Gijón, C. JIMÉNEZ

La presencia del diseñador y productor de videojuegos más influyente de la historia, Shigeru Miyamoto, como finalista del premio «Príncipe de Asturias» de Comunicación y Humanidades dice mucho del buen momento que vive la industria del ocio interactivo. Y ayer, en la inauguración en Gijón de la sexta edición de la feria internacional del videojuego, Gamelab, volvió a ponerse sobre la mesa el dinamismo del sector. Lo dice el director del evento, Iván Fernández Lobo, y lo ratifica Enric Álvarez, fundador y director de desarrollo de los estudios Mercury Steam, que acaba de finalizar uno de sus proyectos más ambiciosos: «Castlevania Lords of Shadows», la mayor superproducción española en la historia del videojuego y el primero producido por la multinacional japonesa Konami fuera del país nipón.

Para la gente que no conozca la saga, «Castlevania» es una de las más antiguas en la historia del videojuego, casi tanto como Mario Bros, el fontanero con bigote de Nintendo. El nuevo proyecto de Mercury Steam se enmarca en el género de aventuras y épica fantástica, e incluye como novedad las tres dimensiones. Su presentación pública, en primicia europea, será hoy, en el marco de la feria Gamelab. Ayer su director de desarrollo compartió algunas de las claves del nuevo Castlevania con LA NUEVA ESPAÑA. «Es un proceso muy largo, muy caro y muy difícil», explica. Aunque la magnitud y trascendencia de este proyecto supera a todos los anteriores que se hayan hecho en España: el juego ofrece entre 20 y 25 horas de entretenimiento en «una historia épica, trágica y lírica a la vez, con un cuadro de acción tremendo y un universo lleno de sorpresas», dice Enric Álvarez. Una criatura que ha tardado tres años en ver la luz, más incluso que alguna de las grandes superproducciones de Hollywood. «Si juegas a la demo te vas a quedar muy frustrado porque apetece seguir jugando», añade Álvarez.

Cumplido un año desde que el sector fuera reconocido como industria cultural, los estudios españoles apelan al talento y la motivación como dos de sus puntos fuertes frente a los grandes gigantes internacionales. «Al final el videojuego es también una obra de arte», subrayan. Y como tal, ayer fueron cientos de personas las que decidieron probar ese combinado en el gran salón de juegos instalado en el recinto ferial de Gijón. «Singstar», para cantar con los amigos; «Castlevania», para dar un salto al pasado; «Basket Dudes», para disfrutar del deporte de la canasta en grupo, o «Invizimals», para luchar contra una fuerza oscura, en compañía, son algunos de los retos de este «Gamelab». Una oportunidad para vivir lo último de la industria interactiva, cómo no, jugando.