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Del ascenso a los 50 puntos

La diferencia entre el mensaje que llega desde México y el que lanza Anquela respecto al objetivo del Oviedo

El pasado ocho de diciembre, Joe Aboumrad, mano derecha de Arturo Elías, visitó Oviedo para seguir de cerca las cosas y, en una entrevista con el propio club en El Requexón, dijo lo siguiente: "Sabemos el objetivo que tenemos. Queremos ascender. El grupo lo sabe, el míster lo sabe". Lo que sucedió después hasta la Navidad fue que el Oviedo hizo un punto de nueve. Dos derrotas y un empate en tres partidos.

El pasado domingo, Juan Antonio Anquela llegó a la sala de prensa del Tartiere con rostro serio, como casi siempre después de una victoria, jersey y corbata fina. Y, entre otras cosas, afirmó lo siguiente: "Lo único que hay que conseguir son 50 puntos. Y, a partir de ahí, soñar. No renunciamos a nada". La frase llega después de la mejor racha del equipo: 12 puntos de 15.

Por alguna razón, Anquela rebaja las expectativas del equipo en el momento más dulce de la temporada. Un equipo que, no cabe ninguna duda, persigue ascender, como admitió Berjón hace semanas. Quizá sea la experiencia, quizá quiera quitarse presión (a sí mismo y a sus jugadores), quizá esté poniéndose la venda por anticipado. O quizá sólo sea una forma de reivindicar su trabajo y combatir el maltrato que él siente hacia su persona en particular y hacia el gremio de entrenadores en general. Él está aquí y los jefes allí, cierto, pero la realidad es que la contradicción entre los mensajes de un lado y de otro es evidente. Como también es realidad que el objetivo del Oviedo no es hacer 50 puntos por mucha prudencia que haga falta, que la hace, en esta categoría llena de trampas. Aboumrad fue meridianamente claro: "El míster lo sabe". Por eso es extraño el mensaje de Anquela, por muy razonable que pueda sonar. Sabe que hay que ascender o, al menos, colarse en la pelea. La evolución del equipo lleva a ello: el Oviedo ha ido subiendo un peldaño cada año desde su vuelta a Segunda: noveno, octavo, séptimo... Y este año se espera otro más. Anquela lo supo el día que renovó.

La prudencia es lógica y necesaria en un entorno tan inflamable y de extremos como el del Oviedo. Es lógica hasta que deforma la realidad. El pelotón del Oviedo es el de esos equipos que miran hacia arriba, no el de los que miran hacia abajo. Decir lo contrario, o mejor dicho, creerlo, si realmente lo cree, solo enseña cierta debilidad. O temor a algo. El Oviedo no es menos equipo, no es menos club, ni que el Cádiz (de quien dijo que lo veía en play-off con casi toda seguridad) ni que la mayoría de rivales a los que, semana tras semana, Anquela presenta como si fueran el Bayern de Munich. Siempre hay que tener el máximo respeto por el rival y valorar su potencial, porque la humildad es buena receta, pero al otro lado está el Oviedo que, como mínimo, tiene la misma altura. Como mínimo. No hay más que escuchar al propio Anquela hablar del Oviedo cuando entrenaba al Huesca o al Alcorcón.

Esta temporada, al jienense se le ve distinto. Oviedo no es una plaza fácil: el tiempo desgasta, la presión crece. En septiembre tuvo dos salidas de tono en El Requexón. En diciembre, después del partido del Málaga, soltó un enigmático perdigonazo sobre la cantera y se fue de malas formas. Y ahora, en su mejor momento, a veces se pone a la defensiva y lanza mensajes extraños, menguando el objetivo del Oviedo y abriendo el debate, insistentemente, sobre la capacidad de la plantilla: "Al equipo no se le puede pedir más". Es como si quisiera decir cosas que no debe. En su obsesión por proteger al grupo, que está muy bien, se le pregunta por Javi Muñoz y Tejera y responde defendiendo a Folch; se le pregunta por el buen partido de Champagne y rescata a Alfonso. Como si viera ataques donde no los hay.

El Oviedo sí da para más y lo está demostrando. La plantilla es corta, pero equilibrada. De hecho, su mejor racha ha llegado con varios de sus mejores jugadores lesionados. Y en esto tiene buena culpa Anquela. Hoy el azul es el mejor equipo de 2019 y debe aspirar a lo máximo. Y lo máximo es el ascenso. Eso es lo que quiere México, para lo que le han renovado, y Anquela lo sabe. En los mensajes también debe haber unidad.

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