El gobierno municipal de Gijón va a tomar este miércoles 30 de enero una de las decisiones más trascendentes que puede adoptar una corporación municipal para el devenir de una ciudad y de su población, la aprobación de un nuevo Plan General de Ordenación Urbana (PGO) que sustituirá al vigente plan del arquitecto Rañada de 1999, y la mayoría de los partidos y concejales, con la alcaldesa al frente, parecen encantados de haberse reconocido en este nuevo plan que -dicen- va a resuelver los viejos problemas urbanísticos, modernizar la ciudad, impulsar la inversión productiva, generar más actividad económica, crear empleo y por si fuera poco hasta acabar con una supuesta inseguridad jurídica. Por lo que pregonan desde el ayuntamiento, el nuevo plan casi es un acontecimiento histórico que va a dar la vuelta a Gijón como si fuera un calcetín posmoderno.

Pero vayamos por partes. Para empezar por el principio, digamos que la inseguridad jurídica en realidad ha sido creada por las sucesivas corporaciones, algún super funcionario de urbanismo e incluso algún asesor externo con mando en plaza, antes en la etapa del Psoe, que vio tumbar dos planes urbanísticos por la justicia, y ahora con Foro, que acaba de perder en los tribunales frente a los vecinos su decisión de segregar la parcela de la Ería del Piles (PERI 100) del PGO. En Gijón hay un Plan en vigor, legal y mucho menos desarrollista y especulador que el que ahora se propone, que por cierto, como consecuencia de las maniobras municipales ha consumido mucho dinero público y muchos recursos humanos para llegar aquí, hasta el punto de que para sacar adelante este nuevo plan el gobierno de Foro sacrificó al primer equipo redactor e incluso al arquitecto jefe de urbanismo, viéndose obligado además a tener que hacer una segunda exposición pública debido a los notables fallos de la redacción inicial.

Después, y para no pecar de ingenuos, conviene saber que el plan está pensando para contentar a "las bases" electorales y empresariales de los partidos firmantes, de tal manera que las izquierdas han conseguido alguna concesión para sus territorios urbanos, como las "Areas Medioambientalmente Protegidas" para la Calzada, un necesario proyecto de regeneración barrial sin presupuesto y un acuerdo para la parcela de Naval Gijón, mientras las derechas se han afanado en ordenar los espacios más rentables para constructores y promotores, y además en tender cables para reforzar el voto en sus viveros periféricos y burgueses, de tal manera que el corazón político y económico del PGO está en asaltar de una vez por todas La Eria del Piles, además de extender el desarrollo urbanístico en Cabueñes, en el espacio virgen del Infanzón, en la franja rural periurbana y por si fuera poco en regalarle a los vecinos votantes de Somió y alrededores más espacio edificable en sus parcelas y en sus fincas.

En resumen, que más allá de la propaganda urbanística municipal, el plan parece hecho a medida de los intereses creados y de la fuerza política real de los partidos del consistorio, esto es, que Foro y sus compañeros de viaje de derechas y de izquierdas - el Psoe se abstuvo en la aprobación provisional- han hecho unas puntuales concesiones a los barrios populares con el objetivo de que esas llamadas izquierdas se apunten a la fiesta para servir las copas -como parece que van a hacer-, mientras desde Foro promueven grandes pelotazos en la Ería del Piles y en el resto de los espacios señalados, reforzando así la conformación de dos "gijones" que en vez de una mayor integración se van a dar la espalda más todavía, uno al oeste donde seguirán viviendo los obreros contaminados, otro al este donde se van a encontrar beneficiados los promotores y vecinos de fincas y chalets.

Tratándose de un ayuntamiento gobernado por la derecha, por un partido conservador como Foro, que preside con mano firme un político de largo recorrido, ex mandamás del PP, llamado Cascos -que fue ministro de Fomento, o sea, de obras públicas- y una alcaldesa muy afecta también a "la obra", se entiende que la matriz del PGO empiece y acabe en la construcción, de tal manera que el interés general de la mayoría de la población se haya visto subordinado al interés del ladrillo, centrado en el asalto al último espacio marítimo vital de la ciudad: la zona más atractiva, más soleada y más visitada de Gijón, esto es, la Ería del Piles.

EL asalto definitivo a la famosa Ería -que en otro artículo llamamos "la milla del Piles"- fue el objeto de deseo del gobierno de Foro desde el principio, como antes lo había sido del Psoe, primero con Areces impulsando el pelotazo de la urbanización llamada del "Rinconín", proyectada como la cabeza de puente para después colmatar ese magnífico espacio, y luego de Paz Felgueroso con el famoso proyecto de talasoterapia que no tuvo buen fin. Pero, a la tercera va la vencida, la llegada de Foro a la alcaldía va a significar la conquista final de este magnífico espacio, con una alcaldesa, Moriyón, que declaraba a poco de comenzar su mandato que "su lugar favorito en la ciudad era la Providencia", y con un presidente del partido, Cascos, que se supone que tiene vivas las relaciones con los principales empresarios españoles de la construcción.

De hecho, llama la atención el tipo de empresarios que desde Madrid vienen aterrizando estos años por Gijón de la mano de Foro y del gobierno municipal, que por lo que sabemos son lo peor del sector, empezando por el empresario Dionisio Ramos, promotor de la residencia de estudiantes fantasma de Gijón, amigo y compañero del master de Cristina Cifuentes, miembro del tribunal de oposición por el que ella logró su plaza de funcionaria, vinculado al "tamayazo" y a la Gurtel, y también a un escándalo en la gestión de los colegios mayores de la Universidad Complutense cuando era su gerente.

Luego llegó aquí desde la capital del reino el grupo empresarial Santa Gadea, que entró en Gijón en las concesiones municipales de los bajos del Molinón y Talasoterapia, grupo que hoy arrastra dificultades de tesorería y que aparece vinculado a la recién destapada estafa millonaria por parte de un directivo de Bankia que trampeó el control de riesgos y daba créditos presuntamente irregulares a empresas amigas para comprar todo tipo de activos, desde inmuebles y hoteles hasta clínicas dentales.

La última novedad empresarial es otra empresa madrileña, Avintia, que compró hace poco fincas del hostelero Tascón en la parcela costera detrás del Risk's, parcela a la que pretenden dar una edificabilidad de 5 edificios como el Risk's, o sea, 5 grandes bloques de hormigón con la disculpa de hacer también allí lo que venden como "playa verde", que no es otra cosa que puro marketing barato. Pues resulta que en el origen de esta sociedad están los mismos directivos de una empresa llamada Obrum, encabezadas ambas por Antonio Martín Jiménez , que está imputado por el magistrado de la Audiencia Nacional García-Castellón acusado de la existencia de tratos de corrupción en la adjudicación de obras públicas como las del metro de Madrid previo pago de comisiones, de la mano de Marjaliza, Granados y Javier Lopez Madrid, que están vinculados a la trama Púnica.

En la Ería del Piles ya teníamos además a la empresa llamada Astur Promotora, que hacia trajes a medida con el Ayuntamiento y que los siguió haciendo después con su administrador concursal, un administrador que declaraba que su principal tarea era "conseguir un aumento del valor de mercado de los terrenos a través de la tramitación urbanística municipal del proyecto", cuando el objetivo del Ayuntamiento debería ser el contrario, esto es, comprar para todos los gijoneses esta parcela del PERI 100 al precio de tasación del concurso por poco más de tres millones de euros (1).

Pues bien, si juntamos la trayectoria de ese mosaico promotor ladrillero y caza concesiones, la conclusión es clara: este cocido madrileño empresarial huele a podrido y los gijoneses vamos a pagar las consecuencias de la indigestión especulativa sobre todo en la Ería del Piles.

En esos años de espera al asalto final de la Ería gijonesa el nuevo gobierno municipal hizo algunas cosas de recreo para entretener a la afición, como continuar el plan de fachadas que ha pinchado al final, como la rehabilitación y asfaltado alguna calle del centro de la villa o de Somió y poco más, mientras se ha olvidado de proteger el medioambiente en favor de los humos industriales y empresariales y en contra de los usos saludables de la gente, se ha olvidado de la salubridad de las aguas marítimas para los bañistas, se ha olvidado también del cuidado de las playas y señaladamente de la de San Lorenzo, convertida muchas veces en un embalse sucio y pestilente derivado de las cloacas de un saneamiento que es el retrato en negro de un Gijón contaminado por tierra, mar y aire.

Más aún, el gobierno de Foro no ha sido capaz de ejecutar adecuadamente los presupuestos de la ciudad, de gestionar de forma coherente las ayudas sociales, de consensuar los usos del edificio de Tabacalera, de impulsar un Plan de Movilidad coordinado con el PGO, mientras en ese lugar central y vertebrador que los gijoneses han bautizado de nuevo en grande como el "Solarón", en vez de promover un espacio verde de ocio y convertirlo en un jardín de recreo para tantos vecinos que viven en su entorno y transformarlo de esta manera en el mejor espacio público para integrar el centro y el oeste de la ciudad, lo que ha hecho el gobierno local es empujar la edificación de la parcela y ponerse a la cabeza de la especulación urbanística, consiguiendo así de una vez por todas que no haya un solo parque central verde en la ciudad.

Y por si fuera poco, y para rematar la jugada especulativa en fuera de juego, a una semana de aprobar el PGO, la famosa CUOTA, el árbitro que ordena el territorio regional, ha tenido que intervenir pitando faltas importantes en el Plan, al exigir a la corporación cambios en nada menos que 65 de las nuevas actuaciones urbanísticas, y entre otras cosas ha llamado la atención sobre la descarada especulación en determinadas parcelas, lo que incluía que no cedieran a los gijoneses el 10% de edificabilidad previsto en la ley en solares como el de la calle Ezcurdia, la finca Bauer, o las dos parcelas del Piles, regalando así a particulares concretos derechos que son de toda la población.

Después de más de cuatro años de tejemanejes municipales se va a aprobar por fin un nuevo PGO, además de un nuevo Catálogo Urbanístico donde se rebaja la protección de edificios catalogados, un Plan que dicho en pocas palabras ha sido un negocio a la carta, un acuerdo empresarial sin luz ni taquígrafos, hecho a espaldas de los gijoneses, basado en el puro negocio inmobiliario y no en la defensa de la salud y el ocio de la población, que por ejemplo concentra las actuaciones urbanísticas de protección oficial obligatorias solo en determinadas zonas, pues este gobierno municipal, ayudado especialmente por algún concejal supuestamente de izquierdas, por propietarios de parcelas, por varios agentes de cambio y bolsa locales, y hasta por algún medio de comunicación afín, lo que pretende no es ordenar el territorio sino ordeñarlo.

Total, que en pleno siglo XXI, como en el siglo pasado, como ocurrió por ejemplo con el barrio de la Arena que era un arenal para el ocio de todos, como ocurrió con las anchas alamedas llenas de luz y de arbolado sustituidas por callejuelas o por el viejo Muro en sombras, como ocurrió con el horizonte marítimo que nos quitó hace poco el nuevo dique del Muselón, desde el poder local nos siguen robando los espacios, nos siguen robando los paisajes, nos siguen robando los soles y las luces, nos siguen robando la salud y la vida al impulsar un urbanismo anti popular, clasista y especulador, un urbanismo engrasado por las finanzas que promueve un ladrillazo continuo más allá de los límites urbanos y más acá en la Ería del Piles, con la construcción del último muro que cierra de hormigón la bahía gijonesa para beneficio de un capitalismo inmobiliario feroz que viene de lejos cargado de experiencias en coimas y pelotazos.

El mejor urbanista y geógrafo contemporáneo, David Harvey, escribió hace unos años un magnífico libro sobre "el derecho de la gente a la ciudad", sobre "la construcción democrática de los espacios públicos", sobre la urgencia de "una revolución urbana" para hacer en definitiva más social y más humana la convivencia, y más pública y más barata la vivienda. Esa revolución ya ha empezado por ejemplo en Berlín y también en otras ciudades europeas, que están consiguiendo parar a los fondos buitres y la especulación inmobiliaria gracias a la unión de los vecinos apoyados por los gobiernos locales.

El libro de Harvey se titula Ciudades Rebeldes. Gijón lo fue. Gijón, que ve como se reduce su población y como cae la natalidad un 30% en la última década, no necesita muchas más viviendas para ricos y pudientes sino sobre todo viviendas sociales a precios asequibles para los jóvenes, necesita regenerar el gran parque de viviendas degradadas, necesita transformar su "feísmo" con espacios inmobiliarios del siglo XXI, con más peatonalizaciones para la gente y menos para la hostelería, con más comercio local y menos franquicias multinacionales, con más "solarones " verdes y menos hormigón. Gijón tiene derecho a exigir en las consistoriales o en la calle -una calle ancha y soleada- que no le sigan robando la salud, la convivencia urbana y los espacios públicos.

Sobre los usos, edificabilidad, cesiones y otros asuntos polémicos de esta zona ya hemos hablado con detalle en los artículos titulados El intríngulis de la Eria del Piles, publicados en La Nueva España los dias 5,6 y 7 de diciembre de 2017