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De nuevo ante el sectarismo

Las zancadillas que sufren los discípulos de Gustavo Bueno

La filosofía vuelve a estar perseguida. Por su propio quehacer siempre ha estado enfrentada a las ideologías o fundamentalismos de cada época (políticos, científicos y religiosos). El cuestionar y problematizar la realidad está mal visto para quienes se rigen por consignas. Ellos quieren y buscan adeptos. Inquebrantables. La disciplina de partido y de voto así lo exige. Ese es su ámbito y tienen unos objetivos determinados. Pero la labor de la filosofía es otra. Ni reír ni llorar: tan solo comprender (que no es poco).

La condena a Sócrates en Atenas en el 399 a.C. o el cierre de las escuelas de filosofía de Atenas por Justiniano en 529 es cosa del pasado, pudiera pensar el lector. ¿Cuál es la situación de nuestros días? Pues que a la filosofía (representada de modo egregio por la Fundación Gustavo Bueno) se la quiere expulsar no ya de un edificio concreto (sería bastante ingenuo pensar solo en eso) sino de la ciudad, de la esfera pública. El filósofo debe aguijonear a los ciudadanos, ayudarles a que se desprendan de prejuicios, dogmas y tópicos comunes (como lo hizo el coloso del pensamiento que fue don Gustavo). Y eso no sienta bien al poder político de turno (mucho menos a quien se arroga en el salvador del pueblo, mintiendo y cayendo en contradicciones continuas).

La situación actual ejemplifica cómo ha cambiado (cómo ha degenerado) la política española en estas dos décadas, las que van de 1997, donde PP, PSOE e IU acuerdan por unanimidad ceder el local a la Fundación Gustavo Bueno durante 50 años, hasta 2019, donde el redentor del pueblo vengará los veinte años que una fundación ha estado ¡¡¡filosofando!!! ¡¡¡haciendo conferencias semanales!!! ¡¡¡publicando libros y celebrando Encuentros de filosofía anuales!!! Todo eso no puede ser y el concejal estrella vengará ("¡Exprópiese!") todas las afrentas sufridas por nuestra heroica, invicta y benemérita ciudad de Oviedo.

Nuestro admirado y añorado Gracia Noriega siempre defendió el papel que ha desempeñado la Fundación Gustavo Bueno. Así, escribió (en LNE del 17 octubre 2015): "La Fundación es de otra calidad, culturalmente mucho más seria y sólida. No sólo lleva el nombre del filósofo español con más nombre desde Ortega acá, sino que este filósofo dicta su lección pública desde el palacete de la avenida de Galicia. Es una Fundación con un número impresionante de publicaciones, de actividades, de conferencia, de iniciativas, que ha establecido relaciones culturales con universidades y centros intelectuales de medio mundo. También suena el nombre de Oviedo internacionalmente gracias a esta fundación benemérita, que debería ser el orgullo de cualquier ciudad. Porque los premios, a fin de cuentas, son transitorios (?) pero la Fundación Gustavo Bueno pertenece a Oviedo y la ciudad tiene el privilegio de contar con la dedicación y el trabajo de uno de los mayores filósofos españoles, a pesar de que algunas cosas que dice no sean del agrado de los fundamentalistas".

Quizá los ovetenses (y los españoles, por extensión) deberían pensar en la expulsión, sí. Pero de los sofistas ?

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