El pacto de Fontcalent: de las palabras de Irarragorri a la anécdota de la jornada

El Sporting inicia en Alicante la preparación del duelo ante el Villarreal B tras recibir el apoyo del presidente rojiblanco en las entrañas del Martínez Valero

Un momento del entrenamiento del Sporting, ayer, en Alicante. | RSG

Un momento del entrenamiento del Sporting, ayer, en Alicante. | RSG / Andrés Menéndez

Andrés Menéndez

Andrés Menéndez

En los minutos posteriores a la finalización del partido, en caliente, las caras de los futbolistas del Sporting desfilando por el Martínez Valero eran un poema, todavía cargando con la derrota ante el Elche (2-1) sobre las mochilas. Guille Rosas, Pier, Diego Sánchez… muchos se iban del campo y encaraban el autobús, aparcado en el entorno del campo, con el rostro torcido, dolidos por una derrota que podría entrar en las quinielas, pero que en cierta manera se escurrió en seis minutos.

No se intuía en el día después, ya con las pulsaciones más bajas, en la expedición, una resaca dura, y sí la percepción de que el resultado lógicamente duele y afecta, pero que a falta de seis partidos ya no hay tiempo para venirse abajo. La consigna es clara: toca levantarse, comenzando por el encuentro ante el Villarreal B, que ya estaba en boca de todos desde el mismo final del encuentro. Alejandro Irarragorri bajó al vestuario visitante a trasladar ánimos a sus jugadores. Ya en ese instante, Ramírez también mandó un mensaje conciliador. "Tenemos que seguir. Estamos ahí". No era el momento de venirse abajo.

También ayudó a digerir mejor el resultado las formas de caer, con un notable segundo tiempo, donde el equipo tuvo alma, y esa sensación que quedó en el vestuario de que el conjunto rojiblanco no fue inferior a un rival directo, que viene de descender, y no le pesó visitar uno de los campos más duros de toda la categoría. Ayer fue una larga jornada, de regreso a casa. Pero el ánimo ya era otro. En cierta manera el foco ya estaba puesto en el encuentro en El Molinón. Borrón y cuenta nueva, con la cabeza en las seis finales que están por venir.

El equipo desayunó en el AC Hotel by Marriott, de Alicante, el mismo donde se alojó desde el viernes noche. Después, a las 10.40 horas de la mañana, se subió al autobús para acudir al extrarradio, a cinco kilómetros de la ciudad. El entrenamiento se celebró en el campo de fútbol de Fontcalent, en una zona rodeada por las montañas, de difícil tránsito, en la partida rural alicantina, donde el Hércules (ahora en Segunda Federación) realiza habitualmente las sesiones de trabajo y tiene además previsto construir en un futuro, su ciudad deportiva. No era fácil de encontrar el lugar, tampoco para los locales. El autobús del Sporting incluso tuvo que pararse a unos 500 metros del campo para preguntar a un vecino cómo acceder. Fue la anécdota de la mañana.

Con puntualidad, a las 11, comenzó el entrenamiento en el campo de fútbol de Fontcalent. El primero en pisar el césped fue Miguel Ángel Ramírez, que organizó una sesión por apartados como hace habitualmente en los entrenamientos postpartido. Algunos jugadores algo más cargados o mermados, como Zarfino o Insua, se quedaron en los vestuarios haciendo trabajo más de descarga. El resto, saltaron al verde. David Guerra, Gerardo García y Joaquín Alonso observaban a ras de césped la sesión. Irarragorri ya se había desplazado a la capital española. Primero, el míster les dio una pequeña charla, nada especial, sin ahondar en la derrota, sino que fue una conversación más específica sobre la sesión de trabajo. El equipo se partió en dos. El readaptador Carlos Castroagudín organizó para los que tuvieron más presencia en el choque del Martínez Valero unos ejercicios de estiramientos. El resto, los que disputaron menos minutos –además de Djuka, que estuvo con este grupo-, estuvieron con Endika Gaviña y Ramírez. Para estos, el balón sí tuvo otro peso mayor con algún rondo.

A Pierre Mbemba, que ha caído de pie, chico tímido y a la vez simpático, le tocó sufrir con Hassan uno de los más largos, buscando tocar el balón y corriendo de lado a lado, con desesperación. Gajes de la adaptación. La sesión duró algo más de una hora. Después, el grupo regresó al hotel para almorzar y hacer el check-out. Sobre las 14 horas estaban ya todos en el aeropuerto de Alicante, Miguel Hernández. Y a las 16.30 horas en el avión, rumbo a Asturias. Así se terminó un fin de semana muy intenso con la sensación de que la derrota escuece, pero que no levanta ampollas.

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