La montaña se vino abajo. Y arrasó todo a su paso en el valle de Langtang, donde se encontraban los cuatro montañeros de la comarca de Avilés (Sabino Fernández, Ángel Hernández, Jesús Mosteirín y Egidio García) y otros tres españoles, a quienes ahora buscan a contrarreloj los sesenta guardias civiles de montaña y soldados de la Unidad Militar de Emergencias (UME) desplazados a Nepal. Los guardias del teniente Fernando Rivero descendieron ayer al valle y comenzaron a recorrerlo en busca de supervivientes, una posibilidad que uno de ellos calificó de "difícil" al descender del primer vuelo de reconocimiento sobre la zona, en la noche del domingo. El número de españoles desaparecidos quedó reducido a trece, siete de ellos los perdidos en Langtang, donde se han recuperado al menos 99 cadáveres, alguno de ellos extranjeros. Por otro lado, el Gobierno nepalí prohibió ayer la entrada a las organizaciones no gubernamentales privadas, al considerar que su ayuda ya no es necesaria.

Las familias de los cuatro avilesinos desaparecidos descuentan las horas mientras los equipos de rescate peinan el valle. Ayer por la mañana llegaron a Katmandú 46 miembros de la UME y otros siete especialistas en rescates de alta montaña de la Guardia Civil, que se desplazaron hasta la entrada del valle, mientras el resto de los guardias comenzaban a recorrerlo desde la parte alta. Los equipos cuentan con seis perros adiestrados para detectar cadáveres enterrados, pero también personas vivas. "Cada vez estamos más preocupados", confesó ayer Ana García Alonso, hija de Egidio. "Desde el principio sabíamos que el valle había quedado en muy malas condiciones", añadió.

Por la mañana, la familia había contactado, a través de la página de Facebook "Langtang Missing/ Found People", con una de las últimas personas que vio a los asturianos, aunque sus palabras no fueron muy tranquilizadoras. Se trata de Johanna Bohlen, de Stonehouse (Gran Bretaña), que estuvo la noche anterior al terremoto con los cuatro avilesinos en el "Trekkers Hotel" de Kyanjin Gompa, y que les describió como "una gente maravillosa que me hizo reír mucho y me atiborró de toda clase de golosinas españolas". La joven, de 23 años, que estaba en Langtang junto a su pareja, Fabian Schrogl, aseguró que los asturianos hablaron de "de ir valle arriba al día siguiente, si el tiempo era bueno". Si era malo, añadió, "decidirían y no se apresurarían al comenzar el día".

"El tiempo era malo y tras el terremoto y la avalancha fui a buscarlos, pero ellos no estaban allí, y nadie me pudo decir dónde estaban ni adónde habían ido por la mañana", añadió la joven superviviente. "Pero la situación era frenética y todo el mundo estaba marchándose", rememoró. La propia Johann Bohlen tardó cuatro días en poder ponerse en contacto con su familia en Inglaterra, debido a las dificultades de comunicación que había en la zona. Las palabras de la joven han dejado incertidumbre a la familia.