Oviedo, Ana B. CUERVO

«¡Ha sido un viaje maravilloso!», exclamó el arzobispo de Oviedo, monseñor Jesús Sanz, recién llegado del viaje por Tierra Santa, en declaraciones a La NUEVA ESPAÑA. Eran poco más de las siete y media de la tarde del pasado sábado cuando la expedición, que había llevado a ciento treinta y cinco asturianos a visitar estos lugares, llegaba a la capital de Asturias. A la cabeza del viaje estaba el arzobispo de Oviedo que se despedía de los peregrinos con besos y abrazos a las puertas del autobús que llegaba desde el aeropuerto de Asturias. «Volvemos con la emoción de haber estado en los lugares más significativos de Jesús, de María y los Apóstoles, a los que los cristianos llevamos peregrinando veinte siglos», afirmó el Arzobispo ya de vuelta en Asturias.

A pesar del cansancio por las horas acumuladas, había un ambiente festivo que se dejaba ver por las buenas palabras que se dedicaban unos a otros una vez que la excursión había terminado. «Veníamos hablando de nuestras cosas por el camino de la vida: ilusiones, frustraciones, los fantasmas de nuestras preocupaciones, o la realidad terca de nuestros sufrimientos reales», aclaró más tarde el prelado asturiano nada más llegar a la capital del Principado.

Cada miembro de esta expedición se llevaba en la mochila la visita a los lugares más sagrados en la vida de un cristiano. El viaje comenzó el 7 de julio con una misa en la parroquia de Santa María del Monte, muy cerca del aeropuerto de Asturias. Desde allí viajaron a Galilea, donde comenzó oficialmente la peregrinación.

El primer lugar visitado fue el templo de Stella Maris, en el monte del Carmelo, donde, según escribe el Arzobispo en el blog de la expedición, «se respiraba un ambiente de paz». Este mismo día, veintitrés matrimonios asturianos renovaron sus votos en Caná, lugar emblemático. Cuenta el Evangelio de San Juan que, allí, Jesús convirtió agua en vino de gran calidad durante una boda celebrada en esta ciudad de Galilea.

El Monte de las Bienaventuranzas les esperaba al día siguiente. Los peregrinos asturianos se unieron allí a un grupo de mexicanos. «México lindo y querido se hizo hueco en medio de nuestra Asturias patria querida», apunta monseñor Sanz. Desde allí, los peregrinos del Principado se fueron a las fuentes del río Jordán.

El siguiente paso del viaje les llevó en dirección al Mar Muerto siguiendo la corriente del río Jordán. Después de cinco días, la expedición dejaba Galilea para adentrarse en Judea «con 44 grados de temperatura», según cuenta el prelado de Oviedo. La ciudad de Jericó fue otra de las paradas en el itinerario.

Desde allí se trasladaron a Belén, donde visitaron la basílica de la Natividad. Pero el Arzobispo matiza: «no llevábamos sonajas ni panderetas, tampoco cantamos el «Adeste Fideles» o el «Noche de paz». No faltó al día siguiente un paseo por el barrio musulmán situado detrás de la famosa Puerta de los Leones frente al Huerto de los Olivos.

Una procesión por Getsemaní, donde Jesús rezó la última noche antes de ser arrestado, ponía fin a la andadura de ciento treinta y cinco peregrinos asturianos por Tierra Santa antes de regresar a casa ya de vuelta a Asturias: «Nos encontramos con lo que aquí dejamos siete días atrás», puntualizó el Arzobispo.

Después de cinco días en Galilea, los peregrinos se adentraron en Judea a 44 grados de temperatura