Los cuerpos de los cuatro fallecidos –integrantes de una misma familia vinculada con Asturias– en el accidente de Artenara (Gran Canaria) fueron recuperados ayer del interior del vehículo tras seis horas de intenso trabajo por parte de los equipos de emergencias, que tuvieron que luchar contra las adversidades del terreno y de la meteorología, pues la lluvia y la niebla no dieron tregua durante casi toda la mañana.

El rescate de los cadáveres y el traslado hasta el barrio de El Tablado por una estrecha vereda fueron seguidos con llantos y lágrimas por los amigos y por los vecinos de los caseríos cercanos al siniestro, sobrecogidos por el hecho de que los cuatro miembros de la familia –el asturiano José Iván García Buelga, sus hijas Marta y Rita García Bolaños y su yerno británico Richard– permanecieran dos noches seguidas en el fondo de un barranco.

Tras el descubrimiento del accidente por parte de un operario de carreteras y de que en la tarde del miércoles un helicóptero pudiera llegar hasta el coche para certificar que todos los ocupantes habían fallecido, ayer se montó un dispositivo de más de 30 personas para llegar por tierra hasta el vehículo. Desde primera hora se comprobó la imposibilidad de volver a utilizar el helicóptero. La neblina que cubría toda esa zona del norte de Gran Canaria apenas permitía la visibilidad a un centenar de metros, probablemente la causa de que el coche se saliera de la carretera la noche del martes. Tras valorar la situación se decidió realizar el rescate de los cuerpos desde El Tablado, a una media hora de camino por un sendero ya muy poco transitado por los agricultores.

Los cuatro fallecidos en el accidente.

La primera tarea fue asegurar la estabilidad del coche, un Kia Ceed, pues quedó encajonado entre grandes piedras, a pocos metros del fondo del barranco. Según explicó el jefe del operativo, Felipe Santana, no hubo mayores dificultades para recuperar los dos primeros cadáveres, los de Marta, que ocupaba el asiento del volante, y su padre asturiano, a su lado de acompañante. Apenas tuvieron que cortar los cinturones de seguridad. Mientras sus restos eran transportados hacia El Tablado, otro equipo de bomberos accedía por otros huecos para rescatar a los dos viajeros de la parte trasera. El estado en que quedó la carrocería confirmó la violencia de los impactos: el vehículo voló desde la carretera y luego dio vueltas de campana ladera abajo. El motor se desprendió por el camino y acabó veinte metros más lejos. Pasadas las 14.00 horas, cuando ya se había levantado la niebla, acabó la operación con la llegada del último cuerpo, el de Rita, al punto de encuentro en El Tablado. La operación en el fondo del barranco fue seguida por algunos amigos y vecinos de Artenara desde el mismo lugar donde el coche se salió de una curva antes de precipitarse por el barranco.

Gráfico: La zona del accidente.

Ayer trascendió que los operarios que detectaron la rotura de los pretiles también oyeron la llamada a un teléfono móvil de una de las víctimas, que quedó por el camino, y eso permitió acelerar la identificación de los ocupantes. Una mujer, familiar de las víctimas, rompió a llorar con solo mirar hacia el lugar donde quedó el coche y cayó de rodillas junto a uno de los malecones de protección, mientras sus acompañantes y un agente de la Guardia Civil intentaban consolarla.

María y Juan, amigos de las tres hermanas García Bolaños, siguieron el traslado de los cuerpos. Todavía conmocionados vieron cómo los bomberos cargaban a hombros a sus vecinas. “Marta era una más del pueblo y venía varias veces en semana, le encantaban los niños y jugaba con nuestros niños siempre que nos veíamos por la plaza; en Artenara no nos podemos creer que ya no la veremos más”, comentó María con lágrimas en los ojos. “Es el cuarto coche que se sale de carretera en ese tramo y en dos de esos accidentes anteriores también hubo fallecidos; es peligroso, sobre todo en invierno”, recordó Juan.

Reparan el quitamiedos de la carretera canaria en la que falleció una familia asturiana

Reparan el quitamiedos de la carretera canaria en la que falleció una familia asturiana La Provincia

“Servicial y amable”

Iván García, el padre asturiano de la familia, regentaba una empresa situada en una zona industrial de Jinámar (Telde). Era maestro tornero-fresero. Trabajó en la construcción de centrales eléctricas en la isla. Su profesión le llevó, además, a realizar trabajos para empresas del Puerto, y de otros ámbitos. Hasta que hace años montó su negocio en el extrarradio de Jinámar, donde seguía activo, aunque vivía en La Isleta. Los empresarios colindantes coinciden en que era el mejor vecino que se puede tener: “Era muy amable, servicial, y siempre estaba dispuesto a ayudar en lo que hiciera falta”. Iván no tenía empleados a su cargo, a pesar de que tenía trabajo. Y tampoco los quería, porque en esta etapa de su vida prefería mantener el ritmo actual sin dejar de seguir activo: “A veces le preguntaban cuándo se iba a jubilar y siempre respondía que entonces qué iba a hacer”. Eso sí, reservaba siempre hueco para sus escapadas para visitar a su hija Raquel, residente en Avilés, y a Rita, que falleció junto a su pareja en este accidente y que residía en Londres. “Era muy buena gente”, coincidían en señalar quienes le conocían en la isla.

La mujer del empresario, natural de Artenara, había fallecido hace años. De ahí que su vida se centrara en sus hijas: Marta y Rita, que falleció junto a su pareja Richard, un piloto de avión, que vivía en Londres. Y de su otra hija, Raquel, que reside en Avilés, donde tiene una tienda de deportes junto a su marido, y que ayer voló hacia Gran Canaria. De hecho, las muestras de condolencia llegaron a Canarias también desde Asturias, la comunidad natal del patriarca de la familia.

Un reguero de dolor que se extiende por Asturias desde Blimea hasta Gijón y Avilés

Si no hubiera habido pandemia, Marta García Bolaños hubiera quedado esta Navidad con sus amigos de Gijón, donde se formó como animadora sociocultural en el instituto de Roces. Pero la fatalidad ha querido que no sea así y su grupo gijonés de colegas aún trata de digerir el duro trago de su fallecimiento a los 32 años en un dramático accidente de tráfico en Gran Canaria.

La hermana e hija de los fallecidos se derrumba durante el operativo de rescate. | Juan Castro

Fue en las aulas gijonesas de Roces donde Marta García Bolaños fraguó una amistad llamada a perdurar en el tiempo. Quienes formaron parte de aquel curso mantienen hoy en día el contacto de forma regular a través de un grupo de Whatsapp. El mismo al que pertenecía la fallecida y en el que dejaba patente siempre que tenía oportunidad su gran sentido del humor. “Estamos en shock; cuando empezó a circular la noticia nadie se lo podría creer porque son esas cosas que aunque sabes que te pueden tocar un día no eres capaz de asimilarlas”, declaró ayer Cristian Rodil, gijonés compañero de aquel módulo, antiguo responsable de “Abierto hasta el amanecer” en la ciudad y trabajador de Cruz Roja en Avilés en la actualidad.

En Avilés, el zarpazo doloroso de la muerte de cuatro miembros de una familia vinculada con Asturias desgarra a los conocidos –que son muchos– de Raquel García Bolaños, propietaria de la tienda de artículos deportivos Bikila y patrocinadora de atletas como Alba García: “La noticia es desoladora. Raquel es una mujer encantadora que apoya en todo lo que puede a la gente deportista. Ahora nos tocará a nosotros devolverle ese cariño, aunque la pérdida que ha sufrido es inconsolable”. La campeona avilesina se refiere al drama de haber perdido de golpe a un padre, a dos hermanas y a un cuñado, además de tener aún fresca la muerte de su madre, fallecida con 45 años a causa de un cáncer.

Tanta o más consternación hay en Blimea ( San Martín del Rey Aurelio), localidad de donde era oriundo el cabeza de familia, también muerto en el accidente, Iván García Buelga, el asturiano que se abrió camino en Gran Canaria y formó una familia ahora destrozada y arrasada por el dolor.