Con un descaro impropio de un recién ascendido, la Cultural le perdió pronto el miedo al Sporting y a El Molinón. Los leoneses, a pesar de participar de los homenajes a Quini desde la grada, se mostraron irreverentes y dispuesto a amargarle la fiesta al sportinguismo. Muy pronto se vieron las virtudes de un equipo que se ha ganado el respeto del fútbol de plata por su atractiva propuesta. La Cultural gestionaba el balón con más pericia y criterio que los rojiblancos. Sergio y Santana fracasaron en la batalla por el centro del campo y la atención comenzó a fijarse en el área de Mariño.

Con muchos menos argumentos, el Sporting encontró el atajo al gol. Palatsi logro despejar primero una volea con la izquierda de Carmona tras un rechace de su defensa, pero hasta ahí llegó el portero visitante. El Sporting aprovechó las virtudes de la Cultural, que cayó víctima de su propia esencia. Señé arriesgó absurdamente un balón en su zona de tres cuartos. Carmona le robó la cartera, condujo la pelota hasta que aparecieron desmarques y lanzó a la carrera de Jony. El de Cangas del Narcea demostró ser un tipo de palabra. Jony le hizo una promesa a El Brujo, que todos podemos intuir, y parece empeñado en cumplirla. El extremo resolvió con finura, hincó las rodillas y lanzó un beso al cielo.

No se desordenó la Cultural, que siguió llevando el peso del partido, mientras el Sporting ponía las ocasiones. En un ataque visitante, el Sporting robó y corrió. Fue Santos el que lanzó a Jony para que midiese las piernas del centrocampista de la Cultural Sergio. En primera instancia aguantó el envite, pero cedió al doble amago del cangués, que dio el pase de la muerte para la llegada de los otros estiletes. Rubén García dejó pasar la pelota liberándose del último defensa y Carmona remachó en un gesto extraño con el exterior del pie derecho. El balear dedicó unos gestos a un sector de la grada que le había reprochado alguna frivolidad anterior.

El segundo gol rompió definitivamente el partido. Rubén de la Barrera entró en ebullición con una serie de cambios de eminente vocación ofensiva. Fue así como la Cultural despertó a Mariño, que acudió puntual a cada cita. Baraja refrescó el ataque y dio campo a Nacho Méndez, Nano Mesa y Pablo Pérez. Los tres fueron determinantes en el tramo final del partido. En particular el centrocampista del filial, el único capaz de discutirle al rival el dominio de la pelota. Fue Carmona quien apareció de nuevo para meter un centro preciso al punto de penalti. Pablo Pérez rompió el maleficio que le perseguía con un cabezazo picado y celebró su primer gol del curso como una liberación.

La guinda la puso Nano Mesa, otro que se estrena. Nacho Méndez leyó un pase de la Cultural, recuperó la pelota y sirvió el cuarto en bandeja de plata al delantero canario, que le hizo los honores. La expectativa entonces pasaba por el esperado "jorobu". Jony lo intentó con un buen disparo con la zurda y lo acarició Pablo Pérez con una volea ajustada al poste.

La emoción volvió con el pitido final que desvió al cielo la mirada de todo el estadio. El Sporting le dedicada una goleada al mejor delantero de la historia. Y el sportinguismo se aferra al espíritu de Quini para volver a soñar con el ascenso directo y para intentar endulzar el largo y empinado camino a Primera. Y todo porque tú te lo mereces, Quini.

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