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Vita brevis

El relator

El problema de Cataluña y las decisiones del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez

Desde hace unos años algunos apóstoles de la opinión venían proclamando que el problema de Cataluña era político y, por tanto, sólo se podría resolver negociando. Se adherían a aquel axioma que dice que hablando se entiende la gente, lo que es falso de toda falsedad, aunque pronunciara esa frase el Rey emérito cuando aún no lo era.

El doctor Sánchez, don Pedro, se apuntó a esa teoría tras la conquista del palacio de la Moncloa y del Falcon en que transita sin descanso de aquí para allá y de la ceca a La Meca. Así que se propuso dialogar con el señor Torra y demás independentistas que manejan la Cataluña triunfante, que volverá a ser rica y plena, atrás esa genta tan ufana y tan soberbia, como dice "Els Segadors", que es el himno oficial de esa comunidad debidamente traducido al ominoso castellano, que para eso es idioma de charnegos.

En ese afán se fue a Barcelona, donde se celebró un Consejo de Ministros, y mantuvo un bis a bis con el Torra, como se si se tratara de dos jefes de gobierno de países independientes, tal que como hacen el gabacho Macrón y la teutona Merkel, un suponer. Luego supimos, porque lo chivó el cataláunico, que éste le había entregado un memorial de agravios a negociar, entre los que figuraba la presencia de un negociador internacional y, por supuesto, la insistente cantinela de un referéndum de autodeterminación.

El doctor Sánchez, don Pedro, anunció la presencia de un relator en las conversaciones con los hijos pródigos catalanes, que es una figura que se asemeja mucho al negociador internacional, porque así llaman en la ONU a los que nombran para andar por los países revueltos para informar y proponer soluciones sobre violaciones de derechos humanos. Supongo que el doctor Sánchez, don Pedro, pretendería otorgar esa concesión a los independentistas para que no tiraran más de la cuerda y le aprobaran los Presupuestos en el Congreso de los Diputados, con los que poder gastar a manos llenas y, así, mantenerse en el machito y, al año que viene, ganar las elecciones con el voto agradecido de los beneficiarios del dispendio de las arcas públicas.

Pero he aquí que la oposición derechosa consideró la cesión como una felonía, propia de Fernando VII, que volvió al trono jurando la Constitución de 1812, con aquella famosa frase de "vayamos todos y yo el primero por la senda de la Constitución", y tiempo le faltó para usarla como papel del retrete. De modo que las tres derechas, actuando como una Santísima Trinidad, convocaron una concentración patriótica exigiendo elecciones, cosa que, por cierto, había prometido el doctor Sánchez, don Pedro, en su moción de censura, pero entonces todavía no era presidente del Gobierno y, como dijo aquella gloriosa ministra, una cosa es lo que dice don Pedro Sánchez Pérez-Castejón y otra lo que dice el Presidente del Gobierno, que es como el misterio de las dos naturalezas, divina y humana, de Jesús.

Como fieras salieron también a la palestra los viejos socialistas jubilados, Alfonso Guerra, el del hermano del despachito oficial, y Felipe González, "mire usté". Naturalmente, también afilaron las uñas contra la idea de nombrar un relator en las conversaciones con los catalanes los reyes de las taifas socialistas, porque escarmentados están en piel ajena con lo que le pasó en Andalucía a Susana Díaz, que tuvo que sufrir en carnes propias el voto de castigo al doctor Sánchez, don Pedro.

Doña Carmen Calvo, que es la vicepresidenta del Gobierno, salió al paso de las críticas de sus correligionarios, advirtiendo que estos no habían entendido el asunto. Es esto verdadera maravilla, porque unos días atrás estuvo la buena mujer explicando durante una hora lo que significaba lo del relator. Lo cierto es que, después de esa clase magistral, no fueron sólo los suyos quienes no lo entendieron, porque tampoco los periodistas asistentes ni nadie fue capaz de comprender la cosa. Menos mal que la señora ya no da clases en la Universidad, porque no aprobaría ni el más espabilado.

Bueno, pues ya se acabaron las negociaciones y sólo nos queda el doctor Sánchez, don Pedro, como relator de su nuevo libro, que escribió una tal Irene no sé qué.

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