Ana González ha tropezado por segunda vez en la misma piedra con su decisión de abrir los parques infantiles, que ayer tuvo que enmendar a instancias del Principado. Ya le había ocurrido algo parecido al principio del fin del confinamiento, cuando fue desautorizada por la Delegación del Gobierno por permitir a los surfistas acudir a la playa en coche, entre otras flexibilizaciones menores. El arrojo de la Alcaldesa a la hora de gestionar la crisis sanitaria le lleva a adoptar algunas medidas poco consultadas o meditadas que toca luego rectificar, causando confusión entre los afectados. Dicho esto, y estando claro que cualquier Ayuntamiento debe cumplir con las directrices de la autoridad competente, cabe preguntarse una vez más por las contradicciones en este camino hacia la nueva normalidad. ¿Por qué puede un niño hacer castillos en la playa o saltar entre las mesas de una terraza y no subirse a un columpio? ¿Se confía en la responsabilidad de los padres en función del lugar donde se encuentren? Extrañas convicciones.
