La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

LNE FRANCISO GARCIA

Que le parte un rayo

Un Sporting en descomposición sucumbe ante un equipo menor que con muy poco desnudó todas las vergüenzas de los locales

Lo peor que le podía pasar a este Sporting depresivo y falto de Prozac es que le parta un Rayo. Pero no un rayo tormentoso y eléctrico como el que se comió al avión lleno de pasajeros de la serie televisiva de moda, "Manifest", y que lo tuvo en un limbo inexplicable durante cinco años. El que ayer se enseñoreó de El Molinón y provocó el enfado mayúsculo de la parroquia fue un rayito, un equipo menor plagado de bajas y hundido en la zona pantanosa de la tabla que, con un poco de toque y mucho criterio, puso al desnudo todas las vergüenzas de un conjunto que no sabe por dónde se anda y que asoma la cabeza al precipicio. Como el cangrejo, el Sporting se desplaza hacia atrás sin remedio.

El Molinón, hasta hace no mucho un fortín, se ha convertido en la versión jocosa de la choza de los tres cerditos: cualquiera que llega derrumba el inmueble rojiblanco de un soplido. Tan poco sólidos son los cimientos que este equipo de arena de playa se deshace como un castillo de naipes al menor envite. Las columnas defensivas sufren aluminosis, como si en las botas de los zagueros se hubiera instalado una colonia de carcoma. Ayer se lesionó Babin, el único fiable de una tibia retaguardia, y la grada se estremeció. A partir de la baja del central más rocoso, al Sporting se le vieron las costuras. El entrenador tuvo la ocurrencia de sustituir al lesionado por un centrocampista, Sousa, y desplazó hacia atrás a Salvador, a echar un capote a Álex Pérez, un portento a la hora de transmitir inquietud a la grada cada vez que el balón le pasa al lado. Los locales ya iban por detrás en el marcador y la respuesta de José Alberto, en lugar de generar confianza, provocó un colosal desvarío. Cada llegada de los madrileños anunciaba un cataclismo. Cayeron dos goles más en la meta de Mariño, con inicio en errores graves de los defensas o en decisiones erróneas de los centrocampistas.

Este Sporting se ha quedado sin defensa. Y sin argumentos defensivos. Volvió Cofie al mediocentro, tal vez con la intención, se desconoce, de blindar el coladero de las últimas jornadas. El experimento le explotó en las manos al míster, que vio cómo el equipo menos goleador de la categoría le hizo tres y estrelló otro disparo en la madera. Hernán, el principal damnificado de las últimas derrotas, tuvo que presenciar el desbarajuste desde la grada. Da la impresión que José Alberto está ya sobrepasado: empieza a dar bandazos de difícil justificación y no encuentra soluciones efectivas a los problemas evidentes que el equipo arrastra desde el inicio de una campaña que lleva todos los mimbres de convertirse en nefasta.

Salvo Djurdjevic, que lo intenta con todo lo que tiene y se rebela a la función de comparsa, el equipo se muestra romo a la hora de acercar peligro a la meta contraria. No encuentra caminos al gol y, sin embargo, paga un elevado peaje por las autopistas que abre sin barreras a sus rivales, que le llegan a la yugular en tres pases, como en el tanto que abrió el marcador, obra del mejor futbolista sobre el césped, Ruibal, que volvió loco a cualquier rojiblanco que tuvo ocasión de encimarlo.

El Sporting anotó dos goles, pero fueron churros. El primero se le coló a Basilio por debajo, que cantó, haciendo honor a su nombre artístico, "cisne cuello negro, cisne cuello blanco". Y el segundo no habría superado la prueba del algodón del VAR: Álex Alegría lo anotó sirviéndose de la mano. Y, aun así, en los últimos minutos tuvo el Sporting opciones de alcanzar el empate. Pero su conmovedor esfuerzo de arreglar a retreta el desaguisado, yéndose al ataque a toque de corneta del Séptimo de Caballería, no sirvió de nada.

Al final, pitos desde el cemento y adiós a una temporada que habrá que despachar con la máxima dignidad que permita lo poco que hay. Y que la cosa no se complique, porque el grado de descomposición que se agrava cada fin de semana anuncia riesgo de pánico.

Compartir el artículo

stats