Diversos Ayuntamientos de toda España están actualizando sus ordenanzas referentes a las mascotas, básicamente se concentran en los perros.
En principio, llama la atención -por lo poco usual- que según y dónde, se limite a tres el número de mascotas para vivir en un piso, y cinco si es en una casa, aunque en muchos de los sitios, previa solicitud, dejan margen para ampliarlo. Dicen que resultará beneficioso.
Asimismo se añade que en los habituales paseos, además de la conocida bolsa para recoger excrementos, deberán llevar una botella de agua para diluir los orines, dicho en plan fino.
En Asturias están censados 176.500 perros, aunque se supone que muchos más habrá fuera de registro, y la cifra sigue subiendo a un ritmo de diez mil más al año. Al paso que vamos, y con la constante pérdida de población, nos van a alcanzar en número.
Con todo el respeto que ustedes quieran, no veo yo a tres perros metidos en un piso, y cinco mucho menos, y no me quiero imaginar cuando en un bloque coincidan varios, al primer ladrido la "serenata" será digna de grabar, efectos colaterales aparte.
Y aunque en las calles la cosa ha mejorado bastante, siempre queda el cafre que deja desahogarse a su can a gusto por aceras, jardines o donde pinte, y como algún ciudadano les recuerde que eso no puede ser, suelen ponerse, además, chulos, insultar y seguir a su bola.
Como estará la cosa para llegar a estas limitaciones, lo que quiere decir que existen auténticas guarderías de mascotas por los pisos.
Habrá que ver cómo evoluciona este asunto, de momento me conformo con que el dueño que casi a diario obsequia a mi edificio con meadas y demás, lo lleve a donde debe, o si acaso a la altura de su portal. No creo que sea mucho pedir. Cuando venga la denuncia, con pruebas, protestará. Y se pondrá el grito en el cielo, como suele ser habitual.
