La muralla de Lugo se llama Juan Carlos. La gran actuación del meta de los lucenses y la falta de mordiente de los delanteros del Sporting dejaron en empate la última jornada del año. El gol, la fiesta del fútbol, se ausentó en el día en el que se cumplieron 50 años del debut de Quini, celebrado con más de 2.000 sportinguistas en el Anxo Carro, los mismos que silenciaron el himno local a golpe de garganta para entonar el propio y hacer sentir en casa al equipo. El punto volvió a saber a poco en un partido de alternativas en el que el Sporting pudo ganar y perder. Acabó convertido en el sexto encuentro invictos desde la llegada de José Alberto.

El Sporting acarició por dos veces el gol de la mano de dos futbolistas que no juegan como delanteros. Babin cabeceó al palo un gran envío de Carmona en el primer minuto de partido, y el balear se encontró con una extraordinaria mano de Juan Carlos en un lanzamiento de falta mediada la reanudación que se iba para adentro tras sortear hábilmente la barrera. Djurdjevic y Blackman, dupla atacante por segunda jornada consecutiva, se quedaron, sin embargo, sin ver puerta, aunque con distintas sensaciones. El serbio, que la tuvo en un nuevo gran envío de Carmona al área, se vació en una labor de desgaste que no supo aprovechar su compañero en el área. El británico pasó desapercibido por el Anxo Carro, haciendo inútil el protagonismo visitante en campo rival.

Y eso que José Alberto sigue fiel al fútbol alegre, empezando por mantener los dos delanteros. La única novedad en el once fue la entrada de Traver por el lesionado Lod. El valenciano, atropellado durante todo el partido, tampoco ayudó a definir mejor la vocacional propuesta de irse con todo arriba. El Lugo de Monteagudo, y antes del ahora sportinguista Javi López, en la grada del Anxo Carro como Torrecilla, igualó la ofensiva. Escriche y Herrera encabezaron el ataque, acompañados de un medio izquierdo con veneno en el golpeo. El gijonés Juan Muñiz fue una de las principales amenazas para los gijoneses en una primera parte intensa y de ida y vuelta en sus quince minutos iniciales. Un momento en el que el Sporting pudo decidir el encuentro a su favor, de la misma manera que pudo suceder lo contrario en el arranque de la segunda mitad, el que resumió las mejores ocasiones de los lucenses e hizo trabajar a fondo al siempre notable Mariño.

El balón parado dio mucho juego al Sporting. La primera gran ocasión nació en una acción ensayada a saque de esquina. Nacho Méndez botó en corto sobre Carmona, el balear estrelló el centro en un rival al primer intento pero, al segundo, sacó un gran envío a Babin, cabeceado al palo con la fortuna para Juan Carlos, meta local, de que el cuero se dirigió a sus manos para acabar de alejar el peligro. La siguiente cayó en el área contraria, con Mariño salvando un mano a mano ante Escriche, siendo la acción anulada por un fuera de juego inexistente.

El cruce de golpes acabó beneficiando a un Sporting con más presencia en campo rival, pero sin más acciones de verdadero peligro antes del descanso salvo la protagonizada por un peleón Djurdjevic. Carmona le puso un medido centro al segundo palo que se comió Vieira y el serbio acomodó con el pecho para rematar sin la puntería que merecía, en un homenaje a una de las estrofas de la canción "Dolores se llamaba Lola" que sonó por megafonía antes de iniciar el encuentro: "¿Dónde vas, bala perdida?". Le siguió un control del siempre elegante, pero algo despistado Nacho Méndez, en el pico del área, que terminó en un gran centro al área de Traver en su única aparición por la derecha. Un envío al que no comparecieron los delanteros.

El Lugo mandó tras el descanso, impulsado por el talento de Iriome y la picardía de Escriche para ganar la espalda. Este último volvió a jugársela a Peybernes, en un error del galo que pudo costar el partido de no ser por Mariño, nuevamente vencedor en el mano a mano contra el delantero de los gallegos. La otra gran ocasión local llegó casi en la siguiente acción, con un centro de Juan Muñiz desde la izquierda que Iriome, otro de los inspirados, remató al lateral de la red. Fue la antesala a la siguiente gran ofensiva visitante.

Blackman forzó en la frontal del área una jugosa falta en la que pudo ser la acción de mayor protagonismo del inglés en todo el partido. Carmona se frotó las manos y sacó el guante para colocar el balón sobre la barrera. No se esperaba la espectacular estirada de Juan Carlos, el hombre que marcó a Mariño en la anterior visita al Anxo Carro. El despeje también tuvo su historia. Djurdjevic acudió al rechace a empujarla y su mordido remate acabó encontrándose con la aparición de Kravets. El defensa del Lugo evitó el gol ayudado por un "palmeo" al balón que el árbitro dejó sin castigo entre las protestas de los rojiblancos, ayer de negro.

José Alberto movió entonces el banquillo. Pablo Pérez entró por Blackman y, más tarde, Álvaro Jiménez y Cofie por Traver y un Cristian Salvador agotado, respectivamente. No sirvió para estrenar el marcador ni para ordenar un juego que siguió pendiente de arreones sin poder volver a poner en verdaderos aprietos al héroe local, el mismo que levantó a todo el campo tras su parada a Carmona. El partido mantuvo a los gijoneses asumiendo la mayor presencia en territorio rival, pero sin la capacidad de trasladarlo al marcador. El Sporting se quedó a medias en Lugo, la misma sensación que en su anterior salida, a Elche. Los rojiblancos siguen sumando mientras aguarda a que su caudal ofensivo permita multiplicar por tres puntos como el sumado en el Anxo Carro. A la espera de la explosión de Blackman y Djurdjevic, habrá que pedirle gol a los Reyes Magos.