El apoyo de la afición del Sporting en el derbi: el equipo entró y salió por la "puertona" grande

Miles de aficionados rojiblancos disfrutaron de la previa fuera de El Molinón y luego sufrieron dentro

El cielo de Gijón se tiñe de rojo para recibir al Sporting: el equipo entra en el Molinón entre los gritos de apoyo de la afición

A. Cabranes

J. A. C.

El Sporting llegó ayer a su feudo, El Molinón-Enrique Castro Quini por la puertona grande. Los miles de aficionados que abarrotaron las inmediaciones del municipal gijonés imprimieron un tifo gigante con la forma de la antigua puerta de entrada al campo para que el autobús que llevaba a los jugadores rojiblancos pasara por el medio. "Es algo precioso, este recibimiento es inmejorable y digno de un equipo de Primera División. ¡Y de los de Champions!", clamó Julio García, un seguidor rojiblanco que animaba sin parar bengala en mano.

"Se me caen las lágrimas, no puedo ni hablar, esto es el Sporting", dijo Nacho López totalmente afónico. Se había dejado la voz recibiendo a los suyos e iba a recuperar fuerzas antes de empezar el partido. "Como no me siente un rato va a darme un infarto", bromeó. Y no fue para menos. La marabunta de gente que se reunió ayer antes del partido fue de paro cardíaco. Seis horas antes del comienzo del partido, los locales hosteleros del estadio gijonés ya habían colgado el cartel de lleno. Las colas rodeaban El Molinón para poder comer. "Aunque sea un bocadillo". "Esto es increíble, llevo media hora haciendo cola para poder comprar algo, pero es imposible", lamentó Rosa Luengo, aunque "por el Sporting hago el doble si hace falta".

Álvaro García, Ángel Fuente, Teresa Cué y Fernando Serrano también fueron madrugadores. Estaban ya por la zona a eso de las doce del mediodía, vestidos de rojiblanco y preparados para pasar un día muy especial para ellos. "Ganamos seguro", predijeron. Y acertaron.Pili Cadenas y las hermanas Mariana y Elena Argüelles no se despegaron en toda la mañana de sus bufandas, a pesar de que en la villa gijonesa no hizo demasiado frío. Pero claro, eran prendas del Sporting. "Y no nos las vamos a quitar", aseguraron.

Así fue la apoteósica llegada del Sporting al Molinón

A. Cabranes

Raúl Vecino, Ana Rosa Rodríguez, Paula Marcos y Lucas Díaz se conocieron allí, en uno de los bares de los bajos del municipal gijonés, pero se hicieron amigos rápidamente. "Gana el Sporting con gol de Gaspar", firmaron. Por allí también estaban Óscar García, Héctor García, Cristian Fervienza y Josué García. Llegaron desde Villaviciosa y eran oviedistas, aunque entre sus filas había un sportinguista. "Soy el único que entiende de fútbol", bromeó.

Mientras tanto, las directivas de los dos clubes, el Sporting y el Oviedo, y de la Federación Asturiana de Fútbol, se reunieron en el Bellavista. La directiva del Sporting invitó a la del Oviedo a compartir mesa y mantel en uno de los restaurantes más conocidos de la ciudad. Un encuentro que contó también con la presencia de José Ramón Cuetos Lobo, presidente de la Asturiana.

El menú que degustaron antes del partido en El Molinón constó de un aperitivo, seguido de ensaladilla de bogavante y vichyssoise de berberechos. A continuación, gambón al ajillo con yema de huevo y mayonesa picante. Para después, los comensales pudieron elegir entre pixín con tartar de carabinero o solomillo al foie. El postre, muy dulce. En la mesa, crocante de chocolate y mango para llegar al derbi a tope de energía y el mejor sabor de boca. A eso de las 16 horas, la zona ya estaba totalmente colapsada. Caminar de una punta a la otra del estadio era cosa de una hora entre empujones, pero claro, "por una buena causa". "Es verdad que agobia bastante, pero bueno, es lo que tiene el amor por estos colores", dijo Henar López, seguidora rojiblanca que de desgañitó recibiendo a los jugadores del Sporting.

No se veía nada. Una humareda roja cubrió por completo el ambiente. La gente se ponía las bufandas o los jerséis a modo de mascarilla porque el ambiente era totalmente irrespirable por culpa de las bengalas que usó una parte de la afición sportinguista para arengar a los suyos. Para eso y para recibir al autobús visitante, que vivió una entrada bastante hostil a Gijón. Una vez dentro del campo, la afición rojiblanca paró de cantar para animar a los suyos. El fondo de animación mostró un tifo en el que se podía ver a Gargamel manejando con hilos de títere a los pitufos, en representación de los carbayones.

El palco estuvo repleto de personalidades, entre los que se encontraron Adrián Barbón, presidente del Principado, Carmen Moriyón, alcaldesa de Gijón, o Alfredo Canteli, primer edil de Oviedo.

En esta ocasión, el himno de Asturias que se toca en las previas de todos los derbis corrió a cargo de la banda de gaitas "Villa de Xixón" y por el coro minero de Turón.

Un ambiente espectacular para un partido espectacular, y que podría volver a repetirse en un hipotético play-off de ascenso a Primera.

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