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Asturias, un paisaje intercontinental

Plantas de América, África, Asia y Oceanía imprimen una huella exótica en la naturaleza de la región, que no es sólo una anécdota sino la expresión de un grave y creciente problema ambiental

Asturias, un paisaje intercontinental

Sin moverse mucho de casa, viva uno donde viva en Asturias, puede acercarse en el día a paisajes propios de las regiones Neotropical (América Central y del Sur), Neártica (Norteamérica), Oriental (Asia) y Australiana (Oceanía). A priori, un viaje sugerente; en realidad, la expresión de uno de los grandes problemas ambientales de nuestros días, la proliferación de la flora exótica invasora, es decir extraña, ajena a este ámbito geográfico (eso quiere decir exótico, aunque se suela tomar este apelativo por sinónimo de tropical), y, además, agresiva, con capacidad para desplazar a la flora local y usurpar su lugar, con consecuencias negativas para los ecosistemas.

Las hierbas de las Pampas, los plumeros, nativos de la región Pampeana de Sudamérica, se han multiplicado hasta límites incontrolables: un adorno convertido en plaga. También lo ha hecho, plantado con fines productivos, el eucalipto blanco o común, australiano, cuyos cultivos han arrasado la vegetación natural de amplias superficies de las zonas costeras y los valles bajos. Menos escandalosa, pero no menos seria, es la presencia de las uñas de gato sudafricanas, que han tomado algunos cabos, dunas y playas; la falsa acacia norteamericana, que se ha infiltrado en bosques ribereños y bordes de carreteras, y el arbusto de las mariposas, procedente de China y Japón, acomodado en solares y riberas.

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