Los aplaudimos como héroes y los detestamos como apestados. Reconocemos su trabajo en la primera línea del frente sanitario, pero rechazamos que habiten a nuestro lado. El coche de una ginecóloga fue pintado con la repugnante frase "rata contagiosa"; un cartel en un portal recomienda a un médico que se busque un hotel donde vivir por ser un foco de contagio. El miedo es tan libre que está en las palmas de cada tarde en los balcones, como el resto del día con los policías de ventanas. Pagan justos por pecadores. Todos sospechosos en la calle. En épocas de pandemia, el terror no deja margen a los grises, blanco o negro, y primero culpable y después ya se comprobará la inocencia. Ya conté que me encanta el término asturiano "oveya", pero en esta ocasión es más adecuado "faltosos".
