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El "Pishishi" Aitor García

"La victoria nos ha dado alegría", dice el onubense, que bromea con su condición de máximo goleador l Enamorado de Gijón y de Covadonga, Cristina, su novia, ha sido clave en su adaptación

Aitor García, ayer, en Mareo. FERNANDO RODRÍGUEZ

El primer doblete en su carrera como futbolista le ha situado como máximo goleador del Sporting. Aitor García desprende la alegría que dice haber recuperado el vestuario tras el triunfo logrado ante el Almería. El "Pishishi", como algunos compañeros le llaman adaptando el término "Pichichi" a su cerrado acento andaluz, sonríe al sentir que ha completado el paso que le faltaba para verse plenamente adaptado al equipo y a una ciudad que ha aprendido a amar antes de que llegaran los goles.

"El próximo tatuaje que me haga será uno que diga 'Mi acento es mi ADN'", confesó Aitor García hace unos meses, en una entrevista concedida a LA NUEVA ESPAÑA en la que descubrió alguno de los aspectos de su vida personal y defendió con orgullo sus orígenes. La tierra y la familia son sagrados para él. "¿La dedicatoria de mis dos goles? Todos son para mi novia", sentencia ahora, tras ser uno de los protagonistas ante el Almería. Ella, Cristina Barril, ha sido su principal apoyo en Gijón. Los dos son de Gibraleón, Huelva, localidad que por clima y costumbres poco que tiene que ver con su nueva casa.

Cristina le ha movido a empaparse de Asturias, hacerla suya. Juntos se han enamorado de Covadonga, rincón que han compartido en varias de las numerosas visitas familiares que les gusta recibir. Las escapadas a Llanes o Lastres también son frecuentes. Están prometidos y se casarán el año que viene. Aitor le pidió matrimonio en Venecia, en un viaje sorpresa programado hace unos meses.

Los primeros días en la ciudad, tras fichar por el Sporting el pasado 31 de enero, el último día del mercado de invierno, no fueron fáciles. Ahí apareció Davo Nicieza, gijonés que trabaja como scouting y analista, y persona clave en la adaptación de Aitor al Sporting. Él fue quien le echó un cable para entender rápidamente algunas de las claves del sportinguismo, saber dónde comer buen sushi (su debilidad) y encontrar pronto residencia. Aitor se mudó a la casa que el exjugador del Sporting Miguel Ángel Guerrero, ahora en el Olympiakos griego, posee en El Infanzón, un espacio en el que vive encantado "Darko", un perro de raza teckel que también le ha acompañado desde el primer día y con el que sale de paseo a diario, a menudo por la playa de San Lorenzo. En Gibraleón le espera"Duque", su otro perro, de la raza pitbull.

Asegura que "vivir en Gijón es un lujo", algo que han comprobado Mario y Beatriz, sus padres, hosteleros que le visitan periódicamente. También sus abuelos maternos han estado en El Molinón recientemente. "Soy un chaval muy tranquilo", asegura, aunque el temperamento le juegue alguna mala pasada. Vive intensamente el fútbol y las relaciones. Lo saben bien compañeros como Javi Fuego, consejero paternalista, motivador y víctima de sus arranques verbales. Aitor es explosivo más allá del fútbol y tiene una máxima de indiscutible nobleza: "Con más o menos suerte, siempre doy lo mejor de mí".

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