Cudillero, A. M. S.

Los pescadores de Cudillero no ocultaban ayer su preocupación a pie de puerto. Desde 1995 no vivieron un susto igual. Ese año, se hundió «El Marqués de Jove» dejando cuatro muertos: un padre y sus dos hijos y un cuatro marinero, que resultó el padre del pescador que ayer divisó el barco de Avelino Suárez. «Estas cosas te recuerdan lo duro que es trabajar en esto», confesaba José Ramón Marqués mientras observaba el helicóptero, que volaba cerca de la villa pixueta.

Muchos compañeros de profesión miraban ayer las aguas tranquilas del puerto y la embarcación de Avelino Suárez, una lancha con todos los aparejos que su dueño utilizaba a diario y conocía a la perfección. «Son cosas que no se explican», añadía Marqués, mientras rememoraba, como también hacía el patrón mayor de la Cofradía pixueta Salvador Fernández, los últimos hundimientos de barcos frente a la costa, ocurridos el año pasado y hace ahora dos, pero que no dejaron desaparecidos ni víctimas.

En el puerto, desde donde partían los buzos de Bomberos de Asturias y de la Guardia Civil, todos comentaban lo sucedido. «No hay corriente, así que tiene que aparecer», explicaba Fernández. La espera fue ayer larga, una vez más para la gente de la mar, en Cudillero. Hoy volverán a mirar las aguas del Cantábrico con esperanza.