Oviedo, L. Á. V.

Una joven ovetense vivió en septiembre y octubre de 2008 una experiencia de las que no se olvidan. Un desconocido la abordó en el ascensor e intentó tener relaciones sexuales con ella. La mujer pudo zafarse de él, pero no estaba libre ni mucho menos del acoso del delincuente sexual. Un par de semanas después lo pudo ver frente al negocio en el que trabajaba, haciendo guardia para verla. Eso fue, sin embargo, lo que facilitó su detención.

El fiscal pide para el acusado, Roberto F. R., ovetense de 37 años, una pena dos años y medio de cárcel por un delito de agresión sexual, más un año y nueve meses por un segundo delito de coacciones, así como el pago de una indemnización de 3.000 euros por los daños morales sufridos por la joven.

Los hechos se iniciaron el 26 de septiembre de 2008, entre las once y las doce de la noche, cuando el acusado siguió a la víctima, I. T. R., de 25 años, hasta el portal de su domicilio, en una calle de Oviedo. El hombre, señala el fiscal en su escrito de acusación, aprovechó que la joven entraba en el portal para hacer lo mismo. La joven hizo tiempo junto a los buzones, pero cuando quiso tomar el ascensor se encontró con el acusado, que estaba esperando a la puerta.

La joven le preguntó entonces a qué piso se dirigía, a lo que él respondió que al cuarto. Ya con el ascensor en marcha, comenzó a decirle a la víctima que era «muy guapa» y que estaba «muy buena». A la altura del cuarto piso el hombre fue más allá y le pidió a la joven que le besara, a lo que ella se negó. El acusado, siempre según el ministerio público, comenzó a manosear a la joven en el trasero.

La joven respondió dándole un bofetón. Lejos de amilanarse, el hombre adoptó un tono cada vez más violento, según figura en la denuncia presentada por la mujer. Después de decirle que a él no le pegaba, el hombre siguió manoseándola, mientras intentaba levantarle el vestido. La víctima, sin dejar de resistirse ni un momento, intentó bajarse del ascensor, aunque el hombre lo impidió por todos sus medios. Sólo los gritos de la joven lograron que el hombre decidiese marcharse.

La pesadilla, sin embargo, no había finalizado. Los días 4 y11 de octubre de 2008 el acusado estuvo rondando por delante del negocio en el que la joven trabajaba. La mujer no dudó entonces en llamar a la Policía. El hombre fue detenido cuando trataba de huir de la zona al percatarse de la presencia de los agentes del orden.

Aparte de las penas de prisión, el fiscal solicita que se prohíba al acusado, que carece de antecedentes, aproximarse a menos de 500 metros de la víctima durante un tiempo no inferior a ocho años.