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Pablo González

En territorio comanche

Pablo González

El topo y la asamblea rojiblanca

Sobre el llamamiento a la unidad del sportinguismo del director deportivo

Un fin de semana tormentoso después, con otra derrota en El Molinón y el sueño del ascenso camino del almacén del arca perdida de Indiana Jones, José Alberto sigue acumulando vidas extras. Los contactos del Sporting con sus posibles sustitutos, los ofrecimientos y las vías provisionales se dejan para otra ocasión, aunque la línea roja acabe siendo la clasificación, esa que se supone que los protagonistas no miran, pero que marca cláusulas en positivo o en negativo. Tantos goles, tantos euros. Tal posición, más menos indemnización de despido, o nada. No es lo mismo estar en descenso que al borde. Life is life. El presidente resiste y contiene las ganas de sus compañeros de viaje en el consejo de enviar a la trituradora rojiblanca al que un día fue el entrenador del pueblo.

Javier Fernández, defensor de no tomar decisiones en caliente, impasible el ademán, se mantiene como el último hombre en pie en defensa de que el proyecto siga en manos de JA. El presidente se aferra, en otras cosas, a que la suerte del equipo tras los dos últimos despidos tampoco cambió mucho el panorama. Y eso que echando la vista atrás, la primera temporada del regreso a Segunda, la del adiós a Herrera y el hola a Baraja, acabó siendo la mejor desde el descenso. El mejor Beluga comparado con lo que vino después. Un ejemplo más de hasta dónde ha llegado el nivel rojiblanco.

Y en estas, al portavoz de la parcela deportiva le tocó ayer dar la cara por el entrenador de su tercer proyecto. Llamamiento a la unidad, respaldo al entrenador (por lo menos hasta Anduva) y toque de atención a la plantilla. Y un recordatorio a la familia sportinguista: el entrenador fue petición de la grada y todos estuvieron de acuerdo con la asturianización del proyecto. Vamos, eso que llaman consenso.

En esto Torrecilla tiene razón. Pero otra cosa es encogerse de hombros y culpar de lo que está sucediendo a que se hizo lo que pedía el pueblo y por tanto, el pueblo a agachar las orejas y a purgar sus culpas. Lo que viene siendo pagar, callar y asumir. Sobre que el director deportivo rojiblanco cobra, y muy bien, para tomar decisiones y buscar soluciones, habrá que pasar de puntillas. Aunque si la cosa es asamblearia en plan Podemos, igual lo que habría que hacer es empezar a desocupar despachos por la planta noble de la casina de cristal de Mareo.

En el fondo lo que subyace no es más que el instinto de supervivencia que todo ser humano posee. Torrecilla sabe que su futuro es el de JA, que poner fin a otro proyecto antes de tiempo pondría muy complicado justificar su renovación, defendida por encima de todo por el presidente. JF sigue embelesado por las otras labores -al margen de fichar y desfichar- que ejecuta Torrecilla, fundamentalmente la obtención de esas plusvalías vitales para seguir compitiendo en el fútbol de los límites salariales.

Sin olvidar, por supuesto, la realidad, que no es otra que el Sporting camina por el filo empujado por su falta de fútbol y que la gráfica de la comparativa de la jornada a jornada de las tres últimas temporadas es de pesadilla. Ojito, que tal y como marcha el curso algún histórico que se creía intocable puede acabar con sus huesos en Segunda B. Ahí está la clasificación.

Y a todas estas, JA se siente con fuerzas de seguir adelante. Ya se verá cómo, si cambiando una y otra vez de sistema y jugadores o poniendo velas a todo el santoral. De mano, una de las preocupaciones de los últimos tiempos del entrenador confirmado es descubrir al topo que cree que pulula a sus anchas por Mareo. El técnico aún no entiende cómo en la capital se enteraron antes de tiempo de que en el derbi iba a jugar con cinco defensas. Otra "preocupación" con la que perder el tiempo. Lo de buscar soluciones a la falta de fútbol ganar, ganar y ganar, queda para más adelante. Lo demás, culpa del topo y de la asamblea rojiblanca. ¡Manda carallo!

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