Gio Zarfino. | Futbolista del Sporting

El calvario de Gio Zarfino, a fondo: "Tenía que tomar pastillas para el dolor, no podía ni bajar al parque con mi nena"

"¿Mala suerte? Si vos supiera la suerte que tengo yo. Si a mi me dijeran en su momento en mi barrio, donde me críe yo, de donde vengo, estar donde estoy...", cuenta el medio

Gio Zarfino

Gio Zarfino

Andrés Menéndez

Andrés Menéndez

"Resiliencia" se puede leer grabado en la tibia de uno de los capitanes del Sporting, Gio Zarfino (Montevideo, 32 años). El tatuaje resume en una sola palabra el carácter luchador de un animal competitivo que lucha contra sí mismo, como un león enjaulado. Zarfino lleva casi una temporada en blanco y alejado de su hábitat: la competición. "Sentía como una puñalada en la rodilla", cuenta sobre los intensos dolores que hace once meses le obligaron a detenerse. No sabe si volverá o no a vestirse de corto, pero narra su proceso con LA NUEVA ESPAÑA con la entereza que solo da la madurez y las vivencias que en su momento le llevaron al límite y que ahora le han convertido en un tipo difícil de tirar abajo. "¿Mala suerte? Si vos supiera de dónde vengo yo… Tengo una suerte increíble".

–¿Cómo se encuentra?

–Bien, muy bien. Después de la operación, impecable: voy mejorando. Los plazos se van respetando. Y me voy encontrando muy bien, gracias a Dios.

–¿La intervención ha marcado un punto de inflexión en todo el proceso?

–Antes de la operación sentía molestias que después ya no siento. Ahora como que me siento que voy mejorando; que esas molestias que antes sentía ya no las tengo. Después de una operación dejas de… Te abren ahí. Te hacen cosas… Y tiene un proceso. Pero me voy encontrando bien.

–¿Era la única salida?

–¡Claro! Agotamos todos los recursos. Mucha gente dice: "¿Por qué no te operaste antes?". Desde el club se hizo todo lo posible, se agotaron todos los recursos, y se buscaron opiniones fuera para saber qué es lo que se tenía que hacer para atajar estas molestias, que no mejoraban con todo lo que estábamos haciendo. La solución era operar.

–¿Ve la luz al final del túnel?

–Sí, la verdad es que sí. Pero tampoco me atrevo tampoco a decir: "Ya estoy. O tardaré tanto tiempo". En su momento me encontraba muy bien cuando estábamos haciendo el tratamiento y ya estaba en la recta final, pero cuando ya me metía dentro (con el grupo) o no evolucionaba, o tenía una recaída…. Me pasó hasta tres veces y ya no quiero decir: "Ya estoy o estará para…". No quiero cometer otra vez ese error. Será el tiempo el que me diga cuándo puedo volver con mis compañeros y competir.

–¿Cómo han sido estos meses?

–Bueno, jodidos. Pero llevándolo bien. Gracias a Dios, lo que es el tema de cabeza, bien. Tuve mis bajones o mis momentos cuando ya estaba para volver y recaía. Pero de estar jodido, jodido, habrán sido dos o tres días los que estuve así. Después nunca me faltó actitud. O esas ganas de ir a entrenar. ¡Entreno como el que más! Me pongo siempre el objetivo de estar bien y hacer lo que me toca. Lo que depende de mí, lo hago siempre muy bien. Esa es mi tranquilidad cuando me voy a la cama. Eso sí, cuando llega el fin de semana…

–¿Qué sucede?

–Siempre me pasa que tengo ganas de jugar. Y más ahora, tal como está el equipo… Estamos muy bien y más si lo comparas con el año pasado… A veces, en situaciones de jugadas, por un momento me veo allí adentro y pienso: "Búa… Si yo estuviese acá, lo aprovecharía de esta manera…". Pero, bueno, es lo que toca.

–¿Recuerda lo que es competir sin dolor?

–(Gio se detiene unos segundos y luego contesta). Búa, la verdad es que no. La verdad es que no… Me acuerdo de que me tenía que pinchar, infiltrar y todo para competir en el día a día. Andaba siempre con dolores. Hoy por hoy que me siento bien y puedo bajar una cuesta… Antes no podía ni siquiera bajar una cuesta sin molestias. Ahora lo hago y no tengo dolor. Me parece raro el sentirme bien.

–¿Cuánto lleva sin competir?

–Desde el 28 de febrero. Contra el Tenerife.

–Precisamente el rival de mañana de su equipo.

-Sí.

–Pero los dolores venían de antes…

–Realmente empecé con molestias cuatro meses antes. Creo que fue en octubre. Hice la pretemporada bien. Después de dos o tres meses de competición, tuve la primera molestia. En ese momento la fui llevando. Luego me molestaba... Y luego ya fue a más y a más. Y no podía. Se dio el caso de que tenía que jugar. Ahí fue cuando me hice más daño. Porque si hubiese parado… Estaríamos hablando de otra cosa.

–¿Ya era el mismo dolor?

–Sí, era el mismo. Ahí, en el tendón rotuliano.

–¿Y habría parado si llega a saber lo que le vino después? ¿Habría forzado igual?

–No le puedo decir lo que podría haber hecho en su momento, pero sí le digo que no me arrepiento. Hice lo que tenía que hacer. Tengo mi tranquilidad. Puse todo de mí en beneficio del equipo. Y si lo tengo que volver a hacer, pondría de nuevo todo lo que sea en beneficio del equipo. Obviamente si no puedo ni caminar y un compañero lo puede hacer mejor… Lo que pasa que fue una situación límite, por cómo se dio todo. Hoy por hoy no tenemos lesionados. El único soy yo. Está Pablo (Insua) en recuperación, pero es una cosa mínima. Pero en ese momento había muchos lesionados… Fue todo complicado.

–Y el cuerpo llega un momento que dice: "basta".

–No podía más. No podía correr. Sentía como una puñalada en la rodilla. No podía.

–¿Y cuando terminaba de jugar seguía teniendo ese dolor?

–Sí… Estaba como dos o tres días así. Tenía que meter el pie en hielo. No podía ni bajar al parque con mi nena, por ejemplo. Cuando le digo que no podía ni bajar una escalera es que no podía ni bajar una escalera. Ni tampoco subirlas.

–¿Dormir?

–También, molesto. Tenía que tomar pastillas siempre y con lo que era para el estómago. Me dolía hasta el hígado de tanta pastilla.

–¿Ha sido la peor lesión en su carrera?

–Mira, nunca sabes lo que es lo más jodido. Cuando estuve en Tenerife, me lesioné en el partido contra el Cartagena y había dicho: "Esta es la peor lesión". Estuve dos meses y medio, estuve con yeso, tratamiento… Recuperé bien. No quiero cometer el mismo error. Ahora si me recupero, igual voy a tener otra cosa… O no.

–¿Cómo ha gestionado estos once meses? ¿Se llevaba los problemas a casa?

–He aprendido a evadir mis cosas de mi trabajo con lo familiar: ellos no tienen por qué pagar mis frustraciones y mis momentos malos. En ese sentido, lo he llevado muy bien. He conocido una parte de mí que no sabía que tenía: nunca pensé que lo fuera a llevar de esta manera. Me sorprendo hasta a mí mismo. He madurado mucho. Si esto me toca más joven, no sé si lo hubiese podido hacer. A veces pienso que, si esto le toca a otro compañero, no sé si lo toleraría. Peor lo llevo bien. Tengo ayuda psicológica.

–¿Sí?

–Con una persona de siempre, de Boston River. Lo que es de cabeza siempre me considero que estoy fuerte. Como todos, obviamente, tengo mis momentos de bajón. A veces sí que decía: "No puede ser. Con todo lo que hago…". Lo he buscado todo: alimentación, problemas por los que se puedan inflamar los tendones, nunca tuve ni un 1% más de grasa de lo que permite el club, me hice exámenes de sangre por si algo me sentaba mal, bajé de mi peso ideal dos kilos… He tratado y tratado de hacerlo mejor. Y no encontraba resultado. Entonces dices "no puede ser". Lo estoy dando todo y no estoy bien.

–¿Ha pensado que quizá no vuelva a jugar a fútbol?

–Sí, lo he pensado. También uno se va preparando para eso, porque nunca sabes: igual sigo con molestias y no vuelvo… En mi cabeza está obviamente en que voy a volver y en dar todo. Pero también tienes que pensar en lo que puede pasar.

–O sea… ¿sí se le ha pasado por la cabeza?

–Sí, claro. Y me he puesto en el peor escenario. Pero no dices: "¿Y ahora qué hago?" o "voy a hacer una locura". No. Son escenarios en los que uno se pone.

–¿Piensa en el día después?

–Yo ya me he preparado. Tengo el curso de director deportivo. El 1 y 2 de entrenador, me falta el 3. Me queda acabar el bachiller. Estoy estudiando inglés. Estudié marketing también. Si no juego más a fútbol, estoy preparado para seguir ligado al fútbol. Es mi vida.

–Le quedan seis meses para acabar el contrato. Da la sensación de que usted cayó de pie en el Sporting, en la ciudad, con la afición, y llega la lesión y todo se para, ¿No piensa que ha tenido mala suerte?

– ¿Mala suerte? Si vos supiera la suerte que tengo yo. Tengo una suerte increíble. Si a mi me dijeran en su momento en mi barrio, donde me críe yo, de donde vengo, estar donde estoy y con la familia que tengo… He tenido una suerte increíble. Pero he trabajado y trabajo todos los días para ser el mejor. Cuando vine, también se dudó de mi fichaje por el Sporting. Demostré en la cancha que jugando fui uno de los mejores. Fui tres meses nominado a jugar del mes. Hasta que me lesioné. Y me lesioné siendo uno de los mejores. Es feo decirlo, pero es así. Ahora estoy en otra situación y sí parece que estoy fuera, porque obviamente llevo mucho fuera. Pero sigo en el día a día, apretando a mis compañeros. Pero sí que en esa escena que vos me decís de los seis meses me la he presentado, claro.

–¿A usted le gustaría seguir?

–Claro. Estando en Segunda División como estamos ahora o cuando estemos en Primera. Lo quiero, lo deseo, claro. Me encanta el Sporting, me encanta la gente, me gusta el club, me gusta todo. Caí de pie acá porque la conexión que siento con la gente es increíble: voy por la calle, a un supermercado o a comer por ahí y siento un cariño enorme. ¡Y jugué solo siete meses! A veces digo: "¿cómo puedo ser tan querido?". Ese cariño es impagable.

–¿Las circunstancias de su vida en Uruguay le han hecho ser más duro?

–Creo que sí. La vida misma a veces te pone en situaciones que parecen límite y a fin de cuentas no son límite. Son momentos. Y circunstancias. Entonces uno afronta ahora cosa que para unas personas sería un problemón, pero para mí no lo es.

–¿A qué tiene miedo?

–Es que el miedo a fin de cuentas es algo que tenemos todos. A poder siempre hacer algo más. En el día a día tenemos miedos siempre. Pero eso es algo protector: nosotros estamos siempre protegiéndonos. Lo que tengo claro es que soy una persona muy implicada, siempre hago al 100% en todo lo que me toque.

–El equipo está peleando en los primeros puestos. ¿Confía en que este será el año?

–Tengo una fe bárbara. Sobre todo, por cómo entrenamos. Entrenamos muy bien. Espero que sigamos así y nos acompañen los resultados. El fútbol a final de cuentas no es de merecimientos, pero en estos cinco partidos hemos sido infinitamente superiores y no se dio así. Confío. Creo que vamos a estar más cerca de la victoria haciendo lo que estamos haciendo en el día a día.

–Y que usted pueda aportar su granito de arena…

–Yo me quiero recuperar. Primero, entrenar. Ponerme bien y estar a disposición del entrenador: que me vea para estar para dentro. Luego yo me tengo una fe enorme. Estoy deseando poder competir. Porque creo que estando bien, puedo ayudar mucho al equipo. Espero ser ese fichaje de invierno.

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