La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Mario Antuña

Mal equipo, buen negocio

La paciencia y la comprensión demandadas por Javier Fernández, presidente del Sporting, requieren resultados

El santo Job es rojiblanco. Lo ungió con tal honor el presidente de la sociedad anónima deportiva. Javier Fernández se prodiga poco, pero cuando se deja oír es imprescindible prestarle suma atención. En la última ocasión, ante los socios que han cumplido las bodas doradas, fue breve en la exposición e intenso en el contenido: analizándolo el suyo fue un discurso programático, al que habrá que poner algunos peros y una sentencia final. Vayan por delante dos apostillas: tanto las palabras como los números son engañosos, las primeras por su variado significado, los segundos por la sombras de los resultados; no dudo de las buenas intenciones de la familia Fernández propietaria de la SAD Real Sporting de Gijón, que no del club que pertenece, digamos de forma simbólica, a sus socios y aficionados, son realidades muy distintas.

Javier Fernández pide paciencia y comprensión para el proyecto deportivo que encabeza junto a Miguel Torrecilla. Paciencia puede entenderse, según la Real Academia de la Lengua (RAE), como la "facultad de saber esperar cuando algo se desea mucho" y supongo que éste era el sentido pretendido por el presidente de la SAD. Pero también significa, y creo que es el sentir de los aficionados y abonados, la "capacidad de padecer o soportar algo sin alterarse". Es difícil padecer con capacidad de esperar buenos resultados estas temporadas en las que se ha subvertido el tradicional espíritu del Sporting. Desde 2016 se han fichado 44 jugadores y 5 entrenadores; 28 en año y medio de Torrecilla con 3 inquilinos del banquillo; de los 14 fichajes de la temporada pasada, solo quedan dos en la actual plantilla. Fernández también reclama comprensión ("encontrar justificados o naturales los actos o sentimientos de otro", dice la RAE), difícil de asumir cuando el resultado de estos números es un mediocre equipo en Segunda.

Javier Fernández extiende su demanda de paciencia y comprensión para la Escuela de Fútbol de Mareo, porque en estos tiempos el fútbol es muy distinto al de hace unas pocas décadas. No le falta razón. Ahora los aficionados ya no son necesarios en las cuentas de resultados y si me apuran ni siquiera en las gradas. Miren el Getafe, con menos de la mitad de socios y de público que el Sporting. Los dineros llegan principalmente de las televisiones y el resto es puro atrezo. Dice Fernández que cada vez es más difícil formar horadas de jugadores que se asienten en la élite del fútbol, ya no hay derecho de retención y sí mucha competencia de canteras. Cierto también, pero no será mucho más grave el hecho de que en todos esos años no se haya trabajado para la profesionalización de Mareo. La pasada semana recordaba Clemente, aceptado o no, su proyecto con coordinaciones de equipos y entrenadores, una residencia, un sistema de juego establecido como plantilla general... El fútbol se ha súperprofesionalizado pero la escuela de Mareo no, se ha quedado al pairo del viento de cada capricho. Se prefirió el método del fichador por los mercados mundiales, comprando, la mayoría de las veces, productos que en casa se menosprecian.

Javier Fernández tiene motivos sobrados para sacar ahora pecho por la situación financiera y económica del club: cinco millones de beneficios, cuentas saneadas y se recompran las importantes y rentables marcas del Sporting. Bien está. Pero en su discurso dejaba entrever que con el impulso de la caja de caudales se iba a mantener el rumbo deportivo, pese al bochornoso fracaso permanente del fichadorón. Y este empecinamiento genera muchas suspicacias. Lo primero que escuché. cuando se reclamaba paciencia, de boca de un aficionado fue: "Ye fácil pedirla cuando el consejo cobra 300.000 euros al año", sueldo lícito que se ponen los dueños. O que cuando se solicita comprensión para el modelo deportivo haya quienes piensen que se corre el peligro de que se cumplan las leyes de la termodinámica de fluidos de capitales, según las cuales cuantos más movimientos más probabilidades hay de retraimientos por el efecto de los rozamientos. Es decir, que el Sporting acabe donde estaba cuando se subió con Abelardo y cuatro guajes de Mareo a Primera, en la ruina.

Javier Fernández, por último, afirmó ante los socios más veteranos que "los directivos tenemos que aprender mucho del pasado". Debe ser fácil decirlo, pero se puede comprobar la dificultad de cumplirlo. Durante los últimos, meses jugadores y entrenadores como Montes, Novoa, Ciriaco, David..., entre otros muchos, han mostrado su perplejidad por el rumbo de este Sporting, tan alejado del de su época dorada y de Mareo, que hoy es un mal equipo, pero un buen negocio...

Compartir el artículo

stats