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El güelu de Cote ya lo vio venir: "José Ángel volvió en forma y ye a lo que acostumbra"

"Esperaba que empezara así", afirma Pepe Díaz, abuelo y mentor del rojiblanco, ante el protagonismo de su nieto

Pepe Díaz, ante el mural de Cote en Roces. | Juan Plaza

Cumplió 90 años en abril y, a pesar de que las piernas limitan los largos paseos de otras veces, conserva una ágil memoria para repasar la evolución de un nieto al que crió en la vida y en el fútbol. José Díaz Bravo, Pepe, abuelo y mentor de Cote, atiende a LA NUEVA ESPAÑA en Roces, el barrio de la familia, donde empezó todo. Se le ve feliz por tener al guaje de vuelta en el Sporting y convertido, además, en protagonista. Autor de dos asistencias en la goleada al Andorra (4-1) -suma tres pases de gol en dos jornadas-, Pepe todo esto ya lo vio venir. "Volvió en forma y ye a lo que acostumbra. Centrar balones y pegar esas arrancadas siempre lo hizo muy bien", resume con una sonrisa de satisfacción en los labios.

"¿Contar con que volvía este año? Fijo, fijo, no, pero sabía que antes de retirase él iba a venir a jugar aquí", comenta sobre el fichaje de José Ángel por el Sporting. "No ves que él pa lejos no quería ir. Ya fue a Roma y después siempre escogía por aquí cerca", continúa. Al conjunto romanista le siguieron Real Sociedad, Oporto, Villarreal, Eibar y Osasuna. En todos esos campos estuvo el "güelu" apoyando, "por supuesto". "Antes de ir a la Real Sociedad tuvo una oferta de la Juventus, pero quedaba muy lejos", añade, sin perder el tono jovial de una conversación que acerca a un hombre clave en la carrera del lateral rojiblanco. Ahora lo vuelve a tener "casi todos los días" por su salón. Cote suele ir a comer a casa de su madre, Olga, que también vive en Roces. Antes o después, no falta la visita al abuelo en la calle Salvador Allende.

José Ángel conduce el balón en la acción del primer gol ante el Andorra. | Marcos León

"Antes íbamos mucho a practicar a la pista de fútbol-sala de Roces. Entonces ya parecía que iba a llegar a algo. Hasta desayunaba con el balón", recuerda sobre las primeras patadas a la pelota con su nieto. Pepe, sabedor de la talentosa zurda de José Ángel, le insistía en mejorar con la diestra. "Le ponía un cono para que tirara a darle con la derecha. No quería. Menudas lloreras. Ahora ya ve que la utiliza mucho. No tan bien como la izquierda, pero casi", subraya. Las mismas lágrimas derramó aquel crío cuando fue con Pepe por primera vez a Mareo. Era benjamín, destacaba en La Braña, acababa de fichar por el Sporting y le asustaban los cambios. A aquel primer viaje, a pie, desde Roces y atajando "por el camín de La Marruca" le siguieron otros muchos durante los 12 años que precedieron a su llegada al primer equipo. A Cote, como a otros tantos, lo descubrió "El Negro", ya fallecido.

"Alguno marcará, ya lo verás. Todo los años cae alguno", dice Pepe sobre la posibilidad de que entre tanta asistencia, el guaje también vea puerta. "Fui a El Molinón a ver el partido. No hablé todavía con él, porque después marchó a León a pasar el descanso, pero cuando le vea le daré la enhorabuena por esos dos centros que puso. Pero lo normal, ¿eh?, sin ensalzarlo mucho. No ye nada creído, al contrario, no le gusta el protagonismo, pero...", dice Pepe, sin perder esa mano izquierda que ha ayudado a que José Ángel tenga un palmarés envidiable. "Era bueno ascender este año, pero ye muy complicado. A ver qué pasa", concluye antes de despedirse ante el mural que en Roces recuerda, desde hace años, al ídolo del barrio, su nieto.

Cote en su regreso al Sporting FERNANDO RODRÍGUEZ

El "permiso" para ser Cote


En la camiseta luce el nombre de Cote, pero para su abuelo siempre es José Ángel. El apodo con el que el lateral gijonés se hizo popular entre los niños de su clase en el barrio de Roces se quedaba para eso, para algo entre amigos. "Cuando llegó al primer equipo del Sporting ya le dije que nada de poner Cote, que pusiera en la camiseta José Ángel", remarca el abuelo. Y así debutó en el primer equipo. Los años acabaron ablandando al "güelu" y dando libertad al guaje para escoger. "Me pidió permiso, y luego ya, pues eso, ya le dije que hiciera lo que quisiera", comenta.

Pepe Díaz se define como un "gijonés de prestao" porque él nació y vivió hasta los 23 años en La Caridad, parroquia del concejo asturiano de El Franco. Allí también le dio patadas "a los balones de trapo", pero empezó a trabajar en un taller con 11 años y las obligaciones mandaban. Cuando salió de La Caridad fue para estar navegando en la marina mercante durante cinco años. De ahí, a formar parte de la gijonesa Talleres Moreda, donde se jubiló. Vivió en Jove "de la que me casé", y después, la empresa le concedió una vivienda en Roces, donde sigue residiendo, muy cerca de sus dos hijas, Olga y María Felisa. Ahora, además de orgulloso abuelo de José Ángel, es también bisabuelo de Nel, el primer hijo del jugador del Sporting. "Tiene unos nueve meses. No camina, pero ya se sostiene de pie, ¡eh!", resume mientras se le ilumina la mirada con la misma pasión con la que habla del futbolista rojiblanco.

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