Gijón, Claudia A. POLLEDO

En Gijón se puede pasar el verano a lomos de un caballo o de un poni. Va en gustos. Ya sea en Deva o en las inmediaciones de Las Mestas, los aficionados a la hípica pueden sumarse al programa de vacaciones saludables que organiza el patronato Deportivo Municipal en colaboración con el Club Hípico Astur y el Centro de Criadores de Ponis de raza asturcón. Con estas actividades los gijoneses podrán disfrutar un verano alternativo, tan divertido como saludable. Y todo un lujo para los amantes de los animales, que no siempre tiene posibilidad de tener un contacto directo con un animal que tan familiar resulta pero que pocos llegan a conocer realmente, como es el caballo.

«Somos una gran familia», explica Patricia Fanjul profesora y una de las responsables del Centro de Criadores de Ponis de Raza Asturcón, cuyas instalaciones se encuentran desde hace poco más de un año en el monte de Deva. Y es que la equitación es un deporte que enamora tanto a jóvenes como a mayores. «Empezó mi hija montando y me dio un poco de envidia, así que decidí venir este año con ella», cuenta Ana Piñera, una de las participantes en estos cursos.

Ni las agujetas ni el cansancio producidos por esta actividad deportiva hacen que los participantes pierdan la ilusión por volver a subirse al caballo en la siguiente clase. «El primer día tuve muchas agujetas pero ahora ya me estoy acostumbrando», relata Ana Piñera.

La actividad, enmarcada en la oferta de las vacaciones deportivas del Patronato, dura una semana y se reparte en dos clases de 45 minutos. La experiencia es que engancha a todos aquellos que se atreven a subirse a lomos del caballo. « Me gustaría que durara mucho más tiempo», explica con nostalgia Tamara Rodiña, una joven amazona de 13 años. Este mundo del caballo, desconocido para muchos, atrae cada año a más aficionados. «Mi hija tiene 5 años y empezó a cogerle el gusto a la hípica con los ponis; ahora si no la traes todos los veranos se enfada», explica Mar López, otra de las participantes y, también en su caso, madre de una de las jóvenes amazonas del curso.

Aunque en un primer momento la actividad genere cierto miedo entre los participantes, una vez pasada la toma de contacto con el animal toda esa sensación desaparece y se acaba convirtiendo en una íntima relación entre el jinete y el caballo. «Al principio me daba un poco de miedo, pero ahora ya no», cuenta tímidamente Pedro Fernández, de 12 años.

La actividad acoge en su gran mayoría a participantes que tienen un nivel de iniciación y que en tan sólo una semana ya dominan las bases del deporte. «Empiezan casi sin saber mucho, acaban aprendiendo a trotar y galopar e incluso, los más valientes, dan sus primeros saltos», comenta Pablo Alea, encargado de la actividad en el Club Hípico Astur.

Con estos cursos los interesados pueden practicar un deporte en el que los medios económicos a veces limitan las posibilidades, pero que en esta ocasión están adaptados a precios accesibles «Me parece que el curso esta muy bien de precio», aclara Ana Piñera, que tuvo que desembolsar 57 euros.

Si los nuevos jinetes ponen alguna pega a esta actividad es la gran diferencia que puede llegar a existir entre los jinetes debutantes y los que ya han repetido experiencia varios veranos. «Me gustaría que no mezclaran tanto a los que ya saben un poco con la gente que llega nueva porque al hacerlo, los que ya saben se aburren», cuenta Tamara Rodiña.

Para los más pequeños, que en muchas ocasiones demuestran ser los más valientes, el Centro de Criadores de Ponis de Raza Asturcón les brinda también la posibilidad de disfrutar de este deporte a lomos de un caballo asturcón, mientras recorren con velocidad el terrero. «Ya he aprendido a trotar y galopar con el poni», cuenta Eva García de tan sólo seis años. «Los ponis me gustan mucho más que los caballos porque son más pequeños y más buenos», dice, por su parte, Laura Domínguez.