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El bisturí del Sporting-Espanyol: las claves del empate en El Molinón

El equipo blanquiazul, otro trasatlántico que se atasca en el campo gijonés

El avance de Djuka que supuso el gol del Sporting.

Los ejercicios de resistencia del Sporting ya empiezan a ser famosos en Segunda División. Van unos cuantos, pero el de ayer se lleva la palma. Salvo un pequeño tramo del primer tiempo, enganchado al sorprendente gol de Djuka, el equipo de David Gallego fue a remolque del Espanyol, un “trasatlántico” de la categoría, como bien definió el entrenador del Málaga a los cuatro gigantes de Segunda. Esta vez, hasta bien avanzado el partido, ni siquiera apareció la mano salvadora de Mariño. Primero porque Embarba no le dio opción, al culminar una jugada que pilló a contrapié a toda la defensa, y después porque el Espanyol echó de menos a Raúl de Tomás. Su sustituto, Dimata, gana los balones por aplastamiento, pero tendrá que mejorar mucho para ser una alternativa a RDT. Así que, desde la decimoséptima diana de Djuka, y sobre todo en un segundo tiempo monocorde, el partido se jugó en los últimos 30 metros del campo sportinguista. La sensación es que los gijoneses se conformaban con el empate. La realidad, que entre el Espanyol y el Sporting hay más distancia de lo que marca la clasificación. Así que la conclusión no puede ser más positiva: un punto más, la misma distancia con el séptimo puesto y decimocuarto partido sin perder en casa. No es que en el Sporting no tenga rival en El Molinón, como dice el himno, sino que los rivales no encuentran la manera de meter mano al anfitrión.

Guille Rosas afronta otro parón cuando mejor estaba

Guille Rosas estaba haciendo otro partido completísimo, de esos que justifican el trabajo de tanta gente para que Mareo fabrique laterales competitivos, cuando en una entrada a Puado recibió doble castigo. Milla Alvendiz le mostró tarjeta, la tercera de la temporada, y además en seguida notó que algo iba mal en la parte posterior del muslo. Rosas tuvo que ser sustituido y poco después se le vio en la grada, desconsolado, consciente de que se va a perder algo más que los últimos minutos del partido de ayer. Afortunadamente para el Sporting, su sustituto también ofrece garantías. Bogdan cumplió en la recta final cerrando su banda y solo le faltó un poco más de precisión para llevar peligro en alguna arrancada en los últimos minutos.

El Toralín, a salvo de la pólvora de Djuka

El comienzo de partido fue descorazonador para el Sporting. El Espanyol asediaba el área local, Javi Fuego era amonestado en el minuto 7 y, poco después, Djuka veía la tarjeta que al sportinguismo le hubiese gustado aplazar indefinidamente. Empeñado en llegar al duelo con el Espanyol, Djuka llevaba siete jornadas mordiéndose la lengua y frenando sus impulsos. Hasta que atropelló a Óscar Gil y todo el mundo comprendió que el Sporting irá sin pólvora a El Toralín. El serbio no faltaba a un partido del Sporting desde la última jornada de la pasada temporada, la intrascendente visita del Huesca a El Molinón. Era el único jugador que había participado en los 27 partidos. Sus 17 goles han permitido al Sporting colarse en la parte alta de la clasificación. No es extraño que Dani Pendín, segundo de Vicente Moreno, le pidiese al final su camiseta.

Mariño recibió un gol 372 minutos después

Y 372 minutos después, Mariño tuvo que recoger un balón de su portería. El guardameta Gallego movía la cabeza contrariado tras recibir el 0-1, en una jugada poco habitual, por lo desarbolada que se vio la defensa del Sporting. Quedaba la duda de la posición de Dimata en el momento del remate de Embarba, pero tras una minuciosa revisión por el VAR el gol subió al marcador. Tampoco Mariño protestó, consciente de que la posición del delantero belga no influyó en la jugada. El vigués no pudo hacer su habitual milagro hasta el segundo tiempo.

Javi Fuego responde a la confianza de Gallego

El partido de ayer sirvió para confirmar la importancia que tiene Javi Fuego en los planes de David Gallego. En el minuto 7, tras una de las numerosas pérdidas rojiblancas en el inicio del partido, se vio obligado a cortar una contra de Puado. Tarjeta clara y la preocupación lógica por el riesgo de expulsión de un jugador que ocupa una zona sensible del campo. Como explicó después en rueda de prensa, Gallego confió en la veteranía de Fuego y lo mantuvo en el campo, incluso cuando el propio jugador interpretó que iba a ser uno de los sustituidos. El técnico acertó porque el centrocampista supo siempre lo había que hacer. Solo hubo un momento de duda, más por las protestas de los jugadores visitantes que por otra cosa, que Milla Alvendiz resolvió con energía: poca cosa para mandar a nadie al vestuario.

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