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La columna del lector

De La Coruña a Sama: Ana Lesta

Quisiera aprovechar la oportunidad que me ofrece su diario para rememorar la vida de una excelente persona y, sobre todo, maestra que acaba de dejarnos el pasado martes 21 del presente tras una larga enfermedad. Se trata de doña Ana M.ª Lesta Gómez, gallega de nacimiento, afincada en la villa asturiana de Sama de Langreo, en pleno corazón de la cuenca minera, desde los años sesenta. La señorita Ana, como así la conocíamos en clase, impartió Matemáticas y fue directora del colegio Gervasio Ramos hasta el final de su vida profesional.

Quisiera destacar la vocación de maestra que siempre tuvo, el buen hacer, la dulzura que nos mostró a aquellos niños inquietos de los años setenta que tuvimos la suerte de compartir sus excelentes clases de Matemáticas.

Siempre me llamó la atención el cariño con que explicaba, con ese soniquete gallego tan característico que tanto nos llamaba la atención, y las facilidades que nos daba para poder entender el laberinto de las matemáticas.

Formaba parte de un excelente elenco de maestros, auténticos "magister", que en aquellos lejanos años setenta presentaba el colegio de Enseñanza General Básica Gervasio Ramos, entre los que se encontraban doña Aquilina, la directora, la señorita Lourdes, don Félix, don Luis, don Ramón y el también paisano suyo don Daniel. Como curiosidad, la señorita Ana estaba casada con el jefe de estudios del Instituto Jerónimo González de la misma localidad langreana, Orlando Lamas, gallego de pro, que impartía Lengua y Literatura, otra gran persona y buen profesor. Nos contaba Orlando en aquel lejano segundo de BUP cómo había conocido a su Ana del alma en un grupo de teatro, si recuerdo bien. Además, sus dos hijos, Miguel y Moli, también se dedicaron a la gratificante profesión de enseñar, el primero desde la Historia y la segunda con la Literatura.

Quisiera que esta carta fuese un pequeño homenaje a la señorita Ana y a toda su familia. ¡Que la tierra te sea leve! y que el abrazo que recibas de tu Creador compense las penas sufridas en este mundo que ya has abandonado. ¡Gracias, señorita Ana!

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