Después de haber vuelto a ilusionar, en realidad más por los resultados que por el juego, el Real Sporting volvió a fallar como falla cada vez que tiene la oportunidad de volver a meterse en la pomada con los de arriba. Sólo que esta vez fue a hacerlo contra el 'eterno rival', en un partido donde pareció que los de Djukic, salieron a verlas venir desde el pitido inicial.

Con una alineación donde el serbio optó por dar continuidad a Uros (desasistido e impreciso a partes iguales), e introducir a Nacho para suplir la baja de Pedro, por unas inoportunas molestias, el Sporting fue incapaz de dar tres pases seguidos y en ningún momento supo tomar el control del encuentor.

Curiosamente fue el Oviedo, al que en teoría le venía mejor el empate, de cara a salir de los puestos de descensos, quien desde el inicio ofreció y arriesgó más, con un Sporting timorato y encerrado atrás. En ese sentido, el repaso táctico del Cuco Ziganda a Djukic es de los que en cualquier club con un historial como el rojiblanco, significan el finiquito a final de temporada.

Con un centro del campo donde Cristian y Nacho, ambos de lo más imprecisos, fueron incapaces de combinar con Manu García (otro de los grandes desaparecidos), el Oviedo supo pacientemente esperar su oportunidad, dejando incluso para ello de partida a sus dos máximos goleadores en el banquillo.

Poco o nada se puede reseñar en ataque por parte de los rojiblancos durante los primeros cuarenta y cinco mintuos, más allá de un tiro inocente de Unai Medina en el minuto 38 o un remate con la oreja de Djurdjevic tras un buen centro de Cordero, poco antes de que el colegiado enviase a ambos conjuntos a los vestuarios.

Nada cambió en la reanudación, pues nada decició cambiar Djukic al descanso. El entrenador serbio volvió a retrasar los cambios que el equipo pedía a gritos y sorprendió además con la introducción de Traver en el tercero de los que empleó (alguien le debería explicar la posibilidad de efectuar hasta cinco), no habiendo contado con el interior valenciano desde el reinicio de la competición.

Los cambios, con Pablo Pérez, Alvaro Vázquez y el citado Traver, por Carmona, Uros y Murilo, no fueron sino un simple cambio de cromos, sin ningún tipo de revolución táctica por parte del banquilllo, que invitase a pensar en nada bueno.

Lo cierto es que se veía venir lo que al final sucedió. Corría el minuto 69 cuando una absurda pérdida de balón por parte de Unai Medina, permitió la contra azulona, sin que nadie supiese o fuese capaz de frenarla, resolviendo Borja con precisión.

Quedaban veinte minutos para tirar de orgullo e intentar al menos sumar un punto, por aquello de no regalarle los tres al rival y librar a la afición sportinguista de semejante afrenta y bochorno, pero con este Sporting al que le resulta más difícil remontar un resultado adverso que a un caracol ascender el Everest, la realidad es que parecía más cercano el segundo gol de los visitantes que cualquier otra cosa.

Sin embargo, para ahondar aún más en la herida abierta por la que sangraban ya miles de corazones rojiblancos (muchos animando desde fuera del estadio), tuvo que venir el maldito VAR a anular un gol a Babin en el minuto 87, por un fuera de juego de esos que sí pero no.

Vuelta así a la normalidad de este Real Sporting, para nada "nueva" sino desgraciadamente tan conocida como vulgar, con el único objetivo de salvar cuanto antes la permanencia, algo que vista la clasificación, no debería entrañar tampoco excesiva dificultad. Salvo que se repitan partidos como el de hoy.

Post Scriptum: durante los próximos días, muchos harán acopio de mascarillas para esconder detrás de ellas los rostros de la vergüenza por lo deparado hoy en este derbi, donde lo único destacable fue el enorme mural desplegado en la Grada Este.