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DIÁLOGOS MATEÍNOS (1)

Se encienden las luces

Las aventuras de dos amigos en busca de San Mateo

Después de un rato bueno de terrazas, vuelvo a casa paseando con mi compadre. Una de la madrugada. Ciudad desierta.

-Parece mentira que sea jueves-, me dice.

-Y además, el primer jueves de San Mateo.

-Pero cómo San Mateo. ¡S i no hay nadie, está todo cerrado!

-No hay nadie pero estamos en fiestas. Mira las luces.

Mi colega levanta la mirada con incredulidad y se fija en las guirnaldas de bombillas con las que han decorado las calles.

-Pero? qué mi madre de luces me cuentas. ¡Si no hay San Mateo ni hay nada!

-San Mateo hay, otra cosa es que no se pueda celebrar. Si es tu cumpleaños y no celebras fiesta, los años los cumples igual.

-O sea, que estás luces las han puesto aquí por las fiestas.

-Como lo oyes.

Seguimos caminando mientras él menea la cabeza disconforme. Pero las calles están iluminadas. Todos esos colorines colgantes son pruebas irrefutables. Entonces le pregunto:

-¿No has visto el cartel? Está muy guapo.

-¿Qué cartel? ¿El de los conciertos?

-No, el cartel de las fiestas, el genérico. Los conciertos ni los miré todavía.

-¡Ay mamina! No hay chiringuitos, ni fuegos, ni movidas. Pero sí hay luces y también hay cartel.

-Algo así, sí.

-Para que luego digas que no sois pijos en Oviedo.

Y, esta vez, el que se queda sin rechistar soy yo. Cuando tiene razón, la tiene.

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