Recuerdo uno de los últimos papeles en el que pudimos disfrutar del arte de este gran actor y persona, que desde sus inicios en el grupo Margen se convirtió en el representante más emblemático del teatro asturiano. En "Semblanza Mauricio Kartún", Lobato encarnaba magistralmente al autor argentino. Con el viento de La Pampa como música de fondo, su magnética voz rasgada nos trasladaba a un escenario más propio del western, en el que brillaba la figura de un luchador testarudo que cree en un teatro que no es el de las grandes mayorías, sino el que "desconcierta, descompone y cuestiona". Un personaje que podría ser autobiográfico, pues si por algo se caracterizaba Lobato era por su empeño, su nobleza y su obstinada dedicación a un oficio que no siempre supo recompensar todo su talento, pero que sí le brindó el cariño, el respeto y la admiración de todos sus compañeros que ahora le lloran desamparados. En "Cumbia morena cumbia", la segunda parte del espectáculo, nos trasladaba a un decadente local de baile donde dos seres beckettianos a la criolla, encarnados por Lobato y Pizarro, esperaban la llegada de unas señoritas que ya se retrasaban veinte años. Una espera donde el tiempo se hace cíclico para estos hombres derrotados, marcados por la enfermedad y la desesperanza, lastrados por su pasado y que miran con nostalgia hacia el futuro. Con todo este poder nostálgico y evocador resumo aquí la figura de un actor de teatro, cine y televisión, doblador y locutor, una persona que creyó en lo que hacía y se comprometió en la lucha por los derechos de los intérpretes y en la defensa de la nuesa llingua, y participó en organizaciones políticas como "Recortes Cero" donde había mucho que aportar y muy poco que recoger. Un hombre desprendido, noble, coherente y necesario, o más bien imprescindible en el sentido brechtiano. Admirado, respetado y querido a partes iguales se supo ganar a compañeros intérpretes, directores y público por su enorme talento, su humor socarrón y su impresionante voz que llenaba todos los teatros, platós y hasta los audiovisuales de la Cueva del Soplao. Su mirada penetrante y su presencia escénica nos cautivaron durante décadas desde las tablas con el grupo Margen en interpretaciones inolvidables como la de "La Celestina", "El viaje a ninguna parte" o "A puerta cerrada" y últimamente como Armando Leiva en la serie "El ministerio del tiempo" o en la película "Enterrados".

La muerte de Lobato deja a la escena asturiana huérfana, en este ya septiembre negro, cuando se cumple justo un año de la muerte también prematura del actor Silvino Torre.