Fernando MEXÍA

Los Ángeles (EE UU),

Steven Spielberg, George Lucas y Harrison Ford han decidido, en una atrevida apuesta, renunciar a todas sus ganancias por la cuarta entrega de «Indiana Jones» si la taquilla no supera los 400 millones de dólares. De esta manera, los ingresos iniciales por la venta de entradas para ver «Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal» irán a parar exclusivamente a las arcas de Paramount Pictures.

En esta época poco boyante para la industria de Hollywood, el elevado coste del filme, unos 335 millones de dólares, llevó a los artífices del filme a acordar posponer sus ingresos, normalmente un porcentaje de la taquilla, hasta que la Paramount recupere su inversión en el proyecto. Las grandes productoras son cada vez más prudentes a la hora de involucrarse en largometrajes multimillonarios ante las nubes negras que se ciernen sobre Hollywood, donde se palpa la crisis. Cada vez es más caro hacer una película y ni las taquillas ni los DVD garantizan a los estudios amortizar la inversión, por lo que los amos de la industria buscan cubrirse las espaldas, sobre todo tras la huelga de guionistas y con la posibilidad de un paro de los actores.

La Paramount aportó 185 millones de dólares para la realización de la cuarta entrega de «Indiana Jones» y al menos 150 millones de dólares para su promoción en todo el mundo. A estas cantidades se sumará el 2,5 por ciento de los ingresos que resulten de la distribución de la película.

Las condiciones impuestas por la Paramount comienzan a ser algo habitual en Hollywood, donde hasta el momento las estrellas de la gran pantalla recibían pagos por adelantado y una parte importante de la recaudación en taquilla antes de que la productora recuperase su inversión.

Un ejemplo similar fue el acuerdo entre Walt Disney, el productor Jerry Bruckheimer y el actor Johnny Depp para la saga de «Piratas del Caribe», o el firmado por esos mismos estudios, entre Bruckheimer y Nicolas Cage en «La búsqueda 2» (2007), si bien todos ganaron dinero con el proyecto.