Si usted no forma parte del Gobierno de nuestra región, es probable que no pueda enumerar más de uno de los actos programados con motivo del centenario del parque nacional de los Picos de Europa, la coronación canónica de la Virgen y el 1.300.º aniversario de la batalla de Covadonga.

La falta de planificación, talento y pasión por parte de nuestros gobernantes ha hecho que lo que debería haber sido un trío de ases para una puesta en escena magistral quede totalmente difuminado, incluso en esta época de final de verano, en el que andan desaparecidos los del nuevo y el viejo gobierno y hasta los "indepes" han dejado de dar la murga.

Y es que los asturianos andamos escasos de oportunidades para sacar pecho: la región que menos empleo ha recuperado tras la crisis, la que tiene un índice de natalidad más bajo, la que no ha sabido reinventarse, y la que sigue esperando en el andén que un día el AVE entre por alguna de sus estaciones.

Pero todo ello o casi todo habríamos sido capaces de olvidarlo temporalmente si alguien le hubiera dado un poco de brillo y esplendor a esta efeméride que como la Santísima Trinidad son tres momentos históricos en uno solo, el de sentirnos orgullosos y dejar aflorar ese sentimiento que nos lleva a pregonar cuando estamos fuera que Asturias es España, y lo demás, tierra conquistada o a cantar con cualquier excusa aquello de "Patria querida...".

Sin embargo, de este programa casi invisible de celebraciones de bajo impacto, se ha dejado para la traca final algo que sí ha conseguido ser noticiable: la Princesa de Asturias celebrará su primer discurso el 8 de septiembre en Covadonga. Por fin un evento que ha calado en los asturianos de a pie con independencia de su ideología y que nos dará titulares y espacios informativos por algo positivo. Como no podía ser de otra manera, para boicotear el acto, no faltarán pancartas anti Felipe/Leonor/Letizia, antitodo en general, ni codazos para pillar asiento en la cueva. ¡Pocos bancos para tanto ego!

Así que no desesperen, tenemos cien años más para preparar el próximo centenario, quizá para entonces habremos aprendido algo. No hay mal que cien años dure, ni siquiera la mediocridad de los que nos gobiernan. ¿O sí?...