Adiós a la temporada. Un Sporting que supuestamente se jugaba la vida, con una segunda parte en la que no disparó ni una sola vez entre los tres palos, acabó cediendo un empate ante un Lugo, que llegó a El Molinón Enrique Castro 'Quini' con la consigna clara de que todo lo que fuera sumar, sería positivo.

El equipo lucense, un conjunto que demostró sobre el césped el porqué de su clasificación, pudo incluso llevarse un mayor botín, de no haber marrado la clara ocasión de la que dispuso a falta de apenas un cuarto de hora, en una contra que acabaron mandado por encima de la portería de Dani Martín, con todo a favor.

El portero sportinguista, que sustituía en la portería al lesionado Mariño, prácticamente pasó inadvertido durante todo el partido. Como desaparecidos estuvieron también los delanteros locales.

De partida José Alberto acabó decantándose por Pablo Pérez como sustituto del sancionado Djurdjevic y por Lod, en lugar de Carmona. Ni el canterano ni el tan cacareado fichaje del director deportivo, tuvieron mayor protagonismo en el devenir del partido.

Pero cuando en el último mes de competición, se acumulan tres empates y una derrota, los problemas no son por individualidades, sino por una mediocridad generalizada; del primero al último, salvo contadísimas excepciones, como pueden ser las del ausente Mariño y la del omnipresente Babin, a pesar de fallos como el de Mallorca.

Hay que dar gracias a José Alberto en todo caso, que supo sacar petróleo de donde no había más que tierra arenisca, y salvar una situación que olía a naufragio en toda regla. Pero al final se acabó lo que nunca se llegó a dar, más allá de los resultados. Porque juego, lo que se dice juego, nunca se llegó a ver en lo que va de temporada. "Es lo que hay", que diría aquel ilustre ex entrenador del Sporting. O más bien podríamos decir, que es lo que no hay.

Por supuesto habrá quienes todavía confíen en las matemáticas, pero la realidad es que viendo los últimos diez minutos del partido, con unos jugadores completamente apáticos y sin gasolina, para que el Sporting pudiese colarse en los playoff, se tendrían que conjuntar a su favor todos los astros de la vía láctea e incluso más allá.

Para el resumen del partido quedará una primera parte donde el Sporting por un momento quiso hacerse con la posesión del balón, sintiéndose tan extraño como torpe en esa faceta para él novedosa. Dispuso así de numerosos saques de esquina, pero con escasa efectividad.

Fue de Peyrbenes el primer remate del partido, cuando no se habían cumplido los primeros diez minutos, acabando el balón en la red. Lástima que el francés estuviese ligeramente adelantado y que el asistente tuviese mejor vista que el que nos tocó sufrir en Mallorca.

Después tuvo Alegría la oportunidad de reinvindicarse como salvador, pero no supo definir en el minuto 26, en una acción que no parecía a priori difícil de resolver. Sin duda el cacereño echó en falta a su pareja habitual de baile. Y es que a día de hoy y a pesar de todos sus errores, Uros es indiscutible en esta plantilla.

Antes ya del descanso, vio Nacho Méndez la tarjeta amarilla que le impedirá jugar la próxima semana en Zaragoza. La jugada ni mucho menos era para semejante sanción, lo que unido a decisiones precedentes, hizo que el trío arbitral se retirara en medio de una sonora pitada.

Si durante los primeros 45 minutos se había visto poco o nada de juego, con el Lugo dando desde el pitido inicial el empate por bueno, en el segundo periodo la situación no hizo sino empeorar a ojos del espectador.

Los cambios, primero de Canella por Molinero, después de Blackman por Pablo Pérez y finalmente de Carmona por Lod, no sirvieron para cambiar el rumbo de un equipo que navegaba directamente a la deriva.

De nuevo se echó en falta a ese jugador capaz de echarse a sus espaldas la responsabilidad, que supone el defender un escudo como el del Sporting. Por el contrario sobre el campo se vieron gestos cabizbajos y jugadores que directamente rehuían el contacto con la pelota.

Quedan cuatro partidos (en realidad tres, habida cuenta del que no se jugará en Reus), pero lo cierto es que la temporada está finiquitada. Por mucha matemática y mucha ilusión que nos sigan pretendiendo vender, lo que no se logró en 38 jornadas, no se va a lograr en cuatro. Y encima teniendo que remontar una distancia en puntos con el sexto clasificado, que ya veremos al final de la jornada, hasta dónde se va.

La fría despedida a los jugadores a la conclusión del partido, no hace sino demostrar la poca o nula esperanza que queda entre la parroquia rojiblanca. No es para menos. Se lo han ganado a pulso.

Post Scriptum: tras dos temporadas confeccionando plantillas y proyectos casi bajo la bocina y con el consabido resultado, ¿será a la tercera la vencida? ¿Y será con el mismo responsable al frente? Próxima parada, Mareo.