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Santullano y el cambio climático

El proyecto del Bulevar, bandera de la lucha contra el calentamiento global

Bajo el sugerente lema "Es hora de actuar", se celebra hasta el 13 de diciembre en Madrid la Cumbre del Clima, que reúne a líderes de todo el mundo para acordar medidas frente a una situación de emergencia que amenaza nuestra supervivencia como especie. Sin embargo, esta grave crisis global, certificada por la comunidad científica, y que cada vez menos escépticos se obstinan en negar, no parece alarmar a nuestra querida Vetusta. Los responsables políticos municipales no sólo permanecen ajenos al formidable reto de la lucha contra el cambio climático, sino que algunos de sus planes, de llevarse a cabo, contribuirán al calentamiento global y a sus terribles consecuencias -especialmente sobre la población más desfavorecida-, que tantas ciudades de nuestro entorno, en un ejercicio de responsabilidad con las siguientes generaciones, están luchando por mitigar.

Según datos oficiales del Ministerio de Transición Ecológica, en España los vehículos ligeros (coches y furgonetas) son responsables del 25% de las emisiones de gases de efecto invernadero causantes del cambio climático. Recientemente hemos conocido por el estudio publicado por la prestigiosa revista científica estadounidense "The New England Journal of Medicine" que Oviedo está incluido en la lista negra de ciudades cuya población está expuesta a niveles de contaminación por partículas en suspensión que superan los máximos recomendados por la Organización Mundial de la Salud. El tráfico es uno de los principales emisores de las más peligrosas, las PM2,5, que al ser inhaladas, se depositan en nuestros alvéolos pulmonares y pueden llegar a nuestra sangre, provocando enfermedades cardiorrespiratorias que afectan más gravemente a la infancia y las personas mayores, y causan la muerte prematura de 25.5000 personas al año en España.

Mientras la mayor parte de las ciudades toman medidas para reducir el tráfico en el centro urbano, el Gobierno municipal de Oviedo apunta tozuda e insensatamente en la dirección contraria. Se ha descartado la creación de una red de aparcamientos disuasorios conectados con el transporte público que rebajarían la presión circulatoria, y se pretende facilitar el acceso de más vehículos al centro para promover la actividad comercial, cuando es sabido que las zonas peatonales son mucho más atractivas para pasear e ir de compras que las saturadas de coches. En suma, una vuelta a las políticas propias del desarrollismo funcionalista del siglo pasado y que nos han llevado a la situación de crisis en la que nos encontramos.

El clamor popular por un cambio de paradigma no hace sino crecer, y las masivas movilizaciones juveniles por todo el mundo constituyen un signo de esperanza. La gente exige pasar de las palabras y las declaraciones altisonantes a los hechos y a las medidas concretas, y se requiere de nuestros representantes electos que no hagan política con la salud de las personas, abandonen los enfrentamientos partidistas y estén a la altura de las circunstancias y del reto que nos ha tocado enfrentar.

Oviedo tiene una oportunidad histórica para repensar su futuro y situarse en la vanguardia de las ciudades que luchan contra el cambio climático. La pequeña iglesia de Santullano, emblema en su época del esplendor del Ovetus medieval, puede convertirse doce siglos después en la bandera del cambio de modelo de ciudad. Por sus dimensiones y su enfoque integrador, la regeneración urbana de la antigua entrada por la autopista, hoy vía urbana denominada Bulevar de Santullano, está llamada a convertirse en la actuación que coloque definitivamente a Oviedo en la vanguardia del ineludible cambio que las áreas urbanas han de acometer para evitar la catástrofe climática que se avecina. El proyecto Bosque y Valle, ganador del Concurso Internacional de Ideas convocado por el Ayuntamiento tras el proceso de participación ciudadana de siete años y tres mandatos municipales distintos, impulsado por la iniciativa de innovación social Imagina un Bulevar, tiene como uno de sus objetivos principales reducir el tráfico -sin interrumpirlo ni desviarlo a otras zonas de la ciudad- y disminuir así la contaminación atmosférica y acústica. Y ofrece alternativas sostenibles, como potenciar el transporte público, y saludables, como desplazarse a pie o en bicicleta. El proyecto ya está redactado, y cuenta con una financiación de más de cinco millones de euros de la Unión Europea. Sólo falta la visión de futuro, el liderazgo y la altura de miras para ir más allá de los intereses electorales y llevarlo a cabo.

Firman también este artículo Ana Piquero, arquitecta urbanista, y Carlos Ponte, médico.

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