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La odisea del Fuenlabrada para llegar a Gijón

El equipo entrenado por José Ramón Sandoval lucha con el temporal Filomena para enfrentarse mañana al Sporting

El campo del Fuenlabrada cubierto de nieve

El Sporting-Fuenlabrada ya es una odisea antes de empezar. El partido, que estaba fechado para las 20.30 horas de hoy, tuvo que verse aplazado a causa del temporal Filomena que azota la Península Ibérica y que impidió al equipo visitante, entrenado por el expreparador del Sporting José Ramón Sandoval, volar a Gijón.

Así, el encuentro se disputará a las 19.00 horas del lunes, si las condiciones climatológicas lo permiten. El Fuenlabrada está haciendo todo lo posible para poder viajar hasta el Principado y así poder jugar el partido. Pero Filomena no se lo está poniendo fácil. La copiosa nevada caída en los últimos días en la Comunidad de Madrid obligó a cerrar el aeropuerto de Barajas. Pero también impide circular por carreteras e, incluso, que muchas personas puedan salir de sus domicilios.

De esta forma, el club madrileño lleva tres días sin poder entrenar en sus instalaciones deportivas, desde el partido copero que jugaron entre semana. Sandoval, para que sus jugadores no perdieran del todo el rimo competitivo, programó varias sesiones de entrenamiento que los jugadores pudieran llevar a cabo desde dentro de sus domicilios y que el cuerpo técnico supervisaba por la plataforma Zoom.

El plan del Fuenlabrada es poder volar a primera hora de la mañana de mañana en un vuelo chárter con destino al aeropuerto asturiano, toda vez que el de Barajas ha comenzado ya operar esta tarde, aunque bajo mínimos. Para poder llevarlo a cabo, el club ha optado por concentrar a sus jugadores y cuerpo técnico en un hotel de la ciudad, donde pasarán la noche y donde mañana pasarán la prueba de antígenos antes de volar hacia Gijón.

Una concentración que tampoco ha sido fácil, ya que miembros de la entidad madrileña tuvieron que ir recogiendo uno por uno a los jugadores en sus domicilios con coches con cadenas, para poder desplazarse hasta el hotel de concentración. Una odisea que terminará cuando mañana ruede el balón en El Molinón.

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