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Unas provechosas enseñanzas

El fútbol defensivo y el físico se imponen a las grandes figuras

La semana última del Mundial de fútbol en Rusia nos ha brindado dos enseñanzas provechosas. La primera de ellas que el fútbol defensivo servido por una exigente condición física y un repertorio -muy ensayado previamente- de saques de falta y de esquina puede con la técnica individual de las grandes figuras. Y la segunda que la cotización de fenómenos en los mercados futbolísticos amenaza con crear una burbuja especulativa que hasta pudiera reventar la economía de los clubes más poderosos. Del primero de los asuntos tuvimos cumplida noticia con la rápida eliminación de las escuadras favoritas. La Alemania coral y obstinada de Joachim Löw se fue para casa a las primeras de cambio. Y luego la siguieron en la triste tarea de hacer las maletas anticipadamente, la España del tiqui-taca rutinario y sin gracia, y la Argentina de un Messi fabuloso pero rodeado de mediocridades, y con un seleccionador en la banda que paseaba frenético de un lado para otro como si fuera una reedición de Chiquito de la Calzada.

La misma suerte siguió poco después el Portugal de Cristiano Ronaldo, que quizá andaba algo distraído en la preparación del millonario contrato de traspaso del Real Madrid a la Juventus de Turín. Nos quedaba el Brasil de Neymar (más quejoso y apayasado que nunca), al que algunos ya comparaban con aquel equipo bonito de 1982, el mismo al que eliminó Italia en Barcelona, pero una Bélgica agazapada lo envió a la lona de dos soberbios golpes saliendo de las cuerdas. Como hacen esos púgiles reservones pero con una pegada de coz de mula.

En fin, que el Mundial de fútbol de Rusia toca a su fin y el candidato favorito de los pronosticadores es Francia, que tiene un muy buen portero, una defensa veloz y contundente, un medio campo atlético y dos puñales en la delantera como Griezmann y Mbappé, que hacen sus tareas a velocidad de vértigo. Claro que todo eso no garantiza nada y seguro que a quien corresponda disputarle la copa Jules Rimet -Croacia- se lo va a poner difícil. En el plano doméstico el interés de los medios estuvo centrado en el nombramiento de Luis Enrique como seleccionador nacional y en la marcha de Cristiano Ronaldo a la Juventus de Turín, el equipo que tutela la poderosa familia Agnelli tan ligada a la industria del automóvil.

El retorno del técnico asturiano a la actividad promete emociones intensas dado su fuerte temperamento y ya algunos le recuerdan pasadas confrontaciones con la prensa. Por lo que se sabe de su trabajo en la Roma, en el Celta y en el Barcelona, donde consiguió todos los títulos posibles, Luis Enrique está más en la línea polémica de un Clemente, de un Mourinho, e incluso de un Luis Aragonés, que en la más sosegada, discreta y paternal de un Del Bosque, el hombre que nos hizo campeones del mundo. Ser seleccionador nacional de fútbol en España es un cargo equivalente, en importancia social, a la de presidente del Gobierno y nunca habrá templanza ni en el elogio ni en la crítica.

En cuanto a la marcha de Cristiano Ronaldo, hay quien opina que pese a su excepcional rendimiento goleador había acabado por cansar a Florentino Pérez con sus egolatrías y sus continuas peticiones de aumento de sueldo.

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