamplona invitan a creer en una evolución. Sin embargo, la exigencia de un "equipo a batir", tal y como subraya Herrera, pide algo más de fútbol y, sobre todo, continuidad. Lo cierto es que ambos conjuntos protagonizaron un duelo intenso, trepidante, digno de dos candidatos a subir, cada uno, en su papel.

Seis minutos tardó Michael Santos en reivindicarse como delantero centro. Herrera tuvo en cuenta el recado que le dejó el uruguayo, recordándole que donde se siente cómodo es como delantero centro. La respuesta fue la titularidad a costa de mantener a Scepovic en el banquillo. Todo un lujo que, en el inicio, no le vino mal a los rojiblancos. Santos sacó el máximo rendimiento a una nueva acción a balón parado que termina en gol. Rubén García sacó en corto un saque de esquina desde el flanco izquierdo del ataque rojiblanco. El valenciano, tras montar la pared con Carmona, sacó el guante para poner un centro medido a la cabeza del charrúa, que no perdonó. El comienzo no pudo ser mejor para acabar de abrazar el plan de jugar al contragolpe apostando por la velocidad de Santos.

Moi Gómez y Viguera perdonaron el segundo tras el descanso

El Rayo no tardó en reaccionar. Lo hizo un minuto después, con un cabezazo de Velázquez a centro de Embarba al que respondió Mariño con una buena mano abajo. Los madrileños pueden ser el equipo más impredecible en ataque de toda la categoría. Y hacen de ello una de sus mayores fortalezas. Los movimientos ofensivos provocan que el puesto de delantero centro esté tan repartido entre Raúl de Tomás, Embarba o Trejo como bien hechas las permutas en cada uno de los casos. De tres cuartos para adelante todo parece inspiración. Ordenada inspiración. Se encontró con un Sporting serio, firme en defensa e intenso en la presión, complicando siempre la salida del rival.

Vallecas, con un millar de sportinguistas en las gradas, empezó a apretar. El Rayo lo buscaba más, pero la siguiente ocasión fue para el Sporting. Santos volvió a hacer gala de su habilidad para buscar la espalda de los centrales y mostró el camino a Moi Gómez, que acompañó el movimiento con un buen pase. El uruguayo cruzó demasiado ante la salida de Alberto en una acción que podía haber dinamitado el partido. La igualada rayista acabó llegando.

Álex Pérez, abroncado por Herrera por complicarse en exceso en una salida de balón sencilla, acabó siendo la víctima de las inesperadas apariciones en el área de Raúl de Tomás. Embarba, siempre con la puntería bien afinada para encontrar a un compañero, tiró una pared con Santi Comesaña por banda derecha y buscó el movimiento al segundo palo de su compañero. El tanto local, a dos minutos del descanso, fue una losa para los de Herrera.

El Sporting desapareció tras pasar por vestuarios. El Rayo tomó el control absoluto del partido en el segundo tiempo ante un rival al que empezaron a acecharle las dudas. El equipo reculó para aguantar las embestidas rayistas, pero sin la contundencia de antes. Herrera, temiéndose lo peor, apostó a empatar. La sustitución de Moi Gómez por Xandao, plantando una defensa de cinco, fue un claro mensaje. Al Sporting y al rival. Y eso, que un minuto antes Moi se plantó solo ante el Alberto, desperdiciando una opción de oro para ponerse por delante en el marcador.

Los siguientes movimientos en el banquillo visitante también evidenciaron que algo le pasa a Herrera con Scepovic. El serbio pasó por Vallecas como por Soria, donde el equipo se llevó el primer gran palo de la temporada. Castro y Viguera adelantaron a Stefan, un fijo en el comienzo liguero, en la elección para refrescar el ataque.

Lo confuso de los cambios pareció trasladarse al terreno de juego. En el campo sucedían cosas extrañas como ver a Xandao enviar a córner un balón que iba manso a las manos de Mariño. O una falta de Embarba, siempre Embarba, que se envenonó tras botar en el centor del área y a la que respondió el siempre atento meta vigues. Los nervios visitantes crecían mientras la única respuesta a un Rayo que acechaba cada vez más el área vistante venía por parte de los gritos de la Mareona.

Y con un Sporting reducido a tener que sufrir y a esperar, Viguera tuvo en sus botas otra ocasión para hacer el segundo. El final fue un remate blando, tan perdido como el equipo en los minutos finales. Scepovic, entonces, ya se había ido al banquillo, en un aparente castigo que pagó también el equipo.