Ciencia y sociedad

El calentamiento global está afectando a la estabilidad de los vuelos comerciales

Potencia la frecuencia e intensidad de las turbulencias que a veces sacuden a los aviones en pleno vuelo, como pasó esta semana con un avión de Singapore Airlines

Estado en que quedó el avión de Singapore Airlines después de la turbulencia.

Estado en que quedó el avión de Singapore Airlines después de la turbulencia. / Reuters.

Eduardo Martínez de la Fe

Eduardo Martínez de la Fe

El cambio climático está aumentando la frecuencia e intensidad de las turbulencias que afectan a los vuelos comerciales y podría explicar lo ocurrido esta semana con el avión que volaba de Londres a Singapur, que sufrió una brusca pérdida de altitud durante 4 terribles minutos.

Las fuertes turbulencias que afectaron esta semana a un vuelo de Singapore Airlines cuando viajaba desde Londres a Singapur pueden estar relacionadas con el cambio climático, advierte la revista Nature.

Las turbulencias provocaron una pérdida brusca de altitud durante 4 minutos, la muerte de un hombre de 73 años y heridas a más de 70 pasajeros. También obligaron a desviar el vuelo hacia Bangkok, en Tailandia, diez horas después de haber despegado de la capital británica.

En la aviación, las turbulencias son una de las fuerzas más impredecibles a las que deben enfrentarse los pilotos y las aerolíneas. Según la Federal Aviation Administration (FAA) de Estados Unidos, desde 2009 se han producido casi 200 lesiones relacionadas con turbulencias a bordo de aviones.

Atmósfera inestable

Las turbulencias pueden estar ligadas a diferentes situaciones, tormentas, terreno, la estela de otro avión o incluso variaciones bruscas de temperatura a gran altura.

Las turbulencias se producen cuando dos grandes masas de aire cercanas se mueven a distintas velocidades.

Si la diferencia de velocidad es lo suficientemente grande, la atmósfera no puede soportar la tensión y surgen patrones turbulentos, como remolinos en el agua, que desestabilizan la navegación aérea.

Turbulencias peligrosas

Cuando esa turbulencia se vuelve severa y atrapa a un avión en pleno vuelo, se convierte en una especie de proyectil: provoca un efecto de montaña rusa que dispara a todo el que en ese momento no esté sujeto con cinturón de seguridad, según los expertos.

Aunque todavía no se sabe a ciencia cierta qué tipo de turbulencia causó el incidente de Singapore Airlines, se especula con la posibilidad de que la proximidad de una tormenta creó las condiciones atmosféricas necesarias para alterar el vuelo.

¿La causa es el cambio climático?

La pregunta que ha surgido después de este episodio es si el cambio climático ha podido influir, ya que lo que es rigurosamente cierto es que el calentamiento global está provocando turbulencias cada vez más fuertes y severas, añade Nature.

Los datos al respecto son preocupantes: las turbulencias han aumentado considerablemente entre 1979 y 2020 y las más severas han más que duplicado su frecuencia a lo largo y ancho del mundo en ese periodo, según estudios.

También se ha podido anticipar que las turbulencias severas van a aumentar más que las leves o moderadas, a medida que el cambio climático se agudiza: por cada 10 minutos que hayan pasado en turbulencias severas en el pasado, podrían ser 20 o 30 minutos en el futuro, según las previsiones de los científicos.

Relación evidente

Además, como el calentamiento global está fortaleciendo las corrientes de aire a gran altura que causan las turbulencias, la relación causa efecto entre el cambio climático y lo que ocurrió con el vuelo de Londres a Singapur parece bastante lógica.

La relación física es más que evidente: el calentamiento del aire debido a las emisiones de CO 2 aumenta la cizalladura del viento (cambio repentino de dirección y fuerza del viento) en las corrientes de aire a gran altura que refuerzan las turbulencias en cielos despejados, según expertos citados por Le Temps.

¿Más inestabilidad en los vuelos?

¿Significa eso que la estabilidad de los vuelos se va a ver afectada por el cambio climático?

Para responder a esta pregunta hay que tener en cuenta varias cosas. La primera es que las turbulencias se pueden prever, basándose en datos de satélites y sensores que reconocen nubes con riesgo de tormenta.

Toda esta información se tiene en cuenta al planificar las rutas de vuelo. El problema surge cuando el cielo está despejado: el radar no puede detectar turbulencias ni no hay nubes.

Otras tecnologías

Hay otra tecnología llamada Light Detección y Rango (LiDAR) que podría ayudar: al emitir pulsos láser y medir los reflejos de las partículas en el aire, proporciona información detallada sobre las condiciones del viento y la turbulencia a kilómetros de distancia del avión. Esto permite a los pilotos ajustar la trayectoria de vuelo o la altitud de forma proactiva, reduciendo significativamente el riesgo de encontrar turbulencias severas.

Además de los sistemas de detección a bordo, algunas aerolíneas también aprovechan plataformas de inteligencia meteorológica predictiva que, impulsadas por IA, proporcionan una capa adicional de información basada en datos sobre posibles turbulencias basadas en análisis actualizados de las condiciones atmosféricas cambiantes.

Mejores previsiones

La integración de la previsión meteorológica avanzada con los sistemas de detección ofrece a los pilotos una visión completa de la navegación en zonas turbulentas, explica al respecto la plataforma especializada Tomorrow.

Y hay algo más: también están los informes de pilotos (PIREP), que brindan relatos de primera mano de las condiciones climáticas encontradas durante un vuelo. Estos informes, compartidos dentro de la comunidad de la aviación, ofrecen información oportuna y relevante sobre las ubicaciones e intensidades de las turbulencias, lo que ayuda aún más en el esfuerzo colectivo para navegar alrededor o a través de parches turbulentos de manera segura.

De cara al futuro, la evolución continua de las técnicas de pronóstico meteorológico, junto con las innovaciones tecnológicas en el diseño de aeronaves y el análisis de datos, promete perfeccionar aún más nuestra capacidad para gestionar las turbulencias, concluye Tomorrow.

De momento es lo que hay.