El Sporting vacía el trastero. Del grupete de jugadores que trabajan en solitario cuando no hay cámaras por eso de los burofax de la AFE, salen Traver y Santana. Como en "Los inmortales", del núcleo de desheredados por Javi Rico y las circunstancias "solo puede quedar uno", y es de Luanco. El pulso con Nacho Méndez sigue. No se quiere otro "caso Jony", por lo que el DD se ha puesto duro. El club tiene derecho a gestionar sus recursos humanos como le plazca. Está por ver si este paso al frente, se supone que prietas las filas, no acabará con Rico hablando solo en un rincón y con los consejeros mirando al cielo y silbando "yo no he sido". Preocupa el debate que genera la situación. Se escudriñan puntos y comas. Todo sea por justificar paguitas de ministro alemán en tiempos de recortes, promesas incumplidas y traiciones más viejas que la imprenta. Aunque debería reinar la calma. Mientras exista el covid, El Molinón seguirá ciego y mudo. No habrá que pasar malos tragos por vociferantes seres mentando a madres y padres o por una pancarta sin el visto bueno de la censura. Y de no ser así bastaría con llamar a la televisión que manda para que cambie el plano y ponga música militar. Tampoco hay que aguantar miradas torcidas en noches de bohemia. Lo que cuenta es que el balón entra y el hijo adoptivo serbio asume que hay que intentarlo con la zurda. ¿Lo hará ese domingo en el que solo puede quedar uno?