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Con vistas al Naranco

¡Oh, Jerusalén!

El emocionante influjo de una histórica capital, núcleo de las guerras que sangran el mundo

Cada segundo que pasa estamos más cerca de un punto de no retorno.

(Javier Solana, "Reconozcamos el Estado palestino")

Se suele decir que Europa es hija de Atenas y Jerusalén.

Conocí la emblemática ciudad bajo el influjo de una frase impactante de la escritora candasina María Teresa Álvarez, que había sentido vibraciones especiales contemplando Jerusalén. A mí me pasó lo mismo con luz vespertina desde el otro lado del Valle, en la llamada zona Este, tan controvertida.

En esa inestabilidad flotante está el núcleo de las guerras que sangran el mundo. Tengo de siempre el privilegio del magisterio de Emilio Menéndez del Valle, gran estudioso, que fue embajador en Jordania/Palestina.

En alguna parte leí que hay muchos centros de culto, ¡pero menos que en Brooklyn! La filóloga Aldina Quintana se queja del desinterés por el ladino sefardí, del que no ha tanto encontré hablantes entusiastas, vinculados a legendarias llaves toledanas de casas anteriores a los Reyes Católicos.

Patear Tierra Santa en viernes, sábado y domingo, conmemoraciones sucesivas de las tres religiones del Libro, contribuyó a emocionarme con la histórica capital y a granar un sentimiento que me perdura. Bien lamentó el académico Arturo Pérez-Reverte que Donald Trump haya puesto más obstáculos en el crucial problema palestino con el provocador reconocimiento de capital ajena. Y mientras las diversas autoridades comercian pequeñas corruptelas en torno al llamado Santo Sepulcro, incomprensiblemente sin su secular neutralidad.

En contraste manifiesto con la simonía de los monjes ortodoxos, los frailes franciscanos realizaban paciente superación de fronteras. Es pena que no les hayan dado el "Princesa de Asturias" por el que tanto laboraron mis parientes Paloma Casielles y Jesús Lladó.

El premio "Catarata", sello de mis antepenúltimos libros, ha sido para un expresivo título, "Jerusalén, la ciudad imposible" de Meir Margalit.

Un clarividente El Roto: "¡Nos llevan a un conflicto entre Oriente y Desoriente!"

¡Oh, Jerusalén!

Mi prima Patricia Urquiola me habla de la lengua, también con ese nombre, de Trieste/regiones Trentino-Alto Adigio y Véneto, de donde proviene su marido, Alberto Zontone.

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